Acercarnos, juntarnos, integrarnos. Tales fueron las consignas que más escuché en el último Foro Económico Mundial de Latinoamérica, que se realizó el mes pasado en Lima, con gran asistencia de jefes de Estado y autoridades. Con la deliciosa y famosa comida peruana de fondo, durante tres días los invitados reflexionaron sobre el optimista futuro de la región bajo el lema: Crecimiento y fortalecimiento de la sociedad.
Y, lo que quedó claro, es que el futuro de Latinoamérica será próspero, sólo si lograrnos integrarnos hacia adentro y hacia afuera.
Para lograr actuar como un bloque y pesar en este mundo que va hacia el multilateralismo, sólo nos queda unirnos y superar nuestras diferencias en pos de un sueño común. Para ello, es necesario superar las divisiones o ideas de dos Latinoamérica, o las diferencias ideológicas dentro del continente y luchar por hacer un frente común.
Dentro de ese espíritu, la Alianza del Pacífico (que une a México, Colombia, Perú y Chile) fue muy destacada como una forma pragmática y promisoria de plantearse frente a un mundo global. De hecho, muchos países de acercaron al ministro de Hacienda chileno, Felipe Larraín, para plantearle su interés de participar. Este espíritu de unión latinoamericana también fue reforzado en paneles como el del gran chef peruano Gastón Acurio, que instó a usar nuestra cultura y su riqueza como embajadora de la región, y llenar el mundo de nuestros sabores y aromas.
Esto implica que, primero, los latinos debemos sentir el orgullo por nuestra herencia y cultura y luego, mostrar ese orgullo al mundo. Más allá de rivalizar, debemos cooperar entre latinos, para mostrar al mundo lo que Klaus Schwab, director del foro económico Mundial, llamó "la nueva cara de Latinoamérica".
El segundo desafío es interno, una integración puertas adentro. La inclusión de todos los sectores de nuestra sociedad es un imperativo que muchos recalcaron en el foro. Siendo además el continente más desigual del mundo, Latinoamérica requiere integrar a todos sus ciudadanos y talentos, no puede dejar a nadie atrás. Y tal como dijo Alicia Bárcena, la mandamás de CEPAL, es importante crecer para igualar, pero también igualar para crecer. El modelo de país latinoamericano con alto crecimiento pero alta desigualdad choca contra el objetivo de la inclusión e integración social y ciertamente con la idea de un crecimiento económico que fortalezca a la vez a la sociedad civil.
Muchos de estos temas ya están en las agendas nacionales, es el caso de Chile a raíz de las masivas movilizaciones de los estudiantes desde el año 2011. Y de seguro se verán en más países de la región si no se hace esta integración hacia adentro. Chile acaba de alcanzar cerca de 20 mil dólares per capita, pero no llegará al desarrollo si no logra superar esos enormes desafíos sociales. No por nada, el candidato presidencial de la derecha, Pablo Longueira, tiene como slogan "Más justicia" y la de la coalición de centroizquierda, Michelle Bachelet, "no más desigualdad". Son los signos de los tiempos que corren para nuestra región.