Un ángel en casa

Esta es una historia de la vida real que me hizo pensar en que muchas veces tenemos amor, inteligencia y talento frente a nosotros y no lo vemos porque estamos absortos en nuestros problemas o actividades cotidianas que nos impiden ver la maravilla más grande que hay en el mundo... nuestros hijos.
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Esta es una historia de la vida real que me hizo pensar en que muchas veces tenemos amor, inteligencia y talento frente a nosotros y no lo vemos porque estamos absortos en nuestros problemas o actividades cotidianas que nos impiden ver la maravilla más grande que hay en el mundo... nuestros hijos.

Eran las dos de la tarde cuando llegamos a la casa de los Gómez. Al entrar creí que nos habíamos equivocado de casa, y que habíamos entrado a una escuelita. No estaba equivocada, ¡Estaba en una escuelita! La joven pareja que habita allí inició, hace dos años, un lugar para preparar a niños para el kínder.

La verdad me sorprendí mucho porque hasta donde yo sabía mis amigos tienen un trabajo estable, son profesionistas y sin problemas que los obligara buscar alternativas económicas.

¿De dónde había salido la idea? Cuando le pregunté a mi amiga me contestó: "Por mis hijos".
Hace dos años mis amigos estaban preocupados de que sus hijos, un niño y una niña hermosos, estaban creciendo "solos". Ella, en un trabajo de 12 horas diarias y él en un trabajo de noche.
"Mis hijos están creciendo, y nos necesitan, dijo ella. Yo me la pasaba todo el día en el trabajo y ellos en una guardería, en donde no sabía si comían, dormían, o los trataban bien... no estábamos con ellos. Nos estábamos perdiendo lo mejor de la vida, verlos crecer...".

Dos años atrás el pequeño estaba muy agresivo con otros niños y no quería comer. La mamá no sabía cómo solucionar el problema. "Me preocupé mucho, y un día después del informe que me diera la directora de la guardería, mientras manejaba el auto rumbo a casa, le pedí a Dios que me diera la respuesta, que me ayudara a encontrar la forma de satisfacer las necesidades de mi casa pero al mismo tiempo atender debidamente a mis hijos".

"La respuesta llegó de inmediato cuando mi hijo me dijo 'Oye mami y por qué no me cuidas tú y cuidas a otros niños también porque eres muy buena mamá y me enseñas mucho".
Aquellas palabras fueron el principio de una nueva vida para la familia Soto. "Empecé con un niño, mi hijo. Después comenzaron a llegar más. Hoy tengo dos grupos de veinticinco niños. Mi hijo me dio la respuesta". La solución salió del corazón de un pequeño con hambre de "tiempo para él".
Hay que saber escuchar a quienes tanto tienen que decirnos... a nuestros hijos.

Victoria Ortiz. Periodista independiente. vickyram27@yahoo.com

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