§ Exponer, decir, interpretar: Meditaciones Curatoriales #1 y #2

La curaduría aparece como una acción, como unaque atraviesa lo expuesto, desligándose de ello, mostrándose extraña para favorecer así la continuidad de un relato ajeno que vertebre el espacio a modo de objeto de deseo.
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santa cruz de tenerife2012112200210

PRIMERA MEDITACIÓN. 'La curaduría es lo otro a lo expuesto'

La curaduría aparece como una acción, como una performance que atraviesa lo expuesto, desligándose de ello, mostrándose extraña para favorecer así la continuidad de un relato ajeno que vertebre el espacio a modo de objeto de deseo.

Surge aquí el comportamiento bipolar de la investigación curatorial: por un lado, escribe su operatoria por medio de un modelo de cierto desinterés, de un carácter de 'estar-a-distancia' de lo expuesto -permitiendo así mantener relaciones dialógicas entre lo expuesto y la curaduría-; pero por otro lado, se caracteriza por una dimensión teleológica que se expresa en el deseo y en la aspiración de apropiación de aquello que conoce y de aquello que da a conocer (o más exactamente, de aquello que se da como conocimiento, que se abre en un decir ajeno a lo mostrado). La curaduría se entiende así, como una escritura de sí misma, una alteridad que se desoculta como correlato.

Es por ello que tensa la relación con su propia narración y actúa en un ejercicio de des-ilustración. No es que, entonces, lo expuesto garantice la correspondencia lineal y directa con el relato curatorial, ilustrando con detalles las especificidades de una narración-matriz que ampara y protege, sino que contrarrevolucionaría los propósitos mismos de esa curaduría. Como un narrarse-a-sí-misma, facultaría la incomodidad con lo expuesto. Si existe algún sentido -'Sinngebung'- que pueda desprenderse en una investigación curatorial, éste se precipitaría en las membranas porosas que se abren 'entre' lo expuesto y lo dicho; o más exactamente, entre lo expuesto y su decir.

Lejos de la representación monolineal e ilustrativa, la curaduría es un trazo inestable y rizomático que mantiene alianzas con lo expuesto en una dimensión complementaria e interdependiente, es decir, en una dimensión ecológica. La curaduría ecológica, o eco-curaduría, vendría a reemplazar la estrategia ilustrativa de la exposición.

SEGUNDA MEDITACIÓN. 'Kant inventa el propósito curatorial y su estrategia ilustrativa'

Cuando E. Kant plantea la necesidad de abstraer de la sensibilidad las representaciones (figurativas) para volver aptos a los conceptos, en su artículo de 1786 "¿Qué significa orientarse en el pensamiento?", no parece estar sino descansando la construcción de la modernidad en su función expositiva, de guía y ordenación cognitiva, o para ser más específicos, de ordenación sensible. Al final, la incardinación entre sensibilidad y orden no ha hecho más que alimentar la estrategia ilustrativa de la exposición y, con ella, dar pie al surgimiento de cuantos agentes ilustrados se han sabido capaces de moldear y gestionar la intuición sensible junto al pensamiento abstracto.

La concepción epidérmica de la curaduría, reposada en este inconsciente moderno, entenderá así su función como la de un orientador al uso, capaz de "encontrar un lugar en el mundo para [...] las percepciones accidentales de los sentidos" ([1786] 1999:167). De modo que prácticas altamente tecnologizantes e innovadores como las curadurías 'on line' -utilizadas para asegurar la continuidad de las viejas articulaciones de discursos-, no hacen sino reducir la complejidad investigadora a su papel relacional y revertir al curador en un editor de imágenes más o menos pertinentes respecto del asunto axial a ilustrar.

Las prácticas de estas curadurías ilustradas (antes conocidas como curadurías de tesis) se acomodan en la precarización de la imagen a favor de una extensión, lógica y racionalizada, de la narración-matriz, de la que sus imágenes pasan a ocupar el lugar del esclavo, del cadáver semiótico, de algo en el orden del detritus del imaginario. Existe, desde aquí, un vértice inviolable: el de la palabra emitida sobre la imagen para "facultar su orientación no solo en el espacio, sino en la lógica", una especie de "derecho de existencia de la razón" ([1786] 1999:170) que la capacita para articular los códigos relacionales de la imagen.

El dispositivo de la exposición, abierta hasta entonces a la contingencia de sus posibilidades, pasa ahora a elevarse como el dispositivo de la autopsia, un espacio fatal y límite, algo parecido a una pared última que ya no puede atravesarse por estar sustentada sobre un sistema de representación mortal que convierte el paisaje en un incontestable estanco de ficheros, identificaciones y matriculaciones. El espacio resultante de esta curaduría es el obitorio.

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El presente artículo forma parte de una serie firmada por el autor para HuffPost Voces a propósito de su curaduría "Bill Viola: Liber Insularum" que se expone en el Museum of Contemporary Art (MOCA) de North Miami entre el 5 de diciembre de 2012 y el 3 de marzo de 2013.

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