¡Día de dar gracias!

El día de Acción de Gracias en nuestra sociedad se ha convertido -por los siglos de los siglos- en un buen momento para dar gracias por las cosas materiales y externas, que por alguna extraña razón las damos por sentadas el resto del año.
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El día de Acción de Gracias en nuestra sociedad se ha convertido -por los siglos de los siglos- en un buen momento para dar gracias por las cosas materiales y externas, que por alguna extraña razón las damos por sentadas el resto del año.

Vamos a tener claro que no estamos diciendo que eso este mal o no, sino que estoy haciendo una observación de la conducta de la inmensa mayoría de las personas.

Hoy escogemos algo diferente, hoy es un día perfecto -como cualquier otro- para realizar un ejercicio de introspección y ver sin vendajes otras bendiciones no tangibles, de las cuales podemos dar gracias porque son parte de quienes somos.

Lo primero que nos vino a la mente fue una escena la cual cambio nuestra manera de pensar de lo que es el significado de la palabra fe.

La escena particular es una sencilla, no tiene grandes detalles o un libreto complicado. La misma solo tiene una protagonista, quien sacaba unos diez a veinte minutos diarios de su mañana, para hacer un acto consistente desde que ella recuerda.

La escena era una diaria, se daba en una casa ubicada en la ciudad de Ponce, en donde calladamente y en como si fuese un acto simbólico, se retiraba a su alcoba. Al llegar a ella se arrodillaba al lado de su cama y con sus manos al frente de su rostro, en silencio, con los ojos cerrados y en una profunda concentración, este ángel empezaba a dar gracias por todo lo que tenía.

Este simple acto era algo que sucedía desde que tenemos uso de razón, el cual observábamos, pero no teníamos ninguna opinión sobre él.

En esa introspección que mencionamos el principio, nos dimos cuenta que ese acto silencioso, si había tenido un impacto directo en nosotros y más grande del que creíamos. Ese acto sublime era una forma indirecta de enseñarnos el verdadero significado de la gratitud y de lo que es la fe.

Primero la gratitud, fue su primera enseñanza, ya que no solo con palabras, sino con acciones, nos daba una lección no dictada de que en la vida no importa las 20 mil cosas que uno tiene que hacer en el día, uno podía escoger sacar unos minutos para agradecer lo que uno tenía.

Segundo, nos enseñó que la fe de verdad mueve montañas. Ella fue un vivo ejemplo de eso y hoy día sus hijos y aquellos nietos somos su gran cosecha. Unos tuvimos el gran privilegio de vivir esos momentos desde cerca, de ver, sentir y experimentar la divinidad celestial manifestada en la tierra.

Hoy que hacemos un detente de nuestra "rutina", de nuestro ajetreo diario y escogemos dar gracias por todo lo que tenemos, deseamos darle gracias a nuestra abuela, quien con sus acciones, su amor y su silencio, nos dio una cátedra de lo que es la gratitud personificada.

En el detente reconocemos que la fe que hemos desarrollado, no es más que el legado que ella nos dejó, que la gratitud en la que vivimos diariamente no es más que seguir sus pasos, que su espíritu sigue latiendo en nuestros corazones y que las acciones hablan más que mil palabras.

En un día como hoy, agradecemos todo lo material y por lo que no tenemos, pero más importante aún es que estamos agradecidos de todas esas cosas no tangibles, que son el legado y las lecciones de las cuales hacen que nuestra fe se engrandezca.

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