COINCIDIR: Brindo por los que ya no están

Un año que termina estéril y sin cambios positivos para la humanidad. Pareciera que entre más crece su conocimiento científico, intelectual y político el hombre más se empeña en dominar y conquistar en un hambre insaciable de poder.
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Un año que termina estéril y sin cambios positivos para la humanidad. Pareciera que entre más crece su conocimiento científico, intelectual y político el hombre más se empeña en dominar y conquistar en un hambre insaciable de poder.

Hagamos un breve análisis de lo que pasó en México y en Arizona durante el año, porque si hablamos del panorama mundial la lista de situaciones trágicas e irremediables sería interminable.

En México hubo más de 100,000 muertes a consecuencia de la guerra contra el narcotráfico y miles de ellos fueron inocentes que se encontraban en medio de fuegos cruzados. Es el saldo del nefasto gobierno de un ególatra, Felipe Calderón, que nos dejó un México con más pobres, pero también con un grupito de privilegiados que alcanza en riqueza cualquier cifra que usted pueda imaginar. Si no lo creen, pregúntenle a Slim, Azcárraga y Salinas.

A pesar de que en México se evitó el efecto dominó de la depresión económica mundial, el país tuvo un aumento risible en el salario mínimo. Fue la clase trabajadora la que pagó por esa "fortaleza" de la economía nacional y es que todavía hay quienes piensan que una familia mexicana puede vivir con 55 pesos diarios.

Pero pasemos al lado norte de la frontera. En este año Estados Unidos vivieron más muertes de inocentes a causa de las masacres causadas por personas que utilizan sin restricción armas de fuego que ni siquiera deberían existir.

Es impensable que siga existiendo una sociedad que se pronuncia a favor de la libre compra de armas, por derecho constitucional, después de las matanzas que en este año dejaron más de una centena de víctimas, niños, maestros, padres de familia, en lugares públicos y supuestamente seguros como son escuelas y cines.

¿Qué tenemos que celebrar? Por Dios, las fiestas navideñas son solo una ilusión de mercadotecnia. Preguntemos a las miles de familias que fueron separadas por un sistema político que se resiste a una indispensable reforma migratoria. ¿Con quién van a pasar navidad y año nuevo las familias que fueron separadas y que nada tienen que celebrar, pero sí mucho que sufrir?

Quisiera estar feliz, ir de compras, gastar lo que no tengo, cantar y brindar porque el año venidero sea mejor, pero la verdad no puedo. Prefiero levantar mi copa y recordar a todos los seres humanos que ya no están con nosotros porque fueron víctimas de matanzas, guerras, odios, enfermedades y racismo. ¡Salud!

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