México y las reformas del desengaño

En las últimas semanas, México han sido testigo de dos hechos fundamentales para entender la situación que vive el país desde hace décadas, la que viven sus ciudadanos, pero que quienes toman las decisiones se niegan a observar: la desilusión política.
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En las últimas semanas, México han sido testigo de dos hechos fundamentales para entender la situación que vive el país desde hace décadas, la que viven sus ciudadanos, pero que quienes toman las decisiones se niegan a observar: la desilusión política.

En primer lugar tenemos las protestas magisteriales. Los maestros han manifestado su claro rechazo a la reforma educativa del presidente Enrique Peña Nieto, argumentando verdades, mentiras y exageraciones que sólo han exacerbado el ambiente y dividido la opinión de la sociedad: por un lado, está la urgente necesidad de cambiar desde la raíz la educación que reciben los mexicanos, empezando no sólo con los programas, sino con los profesores, que en este país se han convertido de referencias respetables en la comunidad, a personajes desfasados, carentes de vocación, y siempre prestos a defender los vicios del sindicalismo en el que viven. Esto crea el primer desengaño para aquellos que consideraron que las protestas de los profesores se encaminaban a mejorar la situación de miles de escuelas y alumnos necesitados de infraestructura y una oportunidad para alcanzar su desarrollo... sólo para darse cuenta que estos maestros que han suspendido clases por casi dos meses, han tenido el cinismo de exigir su pago completo cada quincena.

Esta decepcionante situación se puede hacer más clara con lo ocurrido en el estado de Quintana Roo, donde tras granjearse la simpatía de la población por algunas de sus demandas, los profesores perdieron este activo social al colocar como su primera exigencia para regresar a dar clases, el que se respete la nefasta costumbre de heredar sus plazas, y demandar que los resultados de sus evaluaciones fueran "reservados" y públicos. Evidentemente, tan culpables de este cínico comportamiento son los profesores, como la autoridad que aceptó tales dádivas, a pesar de que una ley federal en México no puede "no inaplicada" en una entidad.

El segundo desengaño ha sido, curiosamente, para el Gobierno Federal con su propuesta de reforma hacendaria. En el pasado, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) contaba "de cajón" con el apoyo de los empresarios a sus iniciativas recaudatorias; sin embargo, la "luna de miel" en su regreso al poder no aguantó ni el año de gestión, ya que no hay un sólo sector económico-empresarial en México que apoye las iniciativas de la propuesta fiscal 2013. Incluso, recientemente organismos internacionales han puesto "en la lona" los índices de crecimiento económico para este año, dejando al Gobierno Federal sin alicientes que ofrecer en sus cabildeos justificativos a la propuesta hacendaria, enfrentando en solitario a la sociedad civil, comerciantes, inversionistas, analistas... y hasta a las mascotas.

Lo más interesante de esta decepción social y política, es que tanto la reforma educativa y fiscal son apenas un ínfimo escenario de polarización, comparados con la próxima batalla con la realidad: la reforma energética; porque si bien nadie está de acuerdo con el engendro fiscal federal que se ha formado, los opositores han actuado en los causes legales y seguido las formas para proponer alternativas -que al final nadie escuchó-. Pero con la "vaca sagrada" y diezmada de Pemex... ese es una historia muy diferente con su escenario político muy manoseado y plagado de personajes carismáticos -vivos e históricos-, al que tendrá que enfrentarse la propuesta de modernización del sector energético mexicano.

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