Obviamente China continúa siendo el país rey de la producción y casi todos los objetos que tenemos en nuestras casas son Made in China, pero nuevas cifras revelan que "hecho en Estados Unidos" es el futuro una vez más.
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Varias novedades de la pasada semana muestran un cambio en la manera en la que se está labrando el futuro económico del pueblo estadounidense. Mientras hace unos años era remota la posibilidad de que Estados Unidos volviera a ser pionera en producir sus propios productos, y China reinaba por producir todo lo que se utiliza en el país, hoy hay una lucecita en el camino. Obviamente China continúa siendo el país rey de la producción y casi todos los objetos que tenemos en nuestras casas son Made in China, pero nuevas cifras revelan que "hecho en Estados Unidos" es el futuro una vez más.

No solamente más personas están comprando Made in USA sino que además más empresas están invirtiendo en la manufactura en este país. Es excelente pensar que habrá la posibilidad de tener más productos hechos en casa; sin embargo, la gran pregunta es si habrá algún momento en que estos productos sean igual de asequibles que los chinos, o los mexicanos, o los hechos en cualquier otro país latinoamericano donde la mano de obra es más barata. Para mi sorpresa, en un informe publicado por la NBC y hecho por el Boston Consulting Group se asegura que sí, y más rápido de lo que yo creía. Si bien tenía claro que esa era una de las metas del presidente Barack Obama en su segundo término, datos presentados auguran que en el 2015 habrá productos hechos en algunos sectores de Estados Unidos que igualarán los precios chinos.

Dos ejemplos de cómo puede funcionar esto son Walmart, la compañía de ventas al detalle estadounidense que ha anunciado una inversión de 50,000 millones de dólares en los próximos 10 años para productos hechos en Estados Unidos y la General Electric que invertirá 1,000 millones en el 2014. La creación de empleos por las dos iniciativas es positiva y genera un precedente para que otras grandes empresas sigan la pauta. Sin embargo, la gran pregunta es cómo hacer para que los negocios pequeños puedan manufacturar y ofrecer precios competitivos. Ese es uno de los grandes retos que enfrenta el pequeño empresario estadounidense en un país que basa su economía en los grandes conglomerados, de los que algunos hasta dan la sensación de ser monopolios.

Las otras novedades positivas de esta semana tienen que ver con el incremento de empleos en la fuerza laboral: se agregaron 236,000 empleos a la economía y la tasa de desempleo bajó al 7.7 (su punto más bajo en 4 años). Según economistas una buena señal, pero todavía no la recuperación esperada. Pero sin duda un excelente indicador. Wall Street tuvo una semana muy favorable y marcó record en incremento. Algunos empresarios se han mostrado escépticos a estos números y piensan que todavía no es el momento de contratar, pero sin duda los casos de contratación son de necesidad, dependiendo de las industrias más que de un factor común.

Estos indicadores me hacen pensar que la economía va sin duda por buen camino. Con todo y las variables, y la cantidad de gente que ha tenido que dejar la fuerza laboral. La recuperación se sigue viendo en las calles, donde se abren negocios, y la construcción ha despegado. La Reserva Federal, basándose en un informe llamado Beige Book, asegura que la economía nacional está creciendo. El informe afirma que los estadounidenses estamos gastando más y que el sector automotriz sigue en positivo.

Ojalá los republicanos y demócratas -sobre todo los republicanos, que se han mostrado tan cerrados- sepan manejar los recortes al gasto público que deben llevarse a cabo próximamente, con un acuerdo, para no frenar el impulso que se ha alcanzado.

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