MUROS Y PUENTES / La factura por cobrar

De no entablar la discusión ya, y de no aprobarse este mismo año una iniciativa de ley congruente, la golpeada imagen republicana quedará expuesta a un mayor deterioro.
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La mañana de este jueves 24, en el llamado Salón Este de la Casa Blanca, Barack Obama urgió a los republicanos a discutir, juntos, nuevas propuestas para aprobar la muy aplazada reforma migratoria. En ese momento el tema migratorio recorrió el país y por enésima vez fue puesto en la palestra de Washington. Por la tarde quedó claro que de no entablar la discusión ya, y de no aprobarse este mismo año una iniciativa de ley congruente, la golpeada imagen republicana quedará expuesta a un mayor deterioro.

El mandatario redondeó, una vez más, la actualidad que se posa en el derruido sistema de leyes migratorias estadunidenses. En un par de frases repasó lo que por años líderes, legisladores y estudiosos han venido exponiendo, cada vez con mayor dramatismo, dado que en los meses recientes las cosas han desembocado en una injusta cacería de indocumentados y la onerosa consecuencia de su deportación (de lo cual tampoco Obama tiene justificación y si me apuran debe ser señalado como el responsable del más alto índice de deportaciones).

Pero para no desviarme de lo acontecido esta semana, Obama enfatizó que no tiene sentido "tener 11 millones de trabajadores ilegales, sin incentivos para salir de las sombras, cumplir con la ley, con sus responsabilidades y dejar que sus familias se superen". Urgió en síntesis a debatir el aplazado tema "durante mucho tiempo". A lo largo de la tarde activistas y dirigentes de organizaciones latinas estuvieron esgrimiendo sus puntos de vista respecto a lo dicho por el presidente.

También, pocas horas después, trascendió que la próxima semana dos republicanos, Darrell Issa y Eric Cantor, anunciarían sendas propuestas para documentar a familiares de residentes y ciudadanos, y a los Dreamers (estudiantes sin documentos que fueron traídos desde pequeños); pero esas propuestas son distractores del tema central, se requiere una reforma integral, se requiere una cirugía, no no vendajes deshilachados y, por sobre todo, la reforma que se discuta debe salvar una vía a la ciudadanía, debe dejar de lado legislaciones antiinmigrantes como algunas aprobadas en Arizona, que permiten a la policía pedir identificación, es decir se debe evitar que luego de sacar de las sombras a esos millones, se les autorice a los policías investigar su estatus y por tanto criminalizarlos por su apariencia. Etcétera.

Como nunca, hoy hay un consenso entre los personajes que apoyan la reforma migratoria. Los extremistas republicanos que la siguen rechazando tienen cada vez menos argumentos y, en todo caso, dejan ya de tener apoyo sus políticas draconianas y excluyentes. Se vienen buenos tiempos para los demócratas, sin duda, pues luego del sonado fracaso de los republicanos "duros" con respecto al techo de la deuda pública nacional, sus condicionamientos a la aprobación del presupuesto que no procedieron, y las grandes pérdidas económicas causadas por el cierre del gobierno federal de las que fueron causantes señalados, los han dejado no sólo de capa caída sino con una profunda pérdida de capital político... que cosechan los demócratas, pero eso es tema para desarrollarse más y aparte.

Aquí, para terminar, sólo hay que agregar que los republicanos por empecinados recibirán sin vuelta de hoja un voto de castigo. Por lo pronto hoy yo tengo la percepción de que es un hecho que la factura política que de la comunidad latina recibirán los republicanos será ya de por sí muy alta y de largo plazo. Se vienen los comicios de 2014 y todo pinta para que sea la oportunidad de remover a los actuales congresistas republicanos, veo ya un movimiento entre los hispanos contra los republicanos porque han venido obstaculizando la reforma migratoria. Tengo pues para mí que por tercos, los republicanos -aprueben o no aprueben este año o el siguiente la reforma migratoria, y se aprobará sencillamente porque el sistema ya no se sostiene- van a pagar una fuerte, muy fuerte factura política.

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