Obama en Mexico... un teatro binacional

Peña Nieto demostró ser un presidente chiquito, sin discurso, sin ninguna dignidad. El simulacro de los dos representantes fue evidente.
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El aeropuerto de la Ciudad de México se cerró durante dos horas... numerosas calles del centro de una de las ciudades más grandes y pobladas del mundo se bloquearon con seguridad extrema sin importar que la ciudadanía tuviera que ir al trabajo, escuela, o cualquier emergencia... en varias azoteas del área -cerca de Palacio Nacional, donde despacha el presidente de la República- había francotiradores estadounidenses... ¿Quién viene o de qué se trata? ¿Estamos hablando de un país en guerra o en estado de sitio?

Pues fíjese que no. Se trata de la visita a México del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y cuyo objetivo fue hablar (nuevamente) de las maravillosas relaciones binacionales que podemos tener ambos países, borrar las malas experiencias con el ex presidente Calderón y, claro, hablar sobre la reforma migratoria, economía e inversiones.

¿Para eso se necesitaron tanto circo y disponer de casi todas las fuerzas de inteligencia y seguridad del país? ¿Por la visita de Obama?

Gastaron dinero a manos llenas para la protección del presidente estadounidense. México no es como Estados Unidos, en donde sí existe terrorismo, entonces, como dicen en mi país de origen, "que le bajen de tono". Muchos mexicanos habrán dicho: "No 'manchen' pudieron hablar por teléfono, sin crear tantas molestias". ¿Miedo a los narcos? Acepto que existen, pero no se van a poner con "Sansón a las patadas", su mayor consumidor y cliente.

Creo que fue una visita absurda e irrespetuosa. La llegada de Obama a México alteró la vida nacional, modificó el tráfico aéreo nacional e internacional y afectó a miles de viajeros que quedaron "varados" en el aire, vuelta y vuelta, por más de una hora, o desviados a otras ciudades, sin importarle al gobierno los compromisos de cada uno de estos viajeros. Lo importante era hacer el show presidencial.

La relación México-Estados Unidos tiene una gran importancia y nadie lo niega, pero llevamos años escuchando la misma perorata de "estrechar relaciones" y la verdad no pasa nada.

Cada día la Embajada de Estados Unidos le niega visas a mexicanos (pero que tal se las dan a terroristas de Europa y Medio Oriente), tenemos un tratado de Libre Comercio que no se respeta, los derechos civiles de millones de mexicanos en el exterior no existen (que se lo pregunten a Joe Arpaio), las visas de trabajo para norteamericanos que van a trabajar en México salen sobrando (que se lo pregunten a los trabajadores mexicanos de la industria fílmica que no tienen chamba porque los productores y técnicos "americanos" llegan y se las quitan), las armas siguen llegando de EU a México sin control y por toneladas... en fin, mil cosas que no se arreglan con una visita presidencial...

Pero lo peor y más indignante fue escuchar al presidente de México, Enrique Peña Nieto, decirle al presidente Obama que no tenía mucho que opinar sobre la reforma migratoria. Él, como presidente de los mexicanos, debería poner el dedo en la llaga y exigir que se respete y no se siga abusando de sus connacionales, que no están en el otro lado de la frontera por gusto, sino por la incapacidad de los gobiernos que no pueden alimentar a su pueblo. Qué falta de liderazgo y oficio de Peña Nieto. Tuvo una gran oportunidad de exigir respeto y no lo hizo. ¿Por qué? Porque es muy claro que esta visita es nuevamente con fines empresariales de los que no formamos parte todos los ciudadanos.

Peña Nieto demostró ser un presidente chiquito, sin discurso, sin ninguna dignidad. El simulacro de los dos representantes fue evidente. Que les den atole con el dedo a otros, ¿cuáles buenas intenciones? El gasto fue brutal y sobraron los discursos huecos, repetitivos y demagogos.
Lo que sí creo es que los intereses y las conveniencias cupulares de ambas partes quedaron complacidos. En fin, otro teatrito binacional.

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