Si nos ponemos a pensar en el nacimiento de la tableta electrónica o el "smart phone" lo más probable es que sintamos como si fuera un siglo desde que se lanzaron al mercado. Pero no es así. Tampoco el acceso a la tecnología, sin embargo el porcentaje de la población mundial que hoy accede a un computador es mínimo. Expertos tecnológicos dicen que el futuro está aquí, aunque no distribuido en forma equitativa.
Esto es especialmente cierto en regiones del mundo como América Latina. Es más, si pensamos en la relación que se da entre desarrollo y brecha digital, podemos ver que la brecha es mayor en aquellos países donde el factor pobreza y analfabetismo son relevantes. Y que se incrementa en el segmento femenino, sobre todo mujeres que viven en zonas rurales.
Pero lo interesante es ver cómo esta brecha incide en la participación de mujeres en temas de tecnología y estrategia digital. No son muchas las que América Latina están haciendo cosas innovadoras en lo digital. No por falta de ganas, sino que más que nada por las imposiciones del mercado. A eso quiero referirme.
En mi experiencia, enfocada en los últimos años en el área de comunicación para el desarrollo y redes sociales para el cambio social, ha trabajado con un gran número de profesionales digitales de América Latina. Pero en su gran mayoría hombres, con hay algunas excepciones.
Por ejemplo, durante mi trabajo con Open Government Partnership conocí a Daniela Silva, quien fundó Transparencia hacker in Brasil y que ha hecho del tema de transparencia digital un proyecto que hoy en día se multiplica a través de la región. Pero Daniela es la excepción. Hay otras que están haciendo esfuerzos, incluyendo Women 2.0. (ellas2.org) para impulsar a las mujeres a fundar negocios en base a tecnología. Pero la realidad de la región aún es-- en forma avasalladora-- masculina.
Hace un par de meses comencé a ayudar a un candidato presidencial chileno con su campaña digital. Creo firmemente en su plan de trabajo, y además creo que en Chile -como en otros lugares--las mujeres son ese elemento de cambio y de acción que se necesita. Mi interés en ayudarlo tenía directa relación con la importancia de tener mujeres dentro de su campaña presidencial.
Sin embargo, a medida que el tiempo iba avanzando mi capacidad y tiempo para ayudarlo disminuyeron tremendamente y le recomendé que hiciera un llamado a agencias digitales en Chile para ver quién podría foot the bill. Mi sorpresa fue grande cuando al hacer una investigación de las agencias disponibles me di cuenta que TODAS estaban lideradas por hombres.
Me puse a investigar. La verdad es que en Chile, las mujeres están involucradas muy fuertemente en el área digital, pero no en la dirección de empresas de tecnología, sino que en el área creativa. Pero como el área de dirección de una empresa y también de innovación tecnológica está muy arraigada en Chile en términos de género, es difícil encontrar a una mujer haciendo tecnología y que además sea valorada profesionalmente.
Hay una gran ambivalencia cuando se trata de cerrar la brecha de género y tecnología en mi país... La brecha se hace aún más grande si consideramos el número de mujeres bajo la línea de la pobreza en Chile y el número de mujeres emprendedoras es directamente proporcional. En Chile, el número de mujeres dueñas de microempresas es avasallador, pero en áreas tradicionalmente destinadas a la mujer. Y el camino de innovación tecnológica no es uno de ellos.
¿Qué quiero graficar con todo esto?
Que para abrir nuevas fuentes de trabajo, se necesitan mujeres. Y para que esas mujeres prosperen se necesita un cambio social que tiene que partir por aquellos que tienen el poder de definir políticas públicas de emprendimiento femenino y por aquellos (o aquellas) que tienen la visión de incentivar el uso de tecnologías entre las mujeres, como algo que va más allá de jugar con computadoras.
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