El juego de Pep Guardiola, ¿aburrido?

La palabra aburrimiento está sobreutilizada. Han sido acusados de tal pecado casi todas las manifestaciones culturales y casi todos los seres humanos, aunque seguro habrá alguno o algunos que no, pero yo no los conozco.
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joseph guardiola

La palabra aburrimiento está sobreutilizada. Han sido acusados de tal pecado casi todas las manifestaciones culturales y casi todos los seres humanos, aunque seguro habrá alguno o algunos que no, pero yo no los conozco.

En una época de hiperestimulación cultural, la palabra es también mal utilizada y ocupada indiscriminadamente. Cualquier actividad que no tenga un ritmo frenético o se salga de una línea de actuación esperada, y hasta lineal, es aburrida para una mayoría acostumbrada a los contenidos fáciles, veloces y superficiales.

El que es diferente, el perfeccionista, el que se toma un poco más de tiempo para realizar con precisión y exactitud, con una expresión artística, también lo es.

Como en muchas cosas en la actualidad, la opinión está polarizada. Sólo existe lo aburrido y lo que no lo es, lo divertido. No hay medias tintas para la mayoría, aunque exista toda una inmensa gama de colores en medio.

Recientemente leí un artículo titulado "Los cinco libros que nunca conseguimos terminar de leer": En busca del tiempo perdido, de Marcel Proust; Ulises, de James Joyce; El Quijote, de Miguel de Cervantes; El Ruido y la Furia, de William Faulkner; y Finnegans Wake, de James Joyce son esos cinco libros. Todos obras maestras. Uno de los motivos principales para dejar de leerlos, luego de un minisondeo en una revista, según explica el artículo, es el aburrimiento.

No es que el futbol no tenga sus episodios aburridos. De hecho, de este lado del mundo con torneos como la Copa MX, la Liga de Campeones de la Concacaf, la Liga MX e incluso la Copa Libertadores, más bien es una constante y un partido no aburrido, una excepción.

Por eso, cuando he leído o escuchado que el futbol del Barcelona -pese a su eliminación en Champions frente al Atlético de Madrid- en los últimos años o de la selección española, ahora también al del Bayern Munich, se le califica como aburrido, me ha causado más que extrañeza.

Es, también, lo que tiene la sobreexposición de nuestra época, banaliza lo extraordinario. Sorprende una vez, pero de tanto verlo se hace común a los ojos de muchos, aunque esté muy distante de serlo.
Pero escucharlo o más bien leerlo, de alguien como Franz Beckenbauer, ahora mismo presidente honorario del Bayern Munich, es algo diferente.

"Al final seremos como el Barcelona. Nadie nos querrá ver. Corremos el riesgo de aburrir. Estos jugadores se pasarían el balón hasta en la línea de gol", dijo el excampeón mundial con Alemania, como jugador y como técnico, sobre el tipo de juego que Josep Guardiola, exdirector técnico de ese Barca que aburre según su consideración, ha impuesto al Bayern Munich que arrasa en la Bundesliga -se hizo con el título en tiempo récord- y en la Champions League -venció 4-2 global al Manchester United en cuartos de final-.

Beckenbauer prefiere el futbol más directo. "Mi concepción es otra. Si tengo la posibilidad de disparar desde lejos, sobre todo ante una defensa cerrada, tengo que hacerlo. Es una fórmula efectiva", añadió luego de que Guardiola llamó la atención a Bastian Schweinsteiger tras hacer un disparo al arco del Arsenal en un juego de Champions League, en vez de ceder el balón a Philipp Lahm o Mario Gotze que estaban sin marca.

En los últimos años, el juego del Barcelona, de la selección española, ahora mismo también el del Bayern, ha sido o es como esos cinco libros que no conseguimos terminar. Es extenso, profundo, para muchos imposible, desgastante, complejo, al grado de que a demasiados aficionados se les hacen incomprensibles sus entresijos. Es también una obra maestra que muchos se resisten o se niegan a leer o más bien, en este caso, a aceptar.

Proust, Joyce, Cervantes y Faulkner no sólo buscaron escribir un buen libro, sino, conscientes o no de ello, trascender.

Su talento, por supuesto, les ayudó. Su trabajo diario les llevó hasta ahí. Han perdurado sus obras en el tiempo y alguno -el Quijote- ha sobrevivido más de 400 años. Eso es, a lo que Pep Guardiola parece aspirar.

Puedes encontrar más artículos de Omar Carrillo en http://omarcarrilloh.blogspot.mx/

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