El río de sangre llega al templo

Aflicción, indignación, pesadumbre, frustración, asombro, rabia, confusión... toda una amalgama de sentimientos nos embargan en toda la nación al ser testigos de la capacidad del ser humano de sembrar sangre, dolor y muerte dentro del seno mismo de la solemnidad de una casa de oración.
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Members of the Sikh community place votive candles beside photographs of the victims of the Wisconsin Sikh Temple shooting during a vigil Wednesday, Aug. 8, 2012 in New York's Union Square. (AP Photo/John Minchillo)
Members of the Sikh community place votive candles beside photographs of the victims of the Wisconsin Sikh Temple shooting during a vigil Wednesday, Aug. 8, 2012 in New York's Union Square. (AP Photo/John Minchillo)

tiroteo templo sji

Aflicción, indignación, pesadumbre, frustración, asombro, rabia, confusión... toda una amalgama de sentimientos nos embargan en toda la nación al ser testigos de la capacidad del ser humano de sembrar sangre, dolor y muerte dentro del seno mismo de la solemnidad de una casa de oración.

Allí se personó Wade Michael Page, veterano del ejército de 40 años, para interrumpir con muerte y destrucción momentos familiares y de encuentro espiritual en un Templo Sikh.

Page coronó su cobardía inhumana suicidándose al verse herido e incapacitado. No se atrevía a vivir teniendo que soportar el inexplicable dolor que su odio causó a aquel que se veía distinto, hablaba distinto y adoraba distinto.

Las escenas de dolor nos llaman a reflexionar sobre algunos de los factores que contribuyen a acrecentar el odio. El discurso fanático y xenófobo de muchos líderes políticos y de sembradores de odio a sueldo busca cultivar en nuestra sociedad la sensación de que minorías étnicas o religiosas no pertenecen al acervo cultural de una nación que, en honor a la verdad, se compone y nutre desde su fundación, de inmigrantes de diversas etnias, razas y credos.

Es legítimo preguntarnos si los políticos que hipócritamente han manifestado preocupación por investigar la radicalización de sectores domésticos en los Estados Unidos mostrarán interés en investigar la posible proliferación de crímenes de odio en la nación luego de la matanzas durante la tentativa de asesinato político a la Representante Gabriel Giffords en Tucson, Arizona; la masacre en el cine de Aurora, Colorado; y este último atentado terrorista al Templo Sikh de Wisconsin. ¿Dónde están las voces del xenófobo Representante Peter King (R-NY) y otros congresistas con similares agendas como Allen West (R-FL) y la nueva generación de políticos xenófobos como el candidato a representante Joe Kaufman? Sus agendas públicas de odio y singularización contra sectores particulares, como los musulmanes americanos, no contribuyen sino para alinear y señalar las minorías religiosas como indeseables en la mancomunidad espiritual americana. ¡Vaya daño y traición a los fundadores de la patria!

También legítimo resulta cuestionarnos si las agencias responsables por la seguridad nacional y prevención de actos terroristas estarán dispuestas de una vez a quitarse las gríngolas que les han enfocado en interés y recursos no tan sólo a vigilar sino a estereotipar y perseguir a la comunidad musulmana americana y sus instituciones. Mientras agencias de inteligencia no cesan de solicitar a miembros de la comunidad musulmana americana que se infiltren para realizar censos, grabar los sermones en las mezquitas, preparar listas de quienes más sean asiduos a los rezos diarios, o de quienes compren carnes certificadas aptas para consumo a tenor con su fe; o provean listas de quienes se organicen para realizar peregrinaciones religiosas, se rondan por doquier impunemente los verdaderos terroristas y heraldos de la muerte. Los autores de los atentados en Arizona , Colorado y Wisonsin: Jared Lee Loughner; James Holmes; y Wade Michael Page se armaron por largo tiempo hasta los dientes; y planificaron extensamente como matarnos y aterrorizarnos dejando en el camino muchas señales de sus degeneradas intenciones. Estos son verdaderos terroristas a los que los medios tradicionales se rehúsan llamarles como tal y en vez les reportan como enfermos mentales... quizás por su etnia, por llevar un nombre anglosajón o por practicar la religión de la mayoría. Ellos no sólo se pasean entre nos, sino que han sido capaces de llegar al extremo de presagiar públicamente sus actos anunciándoselos en primicia a sus terapistas, a las diversas redes sociales y hasta hacen público su xenofobia cantándolas en bandas con repertorios tenebrosos escudados en una supuesta libertad de expresión totalmente invulnerable.

El extremismo, intolerancia y terrorismo no tienen rostro, ni etnia ni religión. Vive en mentes perversas llenas de odio que se nutre por ideas y líderes corruptos subordinados a movimientos e intereses siniestros que les sustentan logística y financieramente. La proliferación de instituciones extremistas en Norteamérica es un problema real. El 'Southern Poverty Law Center' ha identificado al menos 1,018 grupos de odio organizados y operando a través de la nación americana. Operan unos 84 en California, 55 en la Florida, 45 en Texas y 34 en Carolina del Norte. Este es el extremismo que evidentemente toma auge y representa hoy un verdadero problema de seguridad que mina el entendimiento mutuo, la tolerancia y el respeto entre todos.

Tiroteo en templo de Wisconsin

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