Fútbol Mexicano, una cuestión de fe

Después de semanas y semanas de anuncios, de ceremonias pomposas, de buenos deseos, todavía nadie ha ofrecido argumentos claros y sólidos sobre cómo van a lograr cristalizar el proyecto de la Liga MX. Una vez más el balompié azteca apela a la fe.
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Hoy arranca un nuevo torneo del fútbol mexicano, esta vez revestido con oropel y bautizado como la nueva Liga MX, un proyecto que ambiciona elevar la calidad técnica en la cancha, mejorar los 'ratings' de televisión, los ingresos, los estadios, en suma, dar un gran espectáculo.

Después de semanas y semanas de anuncios, de ceremonias pomposas, de buenos deseos, todavía nadie ha ofrecido argumentos claros y sólidos sobre cómo van a lograr cristalizar el proyecto. Una vez más el balompié azteca apela a la fe.

Decio DeMaría, presidente del recién nacido circuito, anunció los objetivos de las reformas, presentó el logo, el código de ética, hasta el himno, pero nunca habló de cambios al sistema de competencia, severamente criticado por los analistas, ya que fomenta la mediocridad, permitiendo que equipos con efectividad del menos del 50%, ubicados en la octava posición general puedan ser campeones.

¿Acaso un logo y un reglamento de conducta elevan la calidad? La excelencia deportiva se logra a través de disciplina, práctica y competitividad. Al fútbol mexicano le hace mucha falta lo último. Durante todo el año se saturan los calendarios con partidos de poca exigencia, de hecho los únicos juegos trascendentes en el semestre se dan en las últimas fechas del torneo regular y en los partidos de vuelta de la liguilla.

No hay que ser genios de la administración deportiva, basta con mirar casos de éxito como el de España, donde hay buenos centros de formación en los clubes, una idea colectiva de trabajo y una liga que premia la excelencia y castiga la mediocridad.

En la península ibérica como en las grandes ligas de Europa para ser campeón hay que ser regular todo el año, como premio de consolación están las copas europeas. A los equipos deficientes se les castiga con el descenso a segunda división, tres clubes como mínimo. Así y sólo así se logra un buen espectáculo, aficionados en las tribunas, buenos raitings, no con buenas intenciones.

Hablando de fe, está la selección mexicana que va a participar en los Juegos Olímpicos. No hay un sólo antecedente en más de 100 años de competiciones olímpicas que pueda servir para pronosticar una medalla, sin embargo en las televisoras que patrocinan al 'Tri' la discusión no es si se va a ganar el primer juego, la interrogante es de qué metal será la medalla que dan por un hecho.

En verdad, hace falta mucha fe para tragarse esos cuentos.

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