10 formas en que mis gatos me han entrenado para cuando sea mamá

Tengo 'trillizos' y sé que se necesita condición física para seguirles el paso a los niños. Nina, Syd y Periquix me han dado muchas lecciones sobre lo que representa la maternidad. Sí, aunque "sólo" sean gatos.
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Hicieron click en esta nota porque se sintieron identificadas o porque les molestó un poco la aseveración de mi título. A quienes les ocurrió lo segundo, les digo con respeto que me queda muy claro que criar a un niño no se compara en lo absoluto con tener gatos. Sé que su labor como mamás de humanos es infinitamente más compleja que mi trabajo como mamá de gatos. Es sólo que tengo un par de muy buenas amigas que son mamás y que en varias ocasiones me han dicho que mis gatos son como niños y que yo, si bien no tengo bebés, sí soy como muchas mamás. Luego de leer el blog de Hana Graham en Catster sobre la vida con sus dos mininas, asumí mi maternidad y terminé diciéndome a mí misma: "Te entiendo, mujer. Yo tengo 'trillizos''".

Así que, en mi papel de mamá gatuna, quiero contarles cómo es que Syd, Nina y Periquix me han estado entrenando durante años para cuando me toque el turno de hacerme cargo de un bebito humano. He aquí 10 lecciones que he aprendido gracias a estos mininos:

1. Dormir 8 horas seguidas es una ilusión (así como levantarse hasta que haya salido el sol).

La última en dormirse en mi casa, siempre soy yo. Antes hay que dejar a los gatos en su cama -o al menos esperar hasta que después de haberse arrullado sobre mi panza, se queden dormidos. Luego, en algún momento de la noche tendré que quitarme una pata de la cara. En la madrugada, alguno de los tres gatitos comenzará a llorar porque, al ser el único despierto en el lugar, se sentirá infinitamente solo y abandonado. Me tocará levantarme por ahí de las 3 am a enseñarle que su plato sí tiene agua y que todavía hay croquetas servidas para que calme su hambre. También acompañarlo al arenero por si quiere hacer pipí. A las 5:30 Syd y Periquix están listos para el nuevo día. Y claro, sus maullidos y sus patitas sobre mis ojos significan que yo también debo estar lista para salir de la cama.


Periquix me despertó sólo para poder arrullarse sobre mi panza.

2. Los niños comen primero (y mamá debe compartir su comida).

Tan pronto entro a la cocina los tres gatos se aparecen por ahí y están listos para pedir un cariñito. Lo primero es servirles su leche deslactosada, y después, luchar para que no me arrebaten de las manos el tazón de cereal. Si se abre una lata de atún el maullido será enloquecedor. Es perfecto: dividimos raciones y mantenemos la línea.

nina pide comida
"Me vas a dar de tu cereal, ¿verdad?" -- Nina.

3. Hay que limpiar popó y mocos todos los días.

La relación de los gatos con el arenero es magia pura. Honestamente, el trabajo que uno hace para limpiar es mínimo, aunque teniendo gatos de pelo largo suelen ocurrir accidentes (por eso en casa siempre hay toallitas húmedas). Lo de los mocos es una situación extraordinaria: Periquix, la más pequeña de los tres, tiene un problema crónico en vías respiratorias. No es un asunto grave, pero la bombita saca-mocos es su peor enemiga. Para que respire sin dificultad, hay que limpiarle esa nariz miniatura varias veces al día (y al menos una durante la noche).

Ah, y claro, no hay que olvidarse de las bolas de pelo que los gatos vomitan de vez en cuando -algo que generalmente ocurre de madrugada, y sí, en ese momento hay que salir de la cama para resolver el asunto.

periquix syd cama
Periquix y Syd con caritas de inocentes.

4. El doctor y las medicinas nunca son divertidas. Y los enfermitos necesitan apapachos.

Pocas cosas estresan tanto a los gatos como viajar en auto. No importa si el recorrido es de 5 minutos, la visita al veterinario será un drama. Y si el tratamiento implica darles un jarabito, cuidado. Entonces, después del martirio, necesitan consuelo. Les dará "mamitis". Y bueno, uno está ahí para eso.

nina compu
Nina se cansó de esperar a que mamá salga de trabajar.

5. Hay que recoger juguetes para no tropezarse con ellos.

Ratones de felpa, ratones de plástico, ratones de estambre, listones, pelotitas con cascabel (algo que por ninguna razón puede quedar libre en la noche). Siempre quiero comprarles algún juguete nuevo, pero como todos los dueños de gatos saben, una bolsa de plástico, una caja de cartón o los calcetines recién lavados, son sus favoritos.


Aparentemente mis zapatos tienen encanto.

6. Se necesita condición física para seguirles el paso (y ser creativo para inventar juegos).

Es cierto que los gatos duermen casi todo el día, pero cuando están despiertos, necesitan acción. Entonces, mi tarea es mover de un lado a otro una pajita para que jueguen al cazador, o correr para jugar a las escondidas, o bajar las escaleras del edificio para llevarlos al jardín, y subir detrás de ellos cuando algún vecino se aparezca por ahí, los asuste y salgan huyendo.


Syd volviendo a casa luego de escuchar que el vecino de abajo salía de su departamento.

7. El silencio no es común en casa.

Imaginen a tres gatos. Tres gatos que no son clones, y entonces, nunca lloran coordinados. Uno llora desesperado porque sus hermanos duermen y no le hacen caso. Luego, otro llora porque estoy trabajando frente a la computadora y necesita jugar conmigo. Cuando esos dos se durmieron, el tercero llora porque le espantaron el sueño. Y obviamente, como ocurre en todas las familias, los hermanos a veces pelean. Naturalmente, el ronroneo es mi sonido preferido.

gatimix
¿No son unos angelitos?

8. No puede haber un favorito.

Son seres únicos y necesitan atención única. No puedo hacer que sientan que quiero más a uno que al otro, porque obviamente no es así. A Nina le gusta que la cepillen y que le acaricien la panza, pero si alguno de los otros dos se acerca cuando estamos en esa rutina y lo atiendo, ella se siente desplazada. A Periquix le gusta treparse sobre mi pecho y acurrucarse en mi cuello; si no puedo respirar o moverme, da igual. A Syd le gusta aplastarse en mis piernas, tomar agua de mi vaso, y dormirse abrazado como si fuera bebé. Yo necesito tiempo para hacer todas esas cosas por separado.

syd cajon
"¡Mira mami, sí cupe!" -- Syd.

9. Ver la televisión no significa estar una hora tirada en el sofá.

Amo ver televisión. Amo ver fútbol. Y tenis. Y sí, los partidos son largos. Si no tuviera hijos, estaría tumbada las dos, tres o cuatro horas necesarias. Pero, a menos que sea el momento de la siesta de los tres gatitos, habrá alguno de ellos que no entienda por qué su madre está ahí tirada sin hacer nada --nunca logré que le prestaran atención a la pantalla. Entonces, ver fútbol es algo que hago mientras los cepillo y me mordisquean, escucho los goles a la distancia y regreso corriendo a verlos, pero ya tengo entonces a un gato corriendo detrás de mí entusiasmado porque estamos jugando a la persecución, y si me tardo mucho mirando la repetición, una mordida en los tobillos me hace reaccionar.

mama gatuna
Me cayó bien el baño.

10. Mamá tiene que estar siempre a la vista de los niños.

Sé lo que es hacer pipí con un acompañante en el baño. Y bañarse con público. Y vestirte con un gatito analizando tus movimientos y prácticamente suplicando que te apures para que puedas jugar con él.

nina en el bano
Nina esperando a que mamá termine de hacer pipí.

Mi familia es bella y el amor que siento por mis hijos gatunos es descomunal, lo juro. Estos tres nunca me darán una tarjetita en el Día de las Madres, ¿pero qué más da mientras la casa esté llena de pelos, maullidos y ronroneos?

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