Hoy, Roger Federer sufrió como pocas veces. En su espalda carga un enorme compromiso ya no con su nación, sino con él mismo. Es cierto que Suiza ve en él a su mayor esperanza, sino es que la única, de obtener una medalla de oro en los Juegos Olímpicos. Es cierto que el tenista es la estrella deportiva más grande que ese país ha dado y que llega a Londres de nuevo colocado como el número uno del mundo según el ranking de la ATP. Pero lo que a Roger le pesa no es nada de eso, sino que siendo un hombre que ha batido prácticamente todos los récords de este deporte y que cuenta en su historial con la impresionante cantidad de 17 Grand Slams ganados, le sigue faltando el escalón más alto en el podio Olímpico. A sus 30 años de edad, aunque todavía le queda vida para seguir conquistando títulos, podemos casi asegurar que se trata de su último ciclo olímpico, así que colgarse la medalla de oro es algo que desea con todo su corazón.
Es cierto, por supuesto, que en Beijing 2008 obtuvo la medalla de oro al lado de su amigo y compatriota Stanislas Wawrinka, pero aunque sin duda aquello fue una proeza maravillosa, ganar en dobles no tiene el mismo sabor que consagrarse en singles. Y para alguien de mentalidad ganadora y ambiciosa como la de Roger Federer, el Oro Olímpico es algo que se necesita casi, casi como el aire que se respira. Este tipo, el más grande tenista de todos los tiempos, tiene mucha hambre todavía.
Y sí, Federer hoy sufrió en una tremenda semifinal frente al guerrero argentino Juan Martin del Potro, ese que en 2009 le arrebatara el US Open en un partido de final histórico disputado a cinco sets. Aunque la serie entre estos dos jugadores se encuentra totalmente inclinada a favor del suizo, se sabía que la batalla contra ese a quien apodan 'La Torre de Tandil' no iba ser cosa fácil, porque claro, estando tan cerca de la gloria, el chico de 23 años iba a pelear con todo para poder colarse a la final de los Juegos Olímpicos.
Lo que hoy vimos en la cancha fue un deleite de tenis, por un lado, cortesía del magnífico Roger, con su perfección de muñequeo, su precisión, su asertividad, su calma y su experiencia, y por el otro, gracias a Del Potro con su enorme talento, su garra, sus largas carreras para alcanzar pelotas y su devoción por el deporte.
La batalla fue agotadora para ambos y por momentos, al argentino le empezaron a fallar las piernas, pero siempre tuvo fuerza para volver a correr un poco más. En otras ocasiones, al suizo le falló el pulso, y cuando tuvo todo para quebrar a su adversario, pegaba con más efecto del que quería y sus pelotas se iban largas.
Ambos sudaban, respiraban agitados, miraban al horizonte tratando de encontrar un poco de calma y una pizca más de inspiración. Al final, luego de un histórico partido de 4 horas con 25 minutos -el más largo en la historia de los Olímpicos-, la magia de ese a quien muchos llaman "su majestad" o "la perfección suiza", se hizo presente. La disputa terminó a su favor con un dramático marcador 3-6, 7-6 (5), 19-17. Ambos gladiadores soltaron lágrimas y el estadio de Wimbledon retumbó por la ovación rendida a estos monstruos del tenis.
Del Potro fue un hueso duro de roer que puso a prueba todas las virtudes de Federer. Pero lo que hoy pasó aquí, todo ese sufrimiento, es sólo la primera parte del camino al oro. En la otra semifinal se encuentran compitiendo Andy Murray, la esperanza local, y Novak Djokovic, el serbio que ha madurado para convertirse en una máquina del tenis. Ambos son tremendamente talentosos y mucho más jóvenes que Federer, y por ello sus posibilidades de vencer al suizo en la final son grandes. Pero Roger tiene hambre de triunfo. Roger quiere pasar a la historia como el tenista que lo conquistó todo. Roger quiere ese metal que le falta en la vitrina, así que aunque hoy dio un enorme paso hacia la gloria olímpica, deberá sacar lo mejor de sí para ganar esa última batalla.
Lo mejor de Roger Federer
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