¿Cómo entrevistar a cinco presidentes?

A lo largo de estos años, he visto esas bandas pasar cinco veces más, casi todas esas ocasiones he estado en el Congreso, y nunca he dejado de sentir el paso y el peso de la historia.
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Chile's new President Michelle Bachelet, wearing the presidential sash, applauds after being sworn-in as president in the Chilean Congress in Valparaiso, Chile, Tuesday, March 11, 2014. (AP Photo/Victor R. Caivano)
Chile's new President Michelle Bachelet, wearing the presidential sash, applauds after being sworn-in as president in the Chilean Congress in Valparaiso, Chile, Tuesday, March 11, 2014. (AP Photo/Victor R. Caivano)

Empecé mi carrera como periodista cuando el Presidente del Senado, Gabriel Valdés le puso la banda presidencial al Presidente Aylwin, en marzo de 1990. A su lado estaba Pinochet, que entregaba el mando tras haber perdido el plebiscito de 1988, episodio histórico que puso fin a su dictadura, que se prolongaba desde el golpe de Estado de 1973.

Yo que era una muy joven periodista de la revista Caras, fundada casi dos años antes. Reporteé en el Congreso de Valparaíso ese momento histórico rodeada de miles de corresponsales de todo el mundo, como de seguro veré pocos en mi vida, sabiendo que una nueva etapa de la historia de Chile se abría, una etapa extraordinaria como ciudadana y como periodista.

La portada de Caras se esa quincena lo dijo todo: él aparecía sonriendo, con la banda puesta, saludando desde el auto presidencial, bajo el titulo "Fue soberbio".

A lo largo de estos años, he visto esas bandas pasar cinco veces más, casi todas esas ocasiones he estado en el Congreso, y nunca he dejado de sentir el paso y el peso de la historia, y cómo, en un país tan presidencialista como el nuestro, las decisiones -buenas y malas- de aquellos Presidentes (Aylwin, Frei, Lagos, Piñera) y de la Presidenta Bachelet, han cambiado al país, y por cierto a ellos mismos.

En estos años también he podido entrevistarlos, conversar con ellos en distintos momentos, analizar coyunturas, teniendo ese insólito privilegio periodístico de poder preguntar e inquirir a las personas sin anestesia, sobre casi cualquier materia.

Los he visto en los momentos complejos, en el honor máximo de las giras presidenciales, en sus discursos, a algunos en sus casas. Pero siempre me quedaba dando vuelta esta idea de preguntarles por la gran película, más allá de la coyuntura y lo accesorio. ¿Cuánto y cómo cambia un hombre o una mujer después de pasar por La Moneda? ¿Cómo aprende el arte de tomar decisiones que afectan a millones de personas? ¿Cuáles fueron los momentos más duros y cómo lo vivieron? ¿En quién confiaron y cómo aprendieron a distinguir futuras lealtades y traiciones?

La curiosidad y el interés periodístico por buscar respuesta a estas preguntas me impulsó, a través de varios años (entre 2011 y marzo de 2014, para ser precisos), a realizar una serie de entrevistas a quienes ejercieron el máximo poder desde el retorno a la democracia en Chile, las que dan forma a este libro, "Yo Presidente/a", que se pudo concretar gracias a una situación excepcional: tener presentes a cinco Presidentes al mismo tiempo, y a quienes además les tocó liderar una parte tan relevante y única de la historia de Chile.

Todos ellos, con sus personalidades y orígenes políticos diversos, fueron parte de una tarea gigantesca: para empezar, guiar al país en la ruta de la total recuperación democrática. Junto a esta misión, que provocó no pocos momentos tensos que se relatan en las páginas de mi libro, los líderes que encabezaron el país en estos años trabajaron por lograr que Chile hoy encabece los rankings de desarrollo latinoamericanos: dramática disminución de la pobreza, crecimiento económico sostenido y ejemplar en la región, solucionar conflictos limítrofes con países vecinos, enfrentar severas crisis económicas mundiales, reformar la salud y las pensiones, mejorar el acceso a la educación, intentar combatir una alta desigualdad, hasta, en los últimos años -con casi pleno empleo y la mayor prosperidad de la historia de Chile- enfrentar movimientos ciudadanos empoderados y recelosos del modelo de desarrollo, con jóvenes en las calles criticando y desafiando directamente el camino chileno a la democracia, como nunca antes.

Jóvenes para quienes el Chile de hoy -que es uno democrático y con un PIB per cápita de 20 mil dólares, muy cerca del de los países llamados desarrollados- es tan natural como el aire que respiran. Es el aire que permite que hoy no pidan, sino exijan, ir más allá de "la medida de lo posible", la frase del Presidente Aylwin que marcó no sólo su gobierno, sino a la generación de la transición.

Aquella que no fue plenamente adulta -o sea, protagónica- ni para el Golpe ni para el plebiscito, la de aquellos que mientras pensaban en cómo disputarle espacios de poder en sus partidos a sus mayores -siendo considerados "jóvenes promesas" a una edad en que los otros ya habían sido varias veces ministros- fueron "madrugados" por unos veinteañeros en jeans y sin corbata, que pasaron de la calle al Parlamento sin escalas.

Y, entonces, además del interés y la curiosidad periodísticas, esta fue mi motivación esencial para seguir adelante con este proyecto: la voluntad de ayudar a tender puentes entre la generación protagónica del chile que conocemos hasta hoy, con los jóvenes que nacieron en democracia. Jóvenes sin arrugas y sin miedo, más interesados en el siglo XXI que en el XX, pero para quienes es relevante entender ese pasado: pueden por cierto cuestionarlo, pero desde el conocimiento de los contextos en los que se operó, muy distintos de los actuales.

Cuando ocurrieron los festejos del Bicentenario en 2010, hubo una imagen inolvidable e histórica también: la de los cinco Presidentes juntos, que es la portada de mi libro.

Probablemente uno de los elementos esenciales de los logros de nuestro país está resumida ahí: el hecho de que, a pesar de las grandes diferencias entre uno y otro, hay entre ellos cierto respeto, ciertas continuidades, que han ayudado a que en Chile no se inicie una revolución con cada mandato. Hay un respeto republicano por ellos y lo que significan.

Respeto que sienten entre sí y que también lo vive la ciudadanía, lo que no es tan frecuente en los demás países, donde los conflictos entre sí son la norma. En Chile ellos pasean por las calles, asisten a reuniones de Estado si se los solicitan, y son parte del patrimonio nacional. Uno que, por lo valioso e infrecuente, los chilenos debemos de cuidar.

Sebastián Piñera y Obama

Sebastián Piñera

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