Carta desde Chile: el neofeminismo de la revolucionaria Camila Vallejo

Chile es un país engañoso en materias de género: a pesar de haber tenido una mujer Presidenta muy popular, Michelle Bachelet, que además ahora tiene la mayor intención de voto para las presidenciales de fin de año (saco un inédito 73% de los votos en las elecciones primarias de la semana pasada), queda mucho camino por recorrer.
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Chilean students' leader Camila Vallejo takes part in a march to demand that President Sebastian Pinera's government overhaul the education system to guarantee free, quality public education for all Chileans, in front of La Moneda presidential palace in Santiago on June 28, 2012. AFP PHOTO/Claudio SANTANA (Photo credit should read CLAUDIO SANTANA/AFP/GettyImages)
Chilean students' leader Camila Vallejo takes part in a march to demand that President Sebastian Pinera's government overhaul the education system to guarantee free, quality public education for all Chileans, in front of La Moneda presidential palace in Santiago on June 28, 2012. AFP PHOTO/Claudio SANTANA (Photo credit should read CLAUDIO SANTANA/AFP/GettyImages)

El mundo se impactó cuando dos reinas de Silicon Valley, Sheryl Sandberg y Marissa Mayer, redefinieron las fronteras de la conciliación familia y trabajo. Una a través de su libro best seller Lean in -que está ya en español con prólogo de la ex Presidenta Michelle Bachelet-, y la otra, cuando no se tomó pre natal y casi nada de post natal, e instaló una guardería en su oficina.

Pues bien, en el sur profundo de Latinoamérica, donde los debates sobre los derechos de las mujeres han sido menos mainstream, la reina del movimiento estudiantil, Camila Vallejo, cuya imagen dio la vuelta al mundo como icono de la nueva juventud empoderada a través de las redes sociales, tomándose las calles para luchar por sus demandas, está ahora dictando un golpe a la cátedra de conciliación familia y trabajo.

La joven comunista es candidata a diputada, y está embarazada de su primer hijo. Si sale electa en noviembre -lo que probablemente será así, dada su alta popularidad, y el acuerdo electoral de la llamada "Nueva Mayoría", que incluye al PC- tendrá a su hijo recién nacido cuando empiece su vida parlamentaria. Y veremos, al estilo de Marisa Mayer, nuevas soluciones a los desafíos de siempre para las mujeres.

Chile es un país engañoso en materias de género: a pesar de haber tenido una mujer Presidenta muy popular, Michelle Bachelet, que además ahora tiene la mayor intención de voto para las presidenciales de fin de año (saco un inédito 73% de los votos en las elecciones primarias de la semana pasada), queda mucho camino por recorrer. Solo hay un 3% de mujeres en los directorios, 13% en el parlamento, hay grandes empresas donde a veces no existe una sola gerenta, y una disparidad de sueldos que se calcula en un 30% entre hombres y mujeres. La ley anti discriminación salarial no funciona, y ni hablar de leyes de cuotas: los políticos hombres la consideran, en general, ¡una mala palabra!

Además, los empleos femeninos tienden a ser menos estables y peor remunerados, y todas viven realizando lo que se denomina la triple jornada: en el trabajo, con los hijos y en la casa. Esto ha llevado a una significativa baja de la natalidad (1.9), bajo la tasa de reposición, que preocupa a todos los sectores políticos. Lo que a veces no se comprende a cabalidad, es que en países como Chile, que intentan alcanzar el desarrollo, la realidad de las mujeres es extenuante y se explica entonces que haya mujeres que consideren que hay que optar entre trabajar o tener hijos, pues ambas cosas son imposibles.

Ejemplos globales, como Sandberg o Mayer, que llegan a nuestras tierras e inspiran a muchas tratar de lograrlo, son importantes, pero no dejan de ser vistos como elíticos y poco escalables (¿cuántas mujeres pueden hacerse una nursery en la oficina de al lado?). Pero que Vallejo, revolucionaria, comunista, sin recursos económicos, se lance a esta aventura de combinar un desafío profesional enorme, como es ser miembro del parlamento de su país, y al mismo tiempo ser madre, es una señal de que esas barreras pueden estar modificándose, y que las nuevas generaciones de jóvenes ya consideran que trabajar y tener hijos es un derecho inalienable, y que la sociedad debe cambiar y flexibilizarse para que pueda ser posible para todas y no sólo por algunas.

Más allá de si se comulga o no con sus ideas políticas -ése es terreno aparte- su gesto de hacer campaña embarazada vale más de mil declaraciones para las mujeres jóvenes que en todo el mundo ven en ella una vitalidad y un carisma inspiradores. Es una manera de decir: Lean in.

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