40 años del golpe militar en Chile: nunca más

Yo tenía cuatro años cuando el Palacio Presidencial de La Moneda fue bombardeado por los militares chilenos, el Presidente Allende se suicidó en su despacho, y en Chile se inauguró un periodo de 17 años de dictadura militar.
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pinochet

Yo tenía cuatro años cuando el Palacio Presidencial de La Moneda fue bombardeado por los militares chilenos, el Presidente Allende se suicidó en su despacho, y en Chile se inauguró un periodo de 17 años de dictadura militar. No recuerdo mucho de ese día 11 de septiembre, salvo que mi familia estaba agolpada frente al televisor en blanco y negro, que se escuchaban disparos, que se respiraba miedo.

Los años que siguieron trajeron más de tres mil muertos, 30 mil torturados, miles de detenidos desaparecidos de cuyo destino no se sabe hasta hoy, el cierre del parlamento, la proscripción de los partidos políticos, exilio. Una fractura en la democracia y la convivencia nacional profunda y dolorosa, que dividió a los chilenos, dentro de sus propias familias muchas veces, en bandos irreconciliables.

17 años sin democracia, sin partidos políticos, sin libertad de expresión, con un 50% viviendo bajo la línea de pobreza, son experiencias que marcan, sin duda. Y hace valorar el voto, las instituciones, el respeto a la ley, como sólo lo da haber vivido sin ellas.

Mi generación, llamada la generación "en la medida de lo posible", fue también testigo de la recuperación de la democracia y de una transición pacífica. De modo inédito, con un papel y un lápiz, Pinochet fue derrotado en el plebiscito de 1988 y Patricio Aylwin, al ponerse su banda presidencial en 1990, restableció la historia democrática interrumpida. Su famosa frase "justicia en la medida de lo posible", ha sido criticada, pero sin duda contribuyó a dar el tono de los que había que hacer en ese momento, pues no había atajos posibles.

Con Pinochet como Comandante en Jefe del Ejército, había que cuidar el espacio democrático ganado, a ir avanzando gradualmente hacia más verdad, justicia y reparación en el tema de las violaciones a los derechos humanos a la vez que luchar contra la pobreza e inequidad, aumentar el crecimiento económico, y tratar de restablecer el diálogo y la convivencia. Para muchos que apoyaron tanto el Golpe como el régimen militar, como mi madre, por ejemplo, esto fue doloroso y complejo, pues sentía que al haber Allende amenazado con implantar un régimen como el cubano, de corte marxista, había plantado las semillas de lo que vendría después. El caos del gobierno Allendista, sumado a los llamados a la violencia y revolución de sus propios partidarios, había creado ese ambiente de amenaza y miedo que mi madre y muchos sentían.

En cambio, para otros, esta justicia gradual de Aylwin era insuficiente, pues una vez retornada la democracia querían que los militares pagaran y ya.

Han pasado 40 años del Golpe de estado, y llevamos casi 25 de democracia. Más allá de sus defectos, los chilenos sabemos que nuestra transición ha sido calificada de ejemplar estudiada en el mundo, pues fue lograda con paz, que se avanzó en todos los temas que se plantearon desde Aylwin en adelante, y que cada presidente sucesivo (Frei, Lagos, Bachelet, Piñera), ha hecho lo suyo para seguir avanzando en una sociedad mejor y más en paz con sus heridas.

Este año, las conmemoraciones han sido más intensas e impactantes que las anteriores. Y creo que esto se debe a que como Chile ya ha recorrido un largo trecho en estas materias, puede hoy mirar su historia con mayor lucidez y con la calma de saber que no se arriesga ningún otro quiebre.

Este septiembre en Chile ha habido críticas, peticiones de perdón, excusas, controversias ásperas, en un debate que no ha dejado a nadie indiferente. Pero si algo aprendimos todos -y esta sí es una lección para aquellos países que luchan por salir de regímenes dictatoriales o autoritarios- es que nunca el fin puede justificar los medios, que el respeto a las instituciones y al ley no puede condicionarse, que la dignidad humana y el valor de los derechos humanos jamás puede relativizarse, y que la resolución en paz de los conflictos no sólo es tarea de los políticos, sino de la sociedad completa.

Mi generación vivió en dictadura y en democracia y ha quedado marcada por es vivencia. La nueva, la de mis hijos, sólo ha respirado el aire de la democracia. Por eso, hoy ellos están pidiendo en las calles que Chile entre a la categoría de país desarrollado con más equidad, paz social y derechos garantizados para todos sus ciudadanos. Más allá de si uno comparte o no el maximalismo de sus demandas, en buena hora en Chile ya no hay miedo, y los jóvenes pueden soñar, luchar y expresarse en las calles por una sociedad mejor sabiendo que nadie, nunca más en chile, aceptará que su derecho y dignidad sean vulnerados.

Salvador Allende: 40 años de su muerte

En la foto:
En esta fotografía de archivo, tomada en 1974 , se ve al entonces dictador chileno Augusto Pinochet durante una conferencia de prensa informal en Santiago, Chile. Según documentos dados a conocer el viernes 22 de febrero de 2013, Pinochet tenía planeado permanecer en el poder y desestimar un plebiscito de 1988 mediante el uso de la fuerza, pero sus generales se rehusaron y aceptó su derrota. (Foto AP, Archivo)

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