No me canso de repetir que es muy triste que el ser humano no evolucione, a pesar de ser considerado (por él mismo) el ser que tiene mayor inteligencia, en tanto que los animales, irracionales, solo poseen un instinto natural para sobrevivir.
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No me canso de repetir que es muy triste que el ser humano no evolucione, a pesar de ser considerado (por él mismo) el ser que tiene mayor inteligencia, en tanto que los animales, irracionales, solo poseen un instinto natural para sobrevivir.

Es muy fácil darse cuenta que nada cambia en el género humano a pesar del paso del tiempo. El hombre sigue siendo el mayor depredador en la historia del mundo.

Odios, diferencias raciales, políticos enfermos de poder y una sociedad decadente es lo que prevalece en el mundo. En vez de aprender y solucionar lo que causa las miserias humanas, imitamos las conductas más rastreras y humillantes que identifican a personas que han cometido actos terribles.

Viendo un programa de televisión producido por History Channel sobre el pasado moderno de la ciudad de Portland, en Estados Unidos, que desarrolla su historia en las profundidades de su subsuelo como miles mas, que han sido testigo de atrocidades y excesos de la sociedad del siglo pasado es fácil darse cuenta que nada cambia.

Tráfico de humanos, prostitución, tráfico de drogas y alcohol, abuso de poder, discriminación y sobre todo violencia extrema fue el contenido del programa.

¿Le suena diferente a lo que sucede en la actualidad? A mí no. Por ejemplo, el tráfico de esclavos continúa en África, las mujeres son mutiladas en el Medio Oriente, en Latinoamérica los indígenas son tratados como esclavos y en los Estados Unidos sigue la discriminación. Y eso sólo por mencionar algunos casos y lugares.

Repito, nada cambia. El poder absoluto de unos cuantos rige a las grandes mayorías del mundo. La falta de tolerancia aumenta a pesar del paso de los siglos. Las autoridades, elegidas por las mayorías, protegen a los poderosos, que constituyen una minoría. Hoy en día se viven prácticas de explotación diferentes, pero no menos crueles que las de antaño.

La revolución industrial trasformó al mundo, la revolución tecnológica rebasó lo inimaginable, pero el único que no ha logrado cambiar es el hombre y su conducta.

Cada uno de nosotros tiene que hacer su parte. Pero no la hacemos. Sé que no vamos a parar ni la guerra de Egipto, ni la insultante declaración de inocente de asesinos como Zimmerman en Florida, ni erradicar el narcotráfico del mundo y menos acabar con desigualdades e injusticias. Pero lo que sí puedo hacer es invitar a cada uno de los lectores a que reflexione sobre cómo mejorar la vida de los suyos y de los que lo rodean.

Decía mi padre que un granito de arena en la inmensidad del desierto puede hacer la diferencia. Usted podría ser ese granito.

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