Esta vez no hubo discursos, ningún dirigente se aventuró a pronosticar el número de medallas. Lo dice la historia, México consigue un promedio de 2.6 preseas por participación en Juegos Olímpicos, una cifra muy desproporcionada con su economía y población que en estos momentos ronda los 120 millones de habitantes. ¿Por qué?
Es difícil señalar una sola causa del bajo rendimiento azteca en las justas olímpicas. En comparación con otras naciones de mejores resultados, México tiene la suficiente infraestructura, presupuesto y material humano, como para ganar más, pero no es así.
Claramente el deporte no es una prioridad del Estado. Sin embargo el presupuesto destinado el último año al fomento deportivo fue de 5,500 millones de pesos, de los que la CONADE ejerció 595 en los atletas de alto rendimiento. Entonces el problema del gobierno mexicano no es que no gasta, sino que lo hace mal.
La formación deportiva del mexicano promedio se reduce a un aspecto meramente recreativo. La educación pública vive una severa crisis y carencias que relegan a la actividad física a un tercer plano. Los colegios y universidades no son semillero de deportistas de élite. De hecho, el atleta amateur que piensa hacer de esto su modo de vida, sea lanza en una aventura muy arriesgada, pues si no es el fútbol, las becas y los salarios son precarios, además de que los patrocinios irónicamente están reservados para los que ya lograron una medalla.
Como en muchas instituciones mexicanas, diversos intereses han corrompido a las federaciones, hay dirigentes enquistados que han lastimado profundamente el desarrollo de sus disciplinas: El básquetbol es el mejor ejemplo de un deporte abrumado por la política y las luchas de poder, tal ha sido el daño, que es nula su participación en Juegos Olímpicos.
Y no es el genotipo, pues son incontables los casos de deportistas originarios de México que por cuestiones geográficas representan a Estados Unidos con gran éxito.
¿Va a ganar México más de dos o tres medallas en Londres? Puede ser, o puede que no, la realidad dicta que lo que suceda en gran parte es producto de un esfuerzo individual, circunstancial, carente del respaldo de un proyecto estratégico, multidisciplinario e integral, por eso nadie se atreve a hacer pronósticos.
La marcha y el boxeo, eternos 'caballos de batalla' del deporte mexicano hoy lucen sin fuerza: El púgil Óscar Valdez y en caminata Eder Sánchez, son las cartas más fuertes, por lo que habrá que estar atentos.
Los clavados representan la mayor esperanza azteca: Paola Espinosa ya medallsita, Yahel Castillo y Julián Sánchez en trampolín 3 metros, Iván García y Germán Sánchez en plataforma 10 metros, están ahí competitivos con la élite.
El Taekwondo, se ha convertido en otra arma muy fuerte de México: La abanderada María del Rosario Espinoza, medallista de oro, tiene sobre sí los reflectores, pero detrás de ella hay una camada de prometedores chicos que pueden hacer algo o al menos ganar mucha experiencia: Diego García, Damián Villa, Janeth Alegría y Erick Osornio.
Como es lógico, la esperanza se centra en el fútbol, donde es prácticamente impensable una medalla, pese a la campaña publicitaria que montan Televisa y TV Azteca encima del equipo verde.
Son 55 medallas mexicanas en la historia hasta el momento... De verdad espero que el número incremente en más de 2.6.
