Cuerno de rinoceronte, aceite de tiburón, huevos de tortuga, colmillos de marfil, piel de foca, de tigre o gorila... no, desafortunadamente no se trata de los ingredientes para la pócima de una bruja de cuento. Estoy enlistando las partes de algunos animales que el ser humano convierte en absurdos y muy cotizados productos comerciales y para ello mata a miles de estos ejemplares del reino animal.
Igual que a muchas personas, me ocasiona una enorme frustración y coraje saber que los humanos somos responsables de tanta desgracia, dolor y abuso en contra de los animales. Sea por comercio, deporte o diversión, el ser humano atenta contra la vida y el equilibrio que necesita el mundo para coexistir en un ambiente sano y productivo.
Pienso que la naturaleza está dispuesta para proveernos de todo lo que necesitamos no sólo para subsistir, sino para vivir con lujo de placeres a elección a diferencia de otros animales que responden más a sus instintos.
De la naturaleza se ha tomado todo aquello que deseamos sin reservas ni control, se ha faltado gravemente al sentido del equilibrio y del respeto, burlando el progreso y evolución del hombre y la sociedad. Antiguamente se acostumbraba ofrecer rituales y agradecer a la naturaleza por las bondades recibidas, son escasas las tribus que aún lo practican.
Hoy, se toma el alimento agrícola, ganadero, pesquero y exótico, en formas violentas, totalmente abusivas e intransigentes.
Aunque es cierto que muchas personas nos alimentamos de la carne o productos derivados de diversos animales, no significa que aceptemos la violencia animal ni la depredación excesiva de las especies.
Hace más de 200 millones de años que existen los animales, los estudios indican que nuestros ancestros antiguos habitaron la tierra desde hace 150 mil años, ¿cómo es posible entonces, que con nuestra insignificante existencia en este terreno, estemos ocasionando grados inaceptables de destrucción en todos los sectores de la vida y del desarrollo humano?
La intromisión humana en el mundo ha sido tan irracional que ha provocado guerras, destrucción de hábitats naturales, escasez, hambruna, deforestación, caza ilegal, cambio climático y otros problemas causantes de la extinción de diversas formas de vida vegetal y animal.
Tan sólo el año pasado desaparecieron unos 455 rinocerontes en Sudáfrica debido a la caza furtiva, según informó el Ministerio de Medioambiente del país africano y se estima que 31,800 elefantes también murieron en la misma condición según la Agencia Nacional de Parques Nacionales (ANPN).
Las cifras son asombrosas y la cantidad de especies que corren la misma suerte de mortandad inducida mediante violencia, también es espeluznante.
El ser humano en el planeta, ha resultado ser la existencia más temida y malvada de entre todos los seres vivos, inclusive hacia sí mismo como especie. Qué contradictorio es que el ser más racional sea al mismo tiempo el más irracional, cruel y destructivo.
La situación de extinción especialmente de origen animal, nos motiva a muchas personas a contribuir mediante la abstención a la compra y/o consumo de productos y subproductos.
Tenemos que activar y fomentar la ruptura de los círculos viciosos (caza, consumo, compra y venta ilegal) e impulsar acciones que contribuyan a revertir los efectos negativos, propiciando círculos virtuosas (reglamentos, preservación, protección, participación ciudadana e institucional, cero corrupción) que promuevan y movilicen la sustentabilidad de la fauna y del medio ambiente para rescatar y garantizar su conservación.
Pero también queremos concientizar a la gente sobre la importancia de respetar a la naturaleza con todos sus integrantes y componentes.
Los animales cumplen una función muy importante en la cadena alimenticia y en el equilibrio de la vida, reconocer su valor, respetar y procurar sus espacios, así como ofrecerles un trato amable, debería ser una de las reglas fundamentales de vida y coexistencia y también para acceder a sus beneficios.
El maltrato animal en cualquiera de sus formas, no tiene justificación alguna, ni en el mejor de los casos debe ser considerado un arte, una costumbre o ritual. La única razón que puede eximir el exterminio de animales es una condición de plaga que afecte o ponga en riesgo otras comunidades de animales o de personas, pero en términos generales, los animales, más que cualquier otro ser viviente, merecen morir de manera natural, en forma digna, respetuosa sin dolor ni sufrimiento.
Es inadmisible que aún con el esfuerzo de años de numerosas organizaciones y campañas protectoras del medio ambiente y de los animales a nivel mundial, muchos grupos y personas continúen trasgrediendo la vida, el bienestar y la salud de los animales salvajes y domésticos.
En México, sabemos que el Sistema Penal y Judicial es un nudo de irregularidades, si no se aplica la justicia de manera adecuada y honesta para las personas, menos aún se hará para los animales. Las leyes contra el maltrato animal son suaves y poco efectivas, se está legislando al respecto pero no se aplican las sanciones.
Nos queda la unión civil, que organizada puede ser un recurso poderoso, seamos la voz y el alma de los animales, apoyemos a las organizaciones, a las campañas protectoras de animales, continuemos con la difusión, las denuncias, las acciones voluntarias y con las actividades que nos conduzcan al objetivo de contribuir a erradicar la violencia y el exterminio animal.
