Sembradores de esperanza

Recientemente tuvimos la oportunidad de ver nuevamente la película "The Great Debaters". La misma resalta el éxito de los estudiantes del equipo de debate de la Universidad de Wiley versus la Universidad de Harvard.
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CORE member James L. Farmer, speaking at a civil rights rally. (Photo by Lynn Pelham//Time Life Pictures/Getty Images)
CORE member James L. Farmer, speaking at a civil rights rally. (Photo by Lynn Pelham//Time Life Pictures/Getty Images)

En la foto, James Farmer. (Getty)

Dicen que las grandes victorias nunca son el resultado de un solo enfrentamiento. Llega como resultado de pequeños triunfos que se van acumulando en el proceso.

Recientemente tuvimos la oportunidad de ver nuevamente la película "The Great Debaters". La misma resalta el éxito de los estudiantes del equipo de debate de la Universidad de Wiley versus la Universidad de Harvard.

La Universidad de Wiley es una de las más antiguas en el sur de los Estados Unidos, fundada en el año 1873. Sus estudiantes son predominantes de la raza negra.

Esta pequeña victoria fue una muy significativa, ya que uno de los estudiantes que participó, se convirtió años más tarde en uno de los protagonistas más importante de la lucha por los derechos civiles de los norteamericanos de la raza negra.

El nombre de ese estudiante es James L. Farmer Jr., hijo de un ministro y profesor de la misma Universidad, en donde fue admitido a la corta edad de 14 años. Este mismo joven quien años más tarde en combinación con Roy Wilkins, Dr. Martin Luther King Jr. y Whitney M. Young Jr., se conocieron como los revolucionarios del movimiento más importante, que extinguió la segregación racial en los Estados Unidos.

Durante la película se observa como estos estudiantes fueron testigos de los linchamientos inhumanos que se daban en el estado de Texas. Vivieron en carne propia la discriminación sin piedad, por personas que tenían una piel más clara a la de ellos. De hecho la película, presenta muy bien algunas escenas fuertes en donde fueron tratados como animales realengos, simplemente por el color de su piel.

Pero en el proceso de entrenar para los debates estos jóvenes tuvieron una oportunidad de explorar un mundo de posibilidades. Esta apertura se da cuando comenzaron a exponerse en las diferentes competencias de debates. Ese escenario era uno en donde el color de la piel no era importante, sino las palabras que se decían en el transcurso del discurso presentado.

A su vez, los ayudo a evolucionar el proceso de adentrase de lleno a la realidad de ese momento. Esto los llevó a ellos a estudiar su historia, la de otras naciones y movimientos de lucha pacífica alrededor del mundo.

La competencia la cual ganaron en la película ante la Universidad de Harvard (fue realmente a la Universidad del Sur de California) no cambió la historia. Tampoco provocó marchas masivas para terminar algo que era inhumano, en contra de la misma Constitución que había creado esta nueva nación.

Para muchos este simple triunfo no era significativo y si no hubiese sido por Denzel Washington y Oprah Winfrey, este episodio en la vida de la lucha de la segregación racial nunca se hubiese conocido.

Pero para miles de personas, que hoy día que viven libres en Estados Unidos, esa pequeña victoria en ese momento en donde había un mar de desesperanza y desasosiego fue el comienzo de algo histórico.

Hoy día en que vivimos en un mundo en donde la inmediatez es la norma y el esperar es un lujo, sugerimos que hagamos un detente y hagamos una introspección seria de las pequeñas batallas que se están dando.

Cada una de ellas tiene un propósito ulterior, se unen por un cordón universal y están formando nuestro mañana.

Qué tal si en vez de estar quejándonos de lo que está mal, nos comenzamos a unir a una de las pequeñas batallas, para hacer la diferencia.

Qué tal si en vez de ser cómplices silentes de lo que no nos gusta, comenzamos a actuar y a exigir lo que es un derecho colectivo.

Qué tal si en vez de estar en las gradas mirando desde afuera, comenzamos a sacar el valor y nos envolvemos en lo que nos dará un mejor futuro, no tan solo para la generación actual sino pensando en las futuras.

La decisión de lo que deseamos en el mañana en nuestras vidas está planteada a todo aquel que esté leyendo estas palabras. ¿Cuál va hacer ahora la excusa de no envolvernos en algo que provoque la evolución?

Lo último que el ser humano pierde es la esperanza, sé que la tenemos en que cada día este mundo evolucionara, pero si no convertimos la palabra en acción vamos a estar en el frente de una batalla por muchos años.

Qué tal si nos convertimos en sembradores de esperanzas, para que así podamos contribuir a los triunfos pequeños que de alguna forma contribuirán a la gran victoria.

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