Chapada a la antigua

Las actividades y los roles del hombre y la mujer en el sistema familiar tradicional, se han modificado mucho a través de los años por adaptaciones naturales en nuestra cultura, por la transformación del modelo en el sustento económico del hogar derivado de la cada vez más pronunciada crisis económica...
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Actualmente muchas familias educan a los hijos con hábitos que en el futuro, cuando se enfrenten a la voluntad de compartir su vida con alguien más, difícilmente serán compatibles en la convivencia cotidiana, resultando una dinámica familiar dispareja y potencialmente conflictiva.

Las actividades y los roles del hombre y la mujer en el sistema familiar tradicional, se han modificado mucho a través de los años por adaptaciones naturales en nuestra cultura, por la transformación del modelo en el sustento económico del hogar derivado de la cada vez más pronunciada crisis económica, pero también porque la mujer ha decidido por necesidad o voluntad, posicionarse activamente en el campo profesional y laboral, lo cual es válido y comprensible pero conlleva riesgos y sacrificios que se reflejan en la formación de los hijos y en los resultados de la convivencia familiar cotidiana.

Es muy difícil medir el fenómeno que intento mostrar porque en el asunto intervienen muchos factores, los sistemas familiares son muy diversos y las creencias o percepciones con respecto a la forma en que deben funcionar hombre y mujer o la pareja en la familia, son también multifacéticos. Por ello me limito sólo a compartir mi opinión, de acuerdo a mi experiencia, mi entorno y con el único objetivo de promover una reflexión en el tema para tomar conciencia de lo que individualmente estamos haciendo en la formación de nuestros hijos.

Pienso que actualmente se educa a los hijos para ser profesionistas y de ser posible, exitosos, vivir bien en nuestro país se ha vuelto un reto difícil de lograr para muchos sectores de la población y es natural que todos pensamos en proveer a los hijos una educación que les permita enfrentar la vida con las herramientas necesarias para generarse una condición económica estable, eso está bien, pero estamos descuidando capacitarlos en valores y conocimientos necesarios para desempeñarse como jefes de familia, atender el hogar y aprender que la vida en pareja es casi como un negocio en el que la tenacidad, la consistencia y el saber dar, recibir y negociar es parte del diario crecimiento.

La educación es un derecho que todos tenemos y es fundamental para desarrollar el criterio y la capacidad de tomar decisiones en la vida, pero la formación como individuos orientada al desarrollo familiar, es también muy importante y en ese sentido pienso que si la familia tiene dos jefes de familia, básicamente uno debe ser el proveedor económico y el otro debe atender el hogar y a los hijos, los roles de cada uno deben estar definidos pero ser flexibles y adecuados a las condiciones, los factores y necesidades del sistema familiar.

Hoy, cada vez más mujeres se dedican al desarrollo profesional y casi nada al desarrollo en el hogar, no saben lavar ropa, no saben coser, planchar, limpiar la casa, no saben cocinar y lo peor es que no les interesa aprender. A los hombres se les continúa educando para ser proveedores y autoridad de la casa y por fortuna, también ya se integran en muchas labores domésticas. Puedo parecer anticuada, pero creo que por naturaleza y por cultura, las mujeres poseemos la sensibilidad necesaria para dirigir la casa.

El principal motivo de la desintegración familiar se debe a conflictos derivados del descuido de la mujer en los asuntos del hogar y de los niños, de ello derivan un montón de conflictos, desorden y condiciones de infidelidad, rebeldía y desorientación de los hijos.

Pienso que las mujeres podemos desarrollarnos profesionalmente si así lo queremos, y también podemos contribuir al sustento del hogar si es necesario, pero no por ello debemos descuidar nuestras labores en el hogar y en el desarrollo de nuestros hijos, las madres de familia somos por genética y cultura las indicadas para atender lo que nos corresponde en materia del hogar y del cuidado de la familia, tenemos el sentido común para dirigir ese terreno, con todo lo que implica y lo único que necesitamos para lograrlo es el entrenamiento y la capacitación que se transmite de generación en generación a través de la madre.

En la dinámica social y económica actual, las parejas se ven casi obligadas a acomodarse en muchas formas para cumplir ambas partes, mediante acuerdos, intercambiando tareas incluso, pero conservando la finalidad de realizar lo que corresponde para mantener la funcionalidad y la armonía de la casa. Si los dos trabajan, también los dos pueden colaborar en el resto de las responsabilidades. Lo que no se vale es justificar las propias faltas y carencias con argumentos como: "a mí no me gusta hacer tal cosa o no sé hacerlo", pues cuando se adquiere el rol de jefe de familia, hay que enfrentar y resolver, no evadir, acomodarse y justificar.

En una casa en donde la pareja practica que debe contribuir a la manutención económica y social del sistema familiar y que hay responsabilidades tradicionales o de género bien definidas, los hijos aprenden que tendrán una misión específica en el momento en que decidan formar su propio núcleo, y que pueden ajustarlo mediante acuerdos, a razón de sus necesidades y condiciones, considerando que su formación como persona individual está dirigida a ser proveedores o gestores del hogar.

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