Argentina frente a los Buitres: ¿Cómo pagar sin que nos coman?

Es el karma argentino. Ser un país rico y mal gobernado, con una sociedad que permanentemente se queja pero no controla a sus gobernantes ni tampoco hace nacer liderazgos sanos.
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Esta parece ser la pregunta que miles de argentinos se hacen cuando el tema se instala en los bares, en las universidades, en los recintos legislativos y en los ámbitos de la política.

Redes sociales y programas televisivos insisten por un lado con teorías catastróficas sobre cómo llegamos a esta situación sin aparente retorno y desde otro lugar, exhiben la famosa consigna Patria o Buitres defendidas por quienes con justa razón, valorizan el concepto de Patria por encima de la presión financiera especulativa internacional. Sin que esto último signifique no pagar.

Por eso, a pesar del estancamiento de las negociaciones con los fondos Buitres (holdouts), la sociedad sigue unida en su mayoría, apoyando la postura del gobierno sobre la cuestión.

¿Habremos crecido? ¿O es el horror lo que una vez más nos une y no el amor por la patria?

Analizando la complejidad de las encuestas, éstas señalan también por otro lado, una percepción negativa -mayoritaria- acerca de cómo nos impactará internamente el problema. Y aquí los resultados son dramáticamente pesimistas.

Así lo indican los resultados de la Consultora Poliarquía, que muestran que el 68 por ciento de los encuestados señala que si no se negocia, la sentencia Griessa podría impactar mucho sobre la economía local y por supuesto, en la individual de cada ciudadano.

"La opinión respecto al impacto en la economía varía según el posicionamiento respecto al Gobierno. Entre quienes se oponen a Cristina Kirchner, crece la percepción de que la economía nacional va a verse afectada mucho o bastante (90 por ciento)", afirma el informe de Poliarquía y completa que entre los que simpatizan con el Gobierno la percepción negativa llega al 43 por ciento".

Lo que sí ha sido evidente, aunque a Griesa parece no importarle, es el categórico apoyo internacional que recibió Argentina en su lucha contra los holdouts y que, como se ha dicho en tantas oportunidades, significan una amenaza a la soberanía de los Estados.

"Los fondos buitre no son un problema de Argentina, sino del mundo", expresó una vez más esta semana la Presidenta, convencida de que el apoyo internacional podría servir más de lo que hasta el momento ha servido.

En el plano interno, la inflación cotidiana, más el crecimiento de la desocupación, de las suspensiones laborales en el sector industrial y el estancamiento de la economía en general, hacen prever un escenario difícil para lo que queda de tiempo hasta las próximas elecciones generales del 2015.

El mismo gobierno lo reconoce y lanzó hace días nuevas medidas para contrarrestar este panorama, con futuro aún incierto.

¿Qué plantean los tentados a ocupar el sillón de Cristina? Esto es algo que todavía no hacen público de manera clara los opositores al gobierno, sumidos en las declaraciones políticas coyunturales.

Por otro lado, los candidatos del peronismo kirchnerista, se cuidan de no presentar una propuesta que no sea la continuidad del modelo, sobre todo porque varios de ellos son parte de la gestión, incluso Daniel Scioli, actual gobernador de la populosa Provincia de Buenos Aires, que parece hacer magia mediática para no proponer nada distinto y a la vez dar a entender que podría cambiarlo casi todo, si llegara al poder.

Otros, los más críticos, hablan de abrir los mercados, apuntar a la productividad de las pequeñas y medianas empresas y favorecerles la exportación al sector agropecuario, uno de los más prósperos en los últimos diez años en el país, a pesar de lo cual mantiene pésimas relaciones con el actual gobierno. También proponen mejorar la educación y orientarla hacia los sectores productivos que más profesionales necesitan en sus distintas ramas.

Critican la corrupción y postulan la existencia de un Estado relativamente presente, pero no omnipotente, crítica que le hacen al que gobierna Cristina Kirchner, ignorando los acuerdos que este gobierno tuvo con diversos sectores empresariales, altamente beneficiados durante la presente gestión.

Pero la falta de cultura y de educación -cívica- no es algo privativo de los gobernados. Prolifera también entre muchos de nuestros representantes a quienes parece importarles más el poder, que los proyectos que de él deben emanar hacia la sociedad. Y no hacia las cúpula de la clase dirigente.

Frente a un panorama altamente incierto y volátil, es el sentido común de los ciudadanos, el que guía hoy por hoy su comportamiento a la hora de posponer compras superfluas y buscar precios en las cadenas de supermercados que cumplen sólo en parte el plan de precios cuidados del gobierno nacional.

La paralización del mercado inmobiliario es otro de los indicadores del compás de espera que se impone a la hora de comprar o vender bienes inmuebles. Sobrevalorados al extremo y aún habiendo percibido una baja del 15 % en los últimos meses, los argentinos prefieren posponer los sueños de mudanza o inversión, hasta que pase el temporal.

La vida en suspenso, los sueños postergados y algunos otros traicionados. Algo ya común en las últimas tres generaciones de argentinos, lamentablemente habituados a los malos manejos de la economía nacional.

Ahora, cuando pensábamos que la injusta pero contraída deuda externa se había acabado, volvemos a prepararnos para ajustarnos los cinturones de la pobreza, la postergación y el desaliento que podrían haber llegado para quedarse una nueva década. Si se les paga a los buitres, en las condiciones que ellos imponen, éste es el panorama que se espera, aunque no todos los dicen.

Es el karma argentino. Ser un país rico y mal gobernado, con una sociedad que permanentemente se queja pero no controla a sus gobernantes ni tampoco hace nacer liderazgos sanos que nos abran el camino a una nueva generación de políticos más comprometidos con políticas de Estado definitivamente alejadas de la partidocracia peronista u opositora.

No es imposible, Chile, Brasil, Uruguay, países geopolíticamente cercanos lo logran. Nosotros, aún no.

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