Tu gato quiere matarte y luego volverte loco

Investigaciones muy científicas han ido demostrando, prueba tras prueba, que los gatos, como las personas que conoces en Match.com, no son lo que parecen ser.
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Nadie podrá negar el tsunami de malas noticias en el que nos ahogamos a diario. Si pensabas que las cosas no podían empeorar, va siendo hora de que salgas de tu burbuja. Y en el caso de que seas propietario de un gato, las cosas han empeorado bastante más; tanto más que preferirías parar de leer e irte a buscar alivio para tu alma viendo las tragedias de cualquier telediario.

Gracias a un diligente lector que mandó al blog "Life in the Boomer Lane" (LBL) un artículo aparecido en Vox, ahora LBL es consciente de que la más grande de las amenazas para la salud y el bienestar no viene desde un lugar oscuro y profundo en el océano. No. Tiene su residencia en la propia casa de nuestra bloguera de LBL, en su hogar, y ella alimenta esta amenaza a diario, le ayuda a prolongar su odio a los humanos, su vida maníaca, homicida, causante de suicidios. En su caso, esta criatura tiene un nombre: el Gato Milagro. Es posible que tengas una criatura de este tipo en tu casa, quizás más de una; no obstante, es posible que lo conozcas por otro nombre.

Investigaciones muy científicas han ido demostrando, prueba tras prueba, que los gatos, como las personas que conoces en Match.com, no son lo que parecen ser.

Para los gatos, no tienes relevancia como ser humano.

La mayoría de los que han sido propietarios de alguna mascota han notado que los perros dedican mucho tiempo a dar vueltas en círculos y a babear ante la inminente llegada de sus dueños. Si abandonas la habitación para coger rápidamente un cuenco de chicharrones con mojo picón, tu perro se comportará como si te hubieras ausentado durante meses y reanudará su ritual de vueltas en círculos y babeos. Por contra, los gatos se muestran distantes, lo que lleva a los amantes de este felino a citar una inteligencia superior como causa de su comportamiento. Estudios recientes han demostrado lo contrario. Tu gato no es intelectualmente superior y tampoco es simpático, ni por accidente. Si tu gato tuviera acceso a armas de destrucción masiva, estaría conspirando para destruir el mundo.

Los gatos no son agradecidos.

Cuando un perro ha estado un tiempo sin comida y vamos y le rellenamos el plato, nos lame los pies con gratitud. Cuando no conseguimos satisfacer oportunamente las necesidades alimentarias de nuestro gato, nos bufan y nos tiran los móviles al retrete. Los más listos proceden a tirar de la cadena.

La relación con nuestros gatos es unilateral y estamos en el lado perdedor.

Daniel Mills, un veterinario investigador de la Universidad de Lincoln de Reino Unido, dice que "los dueños invierten mucho carga emocional en la relación con su gato. Eso no quiere decir que el gato esté invirtiendo en el mismo tipo de relación emocional". En su día, Mills dijo que sus resultados no eran concluyentes, pero que, como muy poco, podía asegurar que no había cosechado los mismos resultados obvios que las investigaciones sobre perros. En otras palabras, si los gatos hubieran sido capaces de hablar español, habrían fundado la Inquisición antes que nadie.

Todos los perros son, simplemente, amigos que aún no hemos conocido. Los gatos son esos miserables que van por ahí robando a los demás el dinero del almuerzo.

¿Por qué los gatos son tan diferentes a los perros? Los investigadores especulan que la diferencia puede explicarse con la historia evolutiva: los perros fueron domesticados hace unos 15.000 años, mientras que los gatos hace sólo 9.500. (La mayoría de miembros del Congreso están todavía en proceso de domesticación).

Además, se piensa que los perros fueron seleccionados de forma activa por los humanos para proteger y arrear a otros animales, mientras que los gatos probablemente se seleccionaron a sí mismos, que pasaban más tiempo cerca de los humanos sencillamente para alimentarse de las ratas que acudían a los graneros. Esta diferencia, con el complemento del marco temporal evolutivo, podría explicar por qué los perros se muestran mucho más interesados en responder a la voz humana, en oposición a los gatos, que sólo quieren sacarnos los ojos a zarpazos.

***En este momento LBL puede escuchar como los dueños de gatos protestan e hiperventilan, mencionando las ñoñeces y monerías de todo tipo que hacen el Micho/Isidoro/Garfield de turno, como prueba de que toda la investigación es errónea. ***

La ñoñez Número Uno de la lista es la del gato rozándose arriba y abajo contra una pierna como signo de afecto.

Lo siento, crédulos amos. Muchos investigadores interpretan este comportamiento como un intento, por parte del gato, de propagar su olor como una manera de marcar el territorio. Observaciones en gatos semi-salvajes muestran que se frotan habitualmente contra árboles u otros objetos de la misma forma, lo que les permite depositar secreciones portadoras de feromonas que salen de su piel de forma natural. En otras palabras, tú, para tu gato, eres un árbol. Generalmente un árbol desagradable.

Los gatos ronronean porque aún no han aprendido a tirarnos sus platos de comida a la cara.

Como parte de un estudio de 2009, investigadores de la Universidad de Sussex realizaron grabaciones de los ronroneos de 10 gatos diferentes en dos tipos de situaciones: cuando querían comida y cuando no querían comida. Resultó que los ronroneos relacionados con el deseo de comer eran notablemente diferentes: mientras que los segundos tenían un tono grave a una frecuencia de 220 Hz, los primeros mostraban un pico de 520 Hz, similar al llanto de un bebé. Los humanos que participaron en el estudio también valoraron estos ronroneos como más urgentes y menos agradables.

Lo que puede estar pasando, según concluyeron los investigadores, es que los gatos han averiguado cómo ronronear de forma que despierte los instintos maternales o paternales de los humanos. No siempre ronronean de esta forma, pero sí lo hacen así cuando quieren comida, porque saben que obtienen resultados. El mismo estudio apuntó que los hombres en bares de solteros emiten un sonido gutural similar a un ronroneo cuando están en presencia de mujeres jóvenes y atractivas. Ellos también quieren algo diferente de lo que ellas esperan que ellos quieran.

A muchos gatos no les gusta en absoluto que los acaricien los humanos.

En un estudio de 2013 se midieron los niveles de hormonas relacionadas con el estrés en gatos, con la intención de resolver si es una mala idea tener varios gatos en el mismo entorno doméstico. Se probó que no era una mala idea, pero descubrieron que los gatos que permitían que los acariciaran, después tenían niveles de estrés más altos que aquellos gatos salieron huyendo porque básicamente odiaban las caricias.

Los gatos matan pajaritos. Lo hacen únicamente porque saben que los pajaritos nos alegran.

El número de pajarillos muertos a garras de gatos se cuenta por decenas de millones o más, muchos de los cuales son el mismo tipo de avecillas esponjosas y coloridas, en vías de extinción, que revoloteaban todo el rato alrededor de Blancanieves. Es un hecho.

La caca de tu gato te vuelve neurótico, esquizofrénico, suicida y te apesta.

La revista The Atlantic informó con pruebas concluyentes que un parásito que habita normalmente en las heces de los gatos puede, con el tiempo, cambiar sutilmente la personalidad de las personas, incrementando los niveles de neuroticismo, esquizofrenia y posibles conductas suicidas.

Repitamos esto y otra vez en negrita: La caca de tu gato te vuelve neurótico, esquizofrénico, suicida y apesta.

Por supuesto, a diferencia de los roedores y algunos bebés humanos, generalmente nos abstenemos de ingerir caca de gato. Así que las probabilidades de que estos comportamientos sucedan son bastante escasas. Pero ya que a la mayoría de seres humanos se les da bastante bien ponerse histéricos con las posibilidades de cero a ninguna de contraer ciertos virus mortales, queríamos asegurarnos de que mencionábamos este dato.

¿Y qué supone todo esto para los amantes de los gatos? Nada, por supuesto. Seguiremos dando comida y cobijo a estas criaturas perturbadas, limpiando sus cajas de arena de forma regular y permitiéndoles que impregnen todo con sus feromonas. A cambio, ellos nos lo agradecerán vomitando en la alfombra y durmiendo en nuestra cara. Luego publicaremos innumerables fotos de nuestros gatitos en Facebook haciendo cosas fascinantes, como dormir.

Ahora LBL dará por concluido este post, porque ya es hora de cambiar la arena de la caja, para luego ir al dormitorio a gritar al Gato Milagro por nonagésima vez esta mañana que no se duerme en la almohada de LBL. El Gato Milagro abrirá su boca, bostezará (revelando una serie de amenazadores y afilados dientes felinos) y volverá a acurrucarse más cómodamente en la almohada. A continuación, LBL sacará la caquita del gatito a la basura. Pero se acabó, hasta aquí hemos llegado. Ya NO subirá más fotos del Gato Milagro en Facebook. A LBL todavía le queda algo de dignidad.

--Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de The Huffington Post y ha sido traducido del inglés por Diego Jurado Moruno para HuffPost España.

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