Cuando empezaron a ser públicas las 'relaciones públicas'

Tengo que admitir que aunque admiraba y me enorgullecía de la profesión que fue clave en mi desarrollo profesional, siempre tuve un leve rechazo al término "Relaciones Públicas". Al punto de que constantemente traté de evitarlo en mis títulos y en los de mi equipo. Primero, porque se usaba muy a la ligera; segundo, porque muchas personas en realidad no sabían qué significaba exactamente y tercero, porque no entendía la razón por la cual la llamaban relaciones públicas cuando en realidad no eran tan públicas.
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Tengo que admitir que aunque admiraba y me enorgullecía de la profesión que fue clave en mi desarrollo profesional, siempre tuve un leve rechazo al término "Relaciones Públicas". Al punto de que constantemente traté de evitarlo en mis títulos y en los de mi equipo. Primero, porque se usaba muy a la ligera; segundo, porque muchas personas en realidad no sabían qué significaba exactamente y tercero, porque no entendía la razón por la cual la llamaban relaciones públicas cuando en realidad no eran tan públicas.

¿Cómo que no? Me explico.

Anteriormente, las relaciones públicas funcionaban de esta forma:

Una compañía tenía algo importante que anunciar. Se escribía un comunicado de prensa formal. Se tomaban unas fotos oficiales. Se mandaban unos kits de prensa por correo a los medios. Y ni hablar de cuando no existía el internet y se enviaban los comunicados por fax. Créanme, yo lo hice usando simultáneamente ¡todos los faxes en los dos pisos de Telemundo!

Se llamaba a los reporteros para tratar de convencerlos a que publicaran la noticia. Se ofrecían entrevistas con los personajes correspondientes. O tal vez se hacían eventos de prensa para que los reporteros se interesaran y escribieran sobre el tema.

Como verán, era una comunicación entre el relacionista público y el periodista, quien a su vez escribía para el público. En otras palabras, el relacionista "público" tenía cero contacto con el público.

Hoy en día, con el fenómeno de las redes sociales, para bien o para mal, por fin podemos decir que las relaciones públicas ¡sí son públicas!

Sé que no fue tarea fácil para muchos en esta profesión dar entrada a este fenómeno ya que era una amenaza de pérdida de control del mensaje. Algo que era celosamente guardado, ahora se escapaba en el universo digital. La formalidad se iba por la borda, ahora cualquiera podía divulgar una noticia con o sin estrategia, y miles o hasta millones de personas se podían enterar. Imagínense el terror.

Tarde o temprano, unos más proactivos y otros a regañadientes, los relacionistas públicos tuvieron que engancharse en esta ola digital para seguir vigentes.

¿Pero cómo cambia verdaderamente el trabajo de un relacionista público con la llegada de los medios sociales? ¿Cuáles son las ventajas y las desventajas?

Lo principal es que se ha borrado la línea que separaba al relacionista público de la audiencia. Eso para mí, es un regalo. Recuerdo que cada año en los Premios Billboard uno de mis momentos favoritos era cuando compartía con los fans en la Alfombra Roja. Poder interactuar con ellos, escucharlos y contarles cosas era emocionante. Lo mismo cuando iba con artistas a eventos en los diferentes estados del país y podía palpar la reacción del público. Eso no tiene precio.

Ahora con las redes, un relacionista público puede crear esa relación con la audiencia directamente. Y si aprovechan esa oportunidad, pueden multiplicar grandemente sus esfuerzos de promoción. ¿Quien mejor que los mismos fans para "hacer bulla" de algo que queramos divulgar? Un buen relacionista público valora esto e inclusive, se vuelve más creativo en sus esfuerzos. ¿Quién iba a decir que algún día se le pasarían comunicados de prensa, fotos y adelantos a la audiencia? Consideren que anteriormente un comunicado de prensa lo veían solo unos pocos afortunados.

Las redes sociales también han abierto un espacio para mover una cantidad de información que los periódicos, revistas o programas de televisión no podrían abarcar jamás aunque quisieran. Fotos, videos, información corta, precisa y al instante, que llama la atención y no conlleva tanta elaboración. Una maquinaria de promoción a tu alcance, donde puedes crear impacto en minutos y no tener que esperar a que nadie lo publique.

Se preguntarán entonces qué pasa con los reporteros y los medios. ¿Ya no se necesitan? La respuesta es, ¡claro que sí!. El poder de la prensa para divulgar mensajes sigue siendo vital y de gran peso. Nada como una buena historia en un medio de reputación y gran alcance. Para un relacionista público, eso sigue siendo lo más importante. Es sólo que ahora hay otras alternativas que ayudan a crear más exposición. Todo suma.

Es más, una buena campaña de medios sociales abre las puertas a que un periodista se interese en un tema y escriba sobre eso. O sea, que las redes ayudan a que el relacionista público tenga más armas para llamar la atención de un periodista.

¿Cuáles pueden ser las desventajas de las redes sociales? Lo obvio es que mientras más exposición, más grande el riesgo si algo sale mal y esto puede causar daños a personas o empresas. Creo que hemos visto bastante de eso. También hay ocasiones en donde se filtra información en las redes sociales que es falsa, o que todavía no está lista para anunciarse, causando muchos inconvenientes. Pero asimismo, con una estrategia inteligente, a veces se puede neutralizar o hasta aprovechar para sacar algo positivo.

También hay que tener en cuenta que aunque la meta es promocionar, todo debe hacerse de la mano de una estrategia inteligente detrás: con un buen mensaje al tiempo justo, que logre una percepción positiva, que acaparare la atención de la audiencia y la lleve a participar de la forma deseada. Y es ahí donde un buen relacionista público se hace valer. De nada sirve enviar mensajes sin propósito y sin sentido, solo por mandar. Bulla sin estrategia, es solo eso, bulla. Y a veces puede hacer más daño que otra cosa.

Como dije al principio. Ahora las relaciones públicas sí son públicas. Lo bueno: si lo haces bien, se entera todo el mundo. Lo malo: si lo haces mal, también.

¡Hasta la próxima!

Suzette Millo

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