La hipocresía colectiva

No está curioso e interesante como en esta época de celebraciones, comenzando con la semana de Acción de Gracias y por espacio de unas semanas, concluyendo en la semana en donde damos la bienvenida a los 3 Reyes Magos, hay un cambio colectivo en las actitudes de las personas.
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No está curioso e interesante como en esta época de celebraciones, comenzando con la semana de Acción de Gracias y por espacio de unas semanas, concluyendo en la semana en donde damos la bienvenida a los 3 Reyes Magos, hay un cambio colectivo en las actitudes de las personas.

Se siente como si entráramos en un espacio diferente. En el mismo, dejamos atrás las discordias, deseamos que las malas noticias desaparezcan, los regalos son la orden del día, las sorpresas despedazan la rutina y el compartir nos engrandece el alma colectiva.

En medio de todo este revuelo sentimental colectivo, nos hemos percatado de una tendencia no muy bien orquestada. Esta no nace de una buena intención, sino de la continua avaricia que los ha corroído y de aquellos que han olvidado su humanidad.

Estas empresas utilizan esta época para escudarse detrás de algunas tácticas del pasado y autoproclamarse las salvadoras del mundo. Además, tratan de apelar a que los actos benéficos sean lo suficientemente fuertes para generar ventas.

Esas mismas empresas argumentan públicamente de que ellos están contribuyendo a la sociedad por medio de una simple donación anual a una entidad benéfica. Vamos a aclarar algo, ese simple acto algunas veces es más de lo que hace otras empresas, pero no es suficiente.

Hemos sido testigo de cómo empresas porque compraron una comida a una de las instituciones que dan ayuda a personas que viven en la calle y no tienen un techo en donde dormir, se toman fotos y la postean en las redes sociales engañándose a ellos mismos.

Son ellos los que están tratando de poner una imagen genuina con una cara aborrecida, sin color, sin sabor, sin un sentido honesto de compasión. El acto es solo uno más de esas cosas vacías, que solo ellos se lo creen y que alucinan que es lo que la sociedad desea ver.

La pregunta que les haríamos, a esos que se han olvidado de la habilidad que tenemos de sentir con solo haciendo un detente y percatarnos que estamos respirando, sería una sencilla ¿qué sucede durante el resto de los 364 días con estas personas tienen necesidades?

Hemos visto de cerca como multinacionales y empresa en general gastan (no invierten) millones de dólares en fiestas para agasajar a sus clientes. Cuando la misma termina, los que trajeron la comida tienen botar cientos de libras en tan solo segundos. Ellos ya acostumbrados a este acto inhumano y vergonzoso erradican la abundancia sin que la compasión pase por sus venas, ya que están envenados por la opulencia colectiva.

En otras ocasiones hemos sido testigo como personas gastan miles de dólares en decoraciones navideñas para sus empresas y hogares. Sin embargo, nunca han puesto un adorno navideño a la casa de sus abuelos o peor aún a sus padres.

Sabemos de otros que han sido testigo de la hipocresía colectiva, en donde la inmediatez de tratar de cubrir una culpa eterna y latente de que nos han hecho nada por el prójimo, los condena a tener que verse al espejo y no ver su alma. Desgraciadamente conocemos de personas que tienen buenas intenciones, pero que con el tiempo terminan en el zafacón del infierno.

De hecho la palabra hipocresía es diversa, algunos la definen como "la actitud constante o esporádica de fingir creencias, opiniones, virtudes, sentimientos, cualidades, o estándares que no se tienen o no se siguen".

Otros la definen como "la hipocresía puede venir del deseo de esconder de los demás motivos reales, o sentimientos. La hipocresía no es simplemente la inconsistencia entre aquello que se defiende y aquello que se hace."

Hoy día, lamentablemente estamos viviendo en una hipocresía colectiva, en una inconsistencia fundada en principios efímeros, sin sustancia. Repetimos como el papagayo sin cuestionarnos nada, sentimos sin saber y actuamos por complacer a quienes ni tan siquiera conocemos.

Agraciadamente todavía la humanidad de mucha gente está latente en la piel que nos regalaron para estar en esta existencia. Aun sentimos optimismo de que estamos en medio de una transformación colectiva en la que nos lleva por caminos inciertos para llegar a al terreno fértil.

Hoy contrario a lo que hemos experimentado tenemos una gran esperanza de que sigamos evolucionando y que muchos más se unan a la campaña silente que está en marcha por todo el mundo. En donde la pirámide de poder se está invirtiendo y las acciones nacen del genuino sentido de dar y el recibir se convierte en un apostolado.

Qué tal si nos unimos a esa revolución silente que extrae la hipocresía colectiva de la gente y comenzamos a dar si exigir, a compartir sin saber el porqué, a incluir sin distinción y sobre todo a querer sin conocer. Que tal si somos valientes y erradicamos la hipocresía colectiva de una vez y por todas.

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