Chile: ¿Por qué es tan difícil innovar en 'Sanhattan'?

El cuento, en corto, es así: un joven emprendedor israelí deja Silicon Valley y se viene a Chile para crear un fondo de capital de riesgo y hacer nuevas empresas disruptivas. Lo hace porque cree que aquí se construirán los nuevos Facebook. A los seis meses parte decepcionado a vivir a Singapur, pues en su opinión, a Chile le falta mucho todavía para calificar como destino de clase mundial en innovación y emprendimiento.
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El cuento, en corto, es así: un joven emprendedor israelí deja Silicon Valley y se viene a Chile para crear un fondo de capital de riesgo y hacer nuevas empresas disruptivas. Lo hace porque cree que aquí se construirán los nuevos Facebook. A los seis meses parte decepcionado a vivir a Singapur, pues en su opinión, a Chile le falta mucho todavía para calificar como destino de clase mundial en innovación y emprendimiento. Las redes sociales ardieron con las declaraciones de Arnón Kojavi: algunos que discrepaban intensamente de su postura, y otros lo respaldaban fuertemente.

Más allá de las declaraciones en sí, que cada cual sabrá si las comparte o no, el análisis de Kojavi sobre nuestra cultura y si cómo esta fomenta o desincentiva el emprendimiento y la innovación es muy interesante. Es una mirada de afuera que ayuda a iluminar, aunque sea parcialmente, cómo nos podemos acercar a nuestras metas para este siglo, que necesariamente pasan por reinventar la manera como hacemos negocios y empresas en un mundo global.

Algunas de las críticas de Kojavi apuntan a que no basta con la buena voluntad del gobierno (con programas como Start up), para producir el cambio. Para él, el drama chileno es la brecha entre jóvenes y mayores, y la falta de dinamismo de nuestra sociedad, donde los poderosos de siempre no se mueven ni dan paso a nuevas generaciones. Le parece también que el aislamiento de Chile no sólo es geográfico, sino también mental, y que la sociedad tiene terror al fracaso y no promueve la ascensión social. "Como esto es cultural, no hay un arreglo rápido, tomará mucho tiempo en cambiar", dice.

Sus reflexiones llevan a uno de los temas más fascinantes del momento. Todos quieren innovar, pero ¿cómo se produce sistemáticamente? Los genios siempre han existido y existirán, pero lo que se busca ahora es encontrar -en los colegios, empresas, gobiernos, organizaciones en general- aquellos métodos que promueven ambientes en que la creatividad e innovación humanas de desarrollan.

Claramente no basta con cambiar lo externo para lograr ecosistemas innovadores. No es asunto de instalarse -como es la moda hoy en el llamado Sanhattan- en una planta abierta al lado de un Starbucks, comprarse un I Pad e ir a trabajar en polera y zapatillas para construir empresas que hagan la diferencia, en cualquier plano. Hay que hacer cambios en la mentalidad y en la cultura, es decir, cambios intrínsecos. Los expertos en innovación y creatividad lo han estudiado.

Rasgos tan chilenos como el miedo al fracaso, la tendencia a la homogeneidad en los modos de vida (que tanto impacta a los extranjeros), la falta de valor real que se le da a la meritocracia (y su espejo: el clasismo), y la poca visión global de algunos líderes, además de la brecha generacional que hoy está en el centro del debate público, son sólo algunos aspectos en los que debiéramos enfocarnos para enfrentar en serio el desafío de ser un país más innovador. Y para reflexionar sobre este tema desde una perspectiva más amplia y profunda, y no sólo desde la periferia.

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