Brasil 2014: ¿A esto le podemos llamar fiesta?

Me encanta el fútbol, quisiera escribir con mucho más optimismo sobre el inicio del Mundial Brasil 2014, pero entre tanta podredumbre no se puede.
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A boy holds a representation of Brazil's national flag during a protest against public money spent on the preparations for the 2014 World Cup, at the Jacarezinho slum, in Rio de Janeiro, Brazil, Saturday, May 10, 2014. Organized by Rio de Paz, protesters say the money spent the preparations should have been used for the development of better schools, health care and improved security in shantytowns. (AP Photo/Hassan Ammar)
A boy holds a representation of Brazil's national flag during a protest against public money spent on the preparations for the 2014 World Cup, at the Jacarezinho slum, in Rio de Janeiro, Brazil, Saturday, May 10, 2014. Organized by Rio de Paz, protesters say the money spent the preparations should have been used for the development of better schools, health care and improved security in shantytowns. (AP Photo/Hassan Ammar)

Me encanta el fútbol, quisiera escribir con mucho más optimismo sobre el inicio del Mundial Brasil 2014, pero entre tanta podredumbre no se puede. No puedo invitar a cerrar los ojos e ignorar la deslealtad de los que se han aprovechado de este bello deporte.

La Copa del Mundo es uno de los eventos más importantes a nivel mundial, es el acontecimiento deportivo, pero tal celebración no puede pasar por encima de lo que sea, no puede atropellar el interés de las mayorías.

Las crónicas sobre la inauguración hablarán del inicio de una fiesta, pero ¿Si lo invitan a una celebración y en casa los anfitriones se manifiestan indignados y protestan, se sentiría bienvenido?

Es de sobra conocido el malestar de la población brasileña con el dispendio que se hizo en los últimos años. Como el resto de los países en la región, Brasil está en vías de desarrollo con múltiples necesidades en infraestructura, de ahí el sabor amargo en que el mundo vaya a disfrutar de la fiesta y luego se de la media vuelta dejando a la población en su habitual miseria.

Esconder un mes las favelas, reprimir las protestas y negar la inseguridad es un insulto a los brasileños y al mismo fútbol. No debería ser el deporte motivo de encono, pero sí lo es, cuando se prostituye un evento como este.

Brasil debió organizar un Mundial con responsabilidad social, austero, que involucrara a todos los sectores de la población para que resultara un negocio redituable, además debió limitar la injerencia y ganancias a la FIFA, que tomará su plata y se irá dejando una ridícula cantidad de impuestos.

Las afrentas al espíritu del deporte no paran en la corrupción de los funcionarios brasileños, la misma FIFA es un nido de serpientes encabezadas por Joseph Blatter, que con un cinismo estoico soporta sonriente las acusaciones de fraude para otorgar la sede del Mundial a Catar.

El fútbol comenzó como el deporte de todos, el que se puede jugar en un rectángulo de tierra, pero ahora la política se ha apoderado y entrega este tipo de eventos, que se imponen como cemento sobre los nueve obreros que murieron construyendo los estadios en Brasil.

Lastima cuando los poderosos se tratan de aprovechar de la nobleza del deporte, por ejemplo en México se han programado cruciales debates legislativos sobre la reforma energética para los días más álgidos del Mundial, cuando la opinión pública tendrá la guardia baja.

No pretendo amainar el ánimo que debe rodear a esta justa, pero no mirar la suciedad alrededor de la pelota es también un acto de complicidad.

Que ruede la pelota, que lleguen los grandes goles y las gestas heroicas, pero no dejemos de condenar a aquellos que de traje y corbata juegan sucio.

NO DEJES DE VER >>>

El lado oscuro de la Copa del Mundo Brasil 2014

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