Argentina: La muerte se viste de rosa

La liberación parece no llegar nunca. Los años pasan, se llevan la juventud, y en muchos casos las vidas de estas mujeres silenciadas por el terror.
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Women's shoes and candles bearing the names of victims of violence against women are placed outside the city hall during a protest in Bucharest, Romania, Tuesday, Nov. 25, 2014. Romanian women gathered in a protest on the International Day for the Elimination of Violence against Women, demanding better support from the authorities for the victims of violence. Romania, a European Union member state, has no proper legal framework to combat domestic violence against women, with police unable to intervene if acts of violence take place inside a couple's home. (AP Photo/Vadim Ghirda)
Women's shoes and candles bearing the names of victims of violence against women are placed outside the city hall during a protest in Bucharest, Romania, Tuesday, Nov. 25, 2014. Romanian women gathered in a protest on the International Day for the Elimination of Violence against Women, demanding better support from the authorities for the victims of violence. Romania, a European Union member state, has no proper legal framework to combat domestic violence against women, with police unable to intervene if acts of violence take place inside a couple's home. (AP Photo/Vadim Ghirda)

El dolor aprieta las entrañas, las contracciones se hacen cada vez más dolorosas y la mirada de él destila desprecio: "Cuando grites de verdad te voy perdonar". No hay tiempo para pensar qué le tiene que perdonar.

Paula se concentra en su parto. Pasan las horas, se suceden esfuerzos, jadeos interminables y se impone la cesárea. Nace finalmente la ilusión: la niña llora, pero su padre permanece sin sentimientos. Inalterable, espera que la madre despierte para decirle :"Qué bien, mírate, tú nunca pariste, simplemente te la sacaron". Ella jamás olvidará que el momento más sagrado de su vida fue violentado por su propio compañero.

La violencia puede ser una de las experiencias más psicológicamente lesivas para una mujer, niña o niño. Millones de mujeres la padecen alrededor del mundo con el agravante físico de los golpes, lastimaduras, violaciones y en tantos casos, con la fatal consecuencia de la muerte.

La agenda política internacional lleva el tema a sus foros, generalmente femeninos. Sin embargo, éste no llega a ser una política de estado activa en la mayor parte de los países donde más se padece y hoy se encuentra ya agravado por fenómenos que lo atraviesan, como son la trata de personas y el tráfico de drogas.

Según Fabiana Tuñez, miembro en Argentina del Observatorio de Femicidios"Adriana Marisel Zambrano", que coordina la asociación civil La Casa del Encuentro, fueron 295 las mujeres asesinadas en el país durante 2013. Estas cifras significan un femicidio cada 30 horas. Estos números crecieron un 16 por ciento en relación con el año anterior y constituyen la cifra más alta de los últimos seis años. Estas muertes dejaron además 405 niños y niñas huérfanos de entre 13 y 18 años.

Quizás lo más grave de la situación comienza con la ausencia de estadísticas oficiales, que de haberlas, harían posible la implementación de políticas públicas serias, activas y eficaces a la hora de evitar muertes inocentes.

"Desde el 2008 venimos pidiendo un mapa de la situación, a pesar de que en Argentina se ha avanzado mucho en cuanto a leyes, pero falta camino por recorrer en cuanto a asistencia directa, prevención y estadísticas. La modificación de currículas educativas también es central para cambiar conductas sociales entre ellas, la del machismo y el patriarcado. Otras de las políticas públicas que falta es la creación de un Ministerio de igualdad de oportunidades, parte de una agenda prioritaria que reclama además la asignación de un presupuesto que haga posible el trabajo", explica Tuñez .

"Si vas a una comisaría a denunciar, la misma pasa a juzgado, eso lleva tiempo y en el medio seguís desprotegida", comenta Analía, que hace poco tuvo el valor de denunciar a su marido golpeador. "Como no me golpeaba siempre, tardé en hacer la denuncia, aunque no tengo pruebas y la justicia aquí te pide más o menos que llegues muerta para comprobar maltrato", agrega.

Es cierto, miles de casos como éste son denunciados diariamente en el país y luego quedan en un expediente que se cae por falta de pruebas. Tras esa ineficiencia se esconden los violentos porque saben que el sistema les ofrece tiempo para diluir el delito o escapar de la escena.

¿Y qué hace la política local para afrontar este flagelo que desangra la vida de las que quedan vivas y se lleva la de las que ya no lo pueden contar?

Poco en términos concretos. Diríamos que hay que vivir una situación de violencia para comprobar el complejo entramado de machismo, complicidades, ineficiencia e ignorancia de la clase política y la justicia hacia este flagelo, del que casi siempre hablan y trabajan las mujeres políticas y no los hombres. Por eso el tema aquí no es sólo proclamar palabras, condenas mediáticas o leyes. La cuestión es hacerlas cumplir en los plazos que eviten mayor violencia o muertes.

En la práctica se comprueba que ese camino de la justicia es demasiado largo y las mujeres siguen sufriendo, aún cuando se judicializan los casos. La liberación parece no llegar nunca. Los años pasan, se llevan la juventud, y en muchos casos las vidas de estas mujeres silenciadas por el terror.

Recientemente, la ministra de Defensa, Cecilia Rodríguez, defendió la política de lucha contra la violencia que lleva adelante el gobierno, anunciando la implementación de botones pánico para mujeres en riesgo. Pero la medida parece no alcanzar, pues el problema es algo más complejo y así lo indican las cifras que publicamos.

Por todo, y ante la ausencia de cifras oficiales actualizadas, los medios siempre esperan los datos que aporta La Casa del Encuentro.vY viceversa: "Nos basamos en lo que sale publicado en más de 200 medios periodísticos del país, mas el seguimiento personalizado de esos casos en la justicia. Este es sólo un piso desde el cual estamos hablando porque en realidad no todos los femicidios llegan a la prensa. Es necesario cambiarle la mirada y los paradigmas a los jueces y a las juezas. Cuesta hacerle entender a la clase política que este es un tema inherente a la agenda de los derechos humanos de los cuales no forman parte ni la trata de personas ni la violencia de género", explica Tuñez.

Salta y el mundo, con cifras alarmantes:

La norteña provincia de Salta arroja cifras espeluznantes:1,5 casos de femicidio por día y con más de novecientas causas nuevas de violencia psicológica al mes, de las cuales el 67 por ciento de las víctimas son mujeres y la mayoría, además de hostigamiento, sufre golpes seguidos de muerte.

La situación llevó al Gobernador de ese estado, Juan Manuel Urtubey, a declarar la emergencia provincial por violencia de género y a agravar las penas para quienes la ejercen. Entre el 2008 y el 2014, 82 mujeres muertas, entre ellas dos turistas francesas, ponen a la provincia que siempre fue un emblema del turismo nacional e internacional, como un lugar por lo menos sospechoso de peligros no tan expuestos en otras capitales argentinas.

"El promedio de femicidios en el país va desde los 15 a los 50 años. Atraviesa todas las clases sociales y el lugar más inseguro para una mujer es su propia casa", dice Tuñez y contextualiza: "México, Guatemala, Cosa Rica, son países con alta densidad de femicidios, pero dentro de lo que es Sudamérica, Argentina lleva el índice más alto. Luego nos sigue Uruguay, Bolivia, Perú y Chile".

Pero como es público, la violencia de género impone víctimas en todo el mundo. Ya lo alertó la Organización Mundial de la Salud (OMS), este último 25 de noviembre, día internacional de la Eliminación de la violencia contra la Mujer, una de cada tres mujeres en el mundo experimentó violencia de género de algún tipo en su vida, e instó a los gobiernos a reglamentar políticas públicas eficaces en ese sentido.


Droga y trata de personas: dos flagelos que agravan la violencia de género.

"Lamentablemente Argentina se ha convertido en estos últimos años en el primer consumidor latinoamericano de cocaína y en el tercer exportador mundial, con estudiantes secundarios como principales consumidores de pastillas de diseño. El narcotráfico se impone en diversas direcciones: tráfico de efedrina para abastecer carteles mexicanos, con causa abierta en el poder judicial local y que compromete a altos funcionarios nacionales, luego hay producción y exportación del clorhidrato de cocaína en la Ciudad de Buenos Aires y otras capitales del interior del país y además hay alrededor de 4000 pistas clandestinas de aterrizaje más mecanismos de lavado de dinero de todo tipo, que incluyen sólo dos condenados en los últimos 20 años". Con estas palabras, el titular de la Fundación Alameda y diputado de la Ciudad de Buenos Aires, Gustavo Vera (Bien Común), analiza otro marco que influye sobre el tema que analizamos.

"En este escenario hay medio millón de personas en condición de esclavitud en Argentina, cifra que incluye al menos de 8000 prostíbulos. Solamente en la ciudad de Buenos Aires hay judicializados (denunciados) 1247, en Mar del Plata más de 400. Tenemos más de 70 mil mujeres en condición de servidumbre sexual, desde el proxenitismo a la Trata de personas, donde el límite es cada vez más difuso. Funcionan bajo distintas variantes, como pseudo wiskerías, pseudo cabarets y en tantos casos en departamentos privados.

En todos los casos funcionan con protección policial, desde donde se ha organizado una recaudación vertical de cajas de dinero que tienen que ver con el crimen organizado. Estas cajas por ejemplo en el año 2009 ascendían a 3.500 millones de pesos argentinos, cuando el presupuesto oficial que tenía la policía federal era de 2.500 millones de pesos. Pero obviamente hay sectores de la justicia y la política que saben y permiten esto", dice Vera.

En la equina de Callao y Rivadavia, dos calles emblemáticas que circundan al Congreso de la Nación Argentina, es posible ver cerca de las 23 p.m a personas pegando pequeños carteles de mujeres desnudas con números telefónicos. En containers de basura, en las bocas del Metro, en los kioscos de revistas, en los faroles de las luminarias callejeras. La sensación es por lo menos extraña e indicaría que a la política parece importarle poco combatir este tipo de delitos, promovido en sus narices.También hay grupos que suelen salir a despegar estas propagandas, pero la sistematicidad es la del delito y no la de quienes lo combaten.

"Vivimos en un Estado corrupto en asociación con el crimen organizado", dice Vera y agrega: "mi esperanza es sumar fuerzas tanto en lo social como en lo político para generar un proceso de cambio que lleve a concebir penas más duras para estos delitos, a ser declarados de lesa humanidad, a incautar bienes de las mafias para su reiserción social y para esto presentamos proyectos de ley tanto en el Congreso nacional como en la Legislatura. Sin esto no vamos ni a la esquina, no salimos adelante", sentencia.

Sin lugar a dudas, referentes de la sociedad civil como Vera y Tuñez, más otras tantas personas que desde diversas organizaciones civiles colaboran y trabajan contra de estos fenómenos sociales, son héroes casi anónimos que se niegan a ver a la violencia de género y los flagelos asociados como algo normal en Argentina.

Tendremos que ser más exigentes como sociedad a la hora de exigir a las autoridades, y sumarnos a esta esta lucha desde las ONG, o desde diferentes espacios sociales. Es imperativo no naturalizar la violencia sino combatirla y denunciarla, desde donde nos sea posible. Y antes de que sea demasiado tarde.

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