Un crimen inocente... pero tiene culpables

"Mi primer rifle fue un juguete", pueden decir muchos adultos. Pero en el hermanito de la fallecida Carolina ese recuerdo tendrá un significado muy diferente. ¡Qué horror!
This post was published on the now-closed HuffPost Contributor platform. Contributors control their own work and posted freely to our site. If you need to flag this entry as abusive, send us an email.

No se si llorar, gritar, ofender o simplemente no dejar de luchar en contra de la cultura de las armas en el país que presume de pacifista, al tiempo que hace la guerra y abusa de la tenencia y uso de armas.

¿Qué tenemos que hacer para evitar que los niños vean normal disparar un arma? Porque ellos simplemente hacen lo que se les enseña. Juegan a matar indios y vaqueros, a la Guerra de las Galaxias, o combaten a los enemigos de Iron Man, como posiblemente lo hizo este martes un pequeño de cinco años que vive en el estado de Kentucky y que mientras su mamá lo dejó unos segundos solo, mató accidentalmente a su hermanita Carolina, de dos años, con su rifle de "juguete", calibre 22, diseñado específicamente para niños. Se lo habían regalado sus padres para que aprendiera a cazar. La caza se convirtió no en un juego sino en la tragedia más grande de su vida.

¿A quién culpar? ¿A los padres? ¿A quienes con sus extremismos absurdos y retrógrados han hecho del uso de armas una cultura familiar y se oponen a una regulación y control?

Posiblemente los padres de la pequeña Carolina están influenciados por la Asociación Nacional del Rifle (NRA) que le lava el cerebro a los ciudadanos con la cantaleta de que una legislación en ese sentido sería violar la segunda enmienda, que les da el sagrado derecho constitucional a los estadounidenses "a poseer y portar armas" para su defensa y fines recreativos.

Es absolutamente increíble que toda una nación permita que grupo de interés, como la NRA y otros que promulgan el armamentismo, la mantenga enajenada y resistente a aceptar una realidad: por sentido común es necesario reglamentar las armas.

Seguramente los padres de Carolina vivirán con un peso muy grande sobre su espalda, por ser responsables de la muerte de su hija y del trauma sicológico que vivirá su hijo por el resto de su vida.

De acuerdo con cifras del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) en 2011 hubo en Estados Unidos 851 muertes causadas por disparos accidentales de armas de fuego, a las que agregamos 14,675 personas que resultaron heridas por la misma causa, que 7,991 eran menores de 18 años y que 3,569 tenían menos de 13.

Todas estas cifras nos dicen mucho más que mil palabras. Año tras año aumenta el número. Nada lo para y menos lo hará mientras "matar" sea negocio y una de las industrias más grandes del país, reforzada por la industria del entretenimiento que produce películas con violencia extrema, medios comerciales que venden juegos y videos que invitan a matar jugando, ferias y exposiciones que exhiben y venden sus armas como si fueran "palomitas de maíz" donde todos podemos comprarlas sin mayor problema.

Urge no dejar morir el debate sobre el control de las armas y su cultura. Debemos erradicar la raíz de la violencia que están heredando nuestros hijos.

"Mi primer rifle fue un juguete", pueden decir muchos adultos. Pero en el hermanito de la fallecida Carolina ese recuerdo tendrá un significado muy diferente. ¡Qué horror!

La labor de los que no creemos en la cultura de las armas es exigir, tal como lo hacemos con otros temas como la inmigración, que se ponga un alto ya.

Popular in the Community

Close

What's Hot