La felicidad y el sentido de la vida

Pocas personas se atreven de buenas a primeras a encontrar ese propósito y menos aún a ser felices.
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Una de las primeras respuestas a la pregunta: "¿Qué te trae por acá?" que les hago a mis clientes cuando me visitan por primera vez es: "Vengo porque quiero saber qué tengo que hacer en la vida, cuál es mi propósito".

Y la respuesta más usual a la siguiente pregunta: "¿Qué te gustaría alcanzar en la vida?" es: "Ser feliz".

Pocas personas se atreven de buenas a primeras a encontrar ese propósito y menos aún a ser felices.

Es algo que veo constantemente en reuniones con amigos o encuentros con conocidos. Las personas se auto-sabotean una y otra vez, y no se permiten crecer para llegar al punto donde podrían encontrar y vivir ese propósito, y además tampoco se dan permiso para hacerlo desde un estado de felicidad.

Ser feliz es una herramienta que puedes usar para vivir tu vida con sentido.

Ser feliz no es quedarse solo en las emociones positivas, sino aprender a vivir con las emociones que tienes (buenas o malas), aceptarlas e integrarlas dentro de ti.

La felicidad no es una emoción pasajera. Ser feliz no es una meta que hay que alcanzar; ser feliz es una decisión que debes tomar día a día, y desde esa decisión podrás encontrar el propósito de tu vida y darle sentido a todo lo que haces.

¿Por qué no lo hacemos?

La mayoría de las personas se quedan pegadas en la zona de confort que han creado en sus vidas.
Muchas de ellas lo han hecho de forma inconsciente y simplemente siguiendo los pasos de aquello que es supuestamente correcto de hacer.

Muchos incluso se han acercado a ser capaces de entregar su don único al mundo, y lograron sobreponerse a grandes adversidades externas para hacerlo, pero se quedan allí en el muelle inmóviles e incapaces de dar el paso que les permitiría vivir la vida que quieren.

Porque entregar ese don único implica abrirte completamente al mundo y ser capaz de básicamente desnudarte y mostrarte tal cual eres más allá de las creencias que tienes y los que los otros podrían pensar de ti.

El miedo viene usualmente porque nos asusta el entregarnos a dar nuestro don único y lo hacemos temerosos de ser criticados o no aceptados.

Se necesita fuerza para crear conscientemente, se necesita seguridad valentía y por sobre todo el hacerlo desde el estado de felicidad interna que sólo tú puedes alcanzar por ti mismo. Nadie te puede entregar o prestar, debes cada mañana ser tú quien se ponga eso como si fuese una prenda de ropa.

Sin embargo, si en ese proceso puedes sostenerte a ti mismo en un estado de felicidad y sentido, entonces será mucho más fácil hacerlo, porque la felicidad real, la felicidad interna, es capaz de disolver la angustia, el miedo y la ansiedad. Emociones que son naturales que sientas justo en el momento en que debes dar el gran paso.

Para conectarte con la felicidad solo tienes que respirar profundo y ver lo maravilloso que es este momento, sin importar lo que está sucediendo. Amar que estás vivo, darte permiso para quererte. Anda y mírate al espejo y dite cuánto te amas.

La felicidad no llenará el vacío, pero te ayudará a tener fuerzas para darle sentido a la vida y estar más en paz.

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