De sueño a realidad: el ejemplo de los soñadores

Tuve el honor de conocer a Neidi en febrero cuando trabajadores lavadores de automóviles, como miembros del sindicato Trabajadores del Metal Unidos (United Steelworkers), firmaron contratos con dos negocios en el sur de Los Ángeles. Neidi desempeñó un rol clave en esa histórica victoria tanto para los trabajadores de lavado de automóviles como para el movimiento laboral.
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"Cuando los más afectados por un problema se expresan abiertamente, ya no hay forma de seguir ignorándolo", afirmó Neidi Domínguez.

Tuve el honor de conocer a Neidi en febrero cuando trabajadores lavadores de automóviles, como miembros del sindicato Trabajadores del Metal Unidos (United Steelworkers), firmaron contratos con dos negocios en el sur de Los Ángeles. Neidi desempeñó un rol clave en esa histórica victoria tanto para los trabajadores de lavado de automóviles como para el movimiento laboral.

Neidi también es parte de un creciente número de soñadoras y soñadores (DREAMers, en inglés) que, cansados de ocultarse en un país que consideran su patria, han pronunciado abiertamente su estatus migratorio y se encuentran luchando para que el Congreso apruebe el proyecto de ley "DREAM Act" y pase una reforma integral al sistema de inmigración.

El 15 de junio su esfuerzo colectivo como miembros de la red Juntos Soñamos (United We Dream) nos dio una valiosísima lección a todos los estadounidenses. La determinación, la perseverancia y la solidaridad de un grupo de personas pueden conseguir hasta lo que parecía imposible: una orden ejecutiva poniendo un alto a las deportaciones de jóvenes aspirantes a ciudadanos.

Neidi obtuvo su licenciatura en una universidad en el norte de California (con mención honorífica) después de solo tres años de estudio debido a que solo contaba con los recursos económicos necesarios para pagar por tres años. Pero al graduarse en el 2008, Neidi se encontró con un problema que afectaba a muchos soñadores como ella: quedaría desempleada. El solo pensar que todo ese esfuerzo y dedicación se irían a la basura la enojaba y entristecía, pero logró rencontrar la motivación de seguir adelante a través de la enseñanza del inglés a niños de cuarto de primaria, la mayoría inmigrantes o estadounidenses de primera generación, en la ciudad de Pasadena.

"Esos niños me revivieron", narra Neidi. "Me vi a mi misma en ellos. Y me recordaron que tenía que seguir luchando".

Hoy en día, Neidi es la coordinadora estratégica de la Campaña de Lavado de Carros CLEAN (CLEAN Carwash Campaign), cuya labor ha sido indispensable para organizar a los carwasheros - el apodo que los mismos trabajadores se impusieron - en Los Ángeles y darles una voz en sus lugares de trabajo, junto con mejores salarios, condiciones de trabajo y beneficios. Como soñadora, Neidi no solo comparte con muchos carwasheros el mismo estatus migratorio. También comparte con ellos la convicción de que todos merecen la oportunidad de salir adelante y una profunda fe en el poder que la organización le brinda a la gente de mejorar sus vidas.

Es precisamente esta profunda fe la que ha llevado a ella y a otros soñadores a proclamarse firmemente a favor del DREAM Act, inclusive cuando sus acciones podrían conducirlos a la deportación. En octubre pasado, la red de organizaciones en favor de los inmigrantes lideradas por jóvenes, Juntos
Soñamos, puso en marcha su campaña El Derecho a Soñar (Right to Dream) con un acto de desobediencia civil en la oficina del fiscal de Los Ángeles del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés). Neidi fue una de los cinco soñadores que fueron arrestados durante esta manifestación.

"Si voy a ser deportada, entonces preferiría que fuese bajo mis propias condiciones y con un propósito claro en mente", recuerda haber pensado en aquel momento.

En cuestión de unos cuantos días, los detenidos fueron puestos en libertad sin ningún cargo en su contra.

Las soñadoras y soñadores comprenden que su deber es el liderar la lucha por la aprobación del DREAM Act en el Congreso. Y esta lucha colectiva ya ha dado resultados. Que el Presidente Obama haya emitido su orden ejecutiva se debe en parte a que las soñadoras y soñadores nunca perdieron la fe o su determinación, como lo señaló recientemente Pablo Alvarado, presidente de la Red Nacional de Jornaleros (National Day Laborers' Organizing Network).

A través de sus incontables actos de desobediencia civil, su amplia actividad organizativa en comunidades y escuelas, su acercamiento eficaz a los medios de comunicación, su creación de coaliciones estratégicas con sindicatos y organizaciones en pro de los migrantes y su cabildeo en el Capitolio y la Casa Blanca, las soñadoras y soñadores han demostrado que pertenecen a una tradición política característicamente estadounidense, una tradición que se remonta al nacimiento de nuestra nación y que está grabada en la Primera Enmienda de nuestra Constitución: "el derecho del pueblo para reunirse pacíficamente y para pedir al gobierno la reparación de agravios".

Pero como reiteré en la convención anual del Consejo Nacional de La Raza (National Council of La Raza) en julio pasado -y como las soñadoras y soñadores bien saben-- la orden directiva del Presidente Obama representa solo uno de varios pasos por el buen camino hacia una reforma migratoria integral.

Aún queda mucho trabajo por hacer para asegurarnos de que todo esfuerzo sea debidamente recompensado y de que el sueño americano siga al alcance de todos y cada uno de nosotros. Debemos estar tan enfocados, organizados e implacables como las soñadoras y soñadores.

Como dice Neidi, refiriéndose a su experiencia como soñadora antes de la orden ejecutiva: "Antes que nada, siempre tienes que creer en ti mismo. Mucha gente me dijo 'no' y 'estás loca' en el camino, pero nunca me di por vencida".

He escuchado a una estadounidense hablar.

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