Muros y puentes: Los DREAMers

Como parte de su cortejo a los hispanos, ahora que busca permanecer en la Casa Blanca, el Presidente Barack Obama dio un paso notable en junio pasado al acercarse a nuestra comunidad para beneficiar a miles de jóvenes indocumentados, los conocidos como Dreamers por su lucha de alcanzar el reconocimiento ciudadano y salir del estatus de indocumentados a través de la propuesta legislativa conocida como Dream Act y que ha sido rechazada en el Congreso.
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Applicant Laura Sanchez, from Mexico, left, fills the Casa de Maryland registration form, with help of her sister Nancy, before they can apply this afternoon for the Deferred Action Childhood Arrivals, Wednesday, Aug. 15, 2012, at Casa de Maryland in Langley Park, Md. Hundreds of thousands of young illegal immigrants scrambled to get papers in order Wednesday as the U.S. started accepting applications to allow them to avoid deportation and get a work permit _ but not a path to citizenship. (AP Photo/Jose Luis Magana)
Applicant Laura Sanchez, from Mexico, left, fills the Casa de Maryland registration form, with help of her sister Nancy, before they can apply this afternoon for the Deferred Action Childhood Arrivals, Wednesday, Aug. 15, 2012, at Casa de Maryland in Langley Park, Md. Hundreds of thousands of young illegal immigrants scrambled to get papers in order Wednesday as the U.S. started accepting applications to allow them to avoid deportation and get a work permit _ but not a path to citizenship. (AP Photo/Jose Luis Magana)

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DALLAS/FORT WORTH, Texas -- Como parte de su cortejo a los hispanos, ahora que busca permanecer en la Casa Blanca, el Presidente Barack Obama dio un paso notable en junio pasado al acercarse a nuestra comunidad para beneficiar a miles de jóvenes indocumentados, los conocidos como Dreamers por su lucha de alcanzar el reconocimiento ciudadano y salir del estatus de indocumentados a través de la propuesta legislativa conocida como Dream Act y que ha sido rechazada en el Congreso.

Ellos fueron traídos a este país siendo pequeños y acá crecieron, acá estudiaron o estudian, acá se formaron, pero dada su condición de indocumentados al culminar sus estudios no pueden ejercer su profesión, no pueden ser con todo lo que eso implica en un país que en los últimos tiempos desentierra sus prácticas xenófobas a la par que atraviesa una crisis económica con gran desempleo.

En aspectos como éste --el de la inmigración por resolver-- se centra la batalla de demócratas y republicanos camino a noviembre, cuando tendrá lugar la elección presidencial, aunque en estos días los derroteros de dicha contienda se han enrumbado hacia el debate (o polémica) en torno al presupuesto toda vez que el virtual candidato republicano Mitt Romney se hizo acompañar de Paul Ryan, el ultraconservador que esgrime en el Congreso un draconiano proyecto de recortes presupuestales. De llegar a la Casa Blanca este par reducirá los más importantes programas sociales que se vinieron forjando a través del siglo XX para favorecer la salud de la clase trabajadora y la vida de los retirados y que, precisamente, Obama respalda y procura mejorar.

Pero antes de seguir desviándome con estos dos tipos de cuidado --tema que queda pendiente-- retomo el evento notable de esta semana: la movilización de Dreamers para solicitar la Acción Diferida; pero no sin antes señalar que a propósito de los soñadores Romney ha dicho que de llegar a la Casa Blanca vetaría la Dream Act, que es una propuesta mucho más amplia que la orden ejecutiva de Obama, ya que busca regularizar la situación de los Dreamers.

O sea: con la fórmula republicana en la Presidencia no sólo los Dreamers sino todos los trabajadores latinos indocumentados tendrían un futuro poco prometedor.

La Acción Diferida es el beneficio temporal otorgado por una orden ejecutiva de Obama y con la cual hace a un lado la posibilidad de que sean deportados y les da estatus legal de permanencia temporal (dos años) y permiso de trabajo. A raíz de eso se puede especular mucho, como la posibilidad de que sigan con ese estatus indefinidamente, como han estado por décadas millones de centroamericanos bajo el TPS que es un programa muy similar que protege temporalmente su estatus de permanencia y permisos de trabajo, o más deseable aún la aprobación de la reforma migratoria abarcando a todos los Dreamers.

Tenemos pues que bajo la iniciativa presidencial buena parte de los jóvenes que fueron traídos por sus padres indocumentados cuando eran niños, si cumplen ciertos requisitos, pueden solicitar la suspensión de sus deportaciones durante dos años y obtener el mencionado permiso de trabajo.

Así, el miércoles de esta semana se inició la etapa para solicitar el beneficio.

Se espera que sea 1.7 millones de estudiantes indocumentados los que por primera vez serían autorizados para trabajar y vivir sin temor a ser expulsados.

Y ciertamente si bien no es ni la Dream Act y mucho menos la reforma migratoria, mismas que se esparaban que en este cuatrienio tuvieran lugar, pero ninguna prosperó en el Congreso debido a la postura inflexible y antiinmigrante de la bancada de republicanos, sí se trata de la iniciativa migratoria más ambiciosa que haya realizado Obama.

Pero hagamos aquí un aparte para indicar lo obvio y lo paradójico. Lo obvio es que se trata de un buen paso del presidente para allegarse el beneplácito de los hispanos y con ello un porcentaje de votos valiosos --la comunidad hispana se ha convertido en una fuerza electoral que decidirá, efectivamente, varios estados--, pero paradójicamente este paso de Obama también se traba en un hecho que no se pasa por alto, su Administración ha deportado a más de un millón de inmigrantes latinos en tan sólo tres años, la cifra más alta de deportaciones en mucho tiempo. La inconformidad ante eso no desaparece.

En ese marco es que "decenas de miles" de jóvenes indocumentados se presentaron a soñar durante esta primera semana al solicitar las bondades del programa de Acción Diferida. Con todo, para los que califican no es poca cosa, están ante su primera oportunidad de salir de la "clandestinidad". Para quienes los acompañamos en la vida cotidiana no hay sorpresa ante la multitud que conforman, pero a las autoridades (de ambos países) sí las han sorprendido pues así lo han reconocido y también lo hemos visto. Esperaban una respuesta entusiasta "pero no estaban preparados para su magnitud" destacó The New York Times el jueves 16.

Nosotros lo constatamos en el consulado mexicano de Dallas, pues uno de los requisitos es que los estudiantes presenten su pasaporte, por lo que la sede consular en Dallas se ve todos estos días rebasada en sus capacidades para atender a los miles que han acudido.

En Dallas/Fort Worth el cálculo de Dreamers asciende a 75 mil, la mayoría mexicanos, por supuesto.

Tanto que dicen exigir las autoridades del gobierno mexicano a favor de sus migrantes ante Washington, y a la hora que les corresponde apoyarlos se convierten en obstáculo más que en ayuda.

Para calificar deben tener entre 16 y 31 años, haber vivido por lo menos cinco años en el país antes de los 16 años, estar en la escuela, o haber servido en las fuerzas armadas y no tener antecedentes penales. Esas son las condiciones que a la vez son limitantes. Enmedio de todo, un problema poco previsto se ha enseñoreado en todas partes donde hay Dreamers: los tiburones legales, ya notarios, ya abogados que si no engañan cobran altas sumas por completar los formularios de rigor y "realizar" el trámite, cuando en realidad es una operación más bien sencilla y una sola cuota la que deben pagar (465 dólares).

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La otra realidad no contemplada es la de los millones que dejaron fuera del sueño, es decir los que están fuera de las condiciones planteadas por la Administración Obama, a saber unos 2.7 millones de jóvenes indocumentados.

El Centro Hispano PEW recién divulgó que esos millones de Dreamers han sido excluidos de la Acción Diferida para su deportación.

El Pew destaca que esos millones de jóvenes que tienen entre 16 y 31 años, como lo requiere el programa, llegaron a Estados Unidos después de los 15 años o han estado en el país menos de cinco, ambas cosas los descalifican.

En otras palabras a este otro amplio segmento les cortaron el sueño.

Datos sobre Acción Diferida:

¿Qué es la Acción Diferida?

Todo lo que quería saber sobre la Acción Diferida


Raúl Caballero García, escritor y periodista regiomontano, es director editorial de La Estrella en Casa y La Estrella Digital.


Muros y Puentes es un espacio donde convergen la crítica y la evaluación de asuntos que nos atañen a los latinos en Estados Unidos. Es un espacio donde también se cruzan los temas de las políticas de México y Estados Unidos, sus muros y sus puentes, y donde lo mismo aparece el análisis de temas de actualidad que el examen de actitudes o acciones de quienes de una u otra manera se convierten en protagonistas de nuestro acontecer colectivo. Un espacio que lo mismo propone una reseña que un poema o una crónica o el comentario sobre lo familiar cotidiano.

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