Sobre los derechos migratorios y medioambientales

Como un orgulloso defensor del medio ambiente cuya familia ha vivido bajo la amenaza de la deportación, me llevé una gran alegría cuando la Junta Directiva del grupo ambientalista Sierra Club decidió unánimemente apoyar una vía a la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en nuestro país.
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Como un orgulloso defensor del medio ambiente cuya familia ha vivido bajo la amenaza de la deportación, me llevé una gran alegría cuando la Junta Directiva del grupo ambientalista Sierra Club decidió unánimemente apoyar una vía a la ciudadanía para los 11 millones de inmigrantes indocumentados que viven en nuestro país.

Como representante del Sierra Club, creo que todos tenemos el derecho a vivir en comunidades saludables, limpias y seguras. Sin importar la procedencia o la raza de una familia, uno debe tener la oportunidad de mejorar el medio ambiente que le rodea sin barreras que nos detengan. Yo, como muchos en nuestra comunidad, sé lo que es estar rodeado de padres, familiares, amigos y vecinos que viven con el miedo constante de la deportación. Se nos evita ser partícipes de la vida democrática de este país.

Mi padre, en busca de una mejor vida para todos nosotros, inmigró a Estados Unidos en los años 80. Trabajando en los campos de cultivo del Sur de California, en restaurantes y en trabajos de construcción, nos mandaba dinero a casa regularmente para mantenernos. En los 90, nos reunimos con él en California. Como inmigrantes recién llegados, no fue fácil para mi familia y hasta hace muy recientemente tuvimos que lidiar con una amenaza de deportación. Por desgracia, familias de trabajadores inmigrantes como la mía que han visto el espectro de la deportación sobre sus cabezas no son la excepción, sino la regla. Y en muchos casos se ven forzados a vivir en condiciones intolerables.

Mi familia siempre tuvo un estrecho vínculo con la naturaleza. Cuando era chico en México, me pasaba el día entero en los montes cercanos, a veces montando en un burro o en caballo mientras mis vecinos cuidaban de su ganado. Durante el verano llovía y el río de nuestro pueblo fluía con agua azul y cristalina donde nos la pasábamos nadando. Siempre recordaré el verano como la temporada para disfrutar a lo máximo.

El trabajar en los barrios del Sur de Los Angeles fue un enorme cambio cultural para mí. El asfalto lo cubría todo, había pocos parques cercanos, y los que eran accesibles estaban abandonados o controlados por las pandillas.

Este paisaje baldío del Sur de Los Angeles es tristemente típico de las comunidades minoritarias de bajos ingresos, donde los residentes no encuentran respiro en el duro ambiente socioeconómico en el que viven. La gente indocumentada se ve limitada, frustrada al no poder mejorar sus comunidades ya que no tienen los derechos de un ciudadano.

Así que cuando grupos medioambientales como el Sierra Club apoyan una vía hacia la ciudadanía para los inmigrantes indocumentados, pienso en todas las familias como la mía cuyo estatus migratorio fue o sigue siendo incierto, familias que han trabajado duro durante décadas contribuyendo positivamente a este país para ganarse un mejor futuro. Muchas de nuestras familias inmigrantes tienen fuertes actitudes ambientalistas. De hecho, una encuesta del Sierra Club y el Consejo Nacional de la Raza develó que el 90% de los votantes hispanos favorecen la energía limpia y no la sucia. Un estudio en California indicó que el 74% de los asioamericanos, el grupo de mayor crecimiento en Estados Unidos, acepta la existencia del cambio climático.

Igualdad, oportunidad y el poder luchar por un mejor mañana son valores básicos de la identidad americana. Muchas personas en las comunidades de las que procedo --inmigrantes que se preocupan profundamente por el medio ambiente-- no ven diferencia alguna entre los derechos migratorios y los derechos medioambientales. Ya es hora de reforzar nuestra democracia por el bien del medio ambiente en el que viven nuestras familias. Ya es hora de aprobar la reforma migratoria para que finalmente nos podamos integrar y reforzar el espíritu de quienes somos como nación.

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