Mexican 'Gay friendly'

Ser homosexual tiene infinidad de detalles respecto al trato con las personas, en muchas ocasiones las cosas se tienen que tomar con calma dentro de nosotros antes de poner un pie en el mundo y decir "¡qué orgulloso estoy de mí!".
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Ser homosexual tiene infinidad de detalles respecto al trato con las personas, en muchas ocasiones las cosas se tienen que tomar con calma dentro de nosotros antes de poner un pie en el mundo y decir "¡qué orgulloso estoy de mí!".

Y tal vez este es un detalle con un valor dual en México: importante, pero poco recordado; necesario, pero jamás aplicado: el respeto hacia los demás que, a diferencia de lo que muchos podrían pensar, no significa represión, ni volver al closet.

Estar orgulloso de nosotros, es independiente de la sexualidad, sin embargo dentro de la comunidad LGBT es una meta que se busca para mantener al individuo lejos de los delirios mentales de personas poco comprensivas y que, de una u otra forma, tratarán de "hacernos ver" el error de ser homosexuales, aunque no puedan entender que tales ideas van en contra del básico sentimiento humano del "ser yo".

Estar bien con nuestra sexualidad, aceptar y celebrarla es, por lo mencionado, también un método de defensa de nuestra personalidad como conjunto.

Los homosexuales declarados y seguros de sí mismos son ampliamente aceptados en diversos lugares, sin tapujos y diatribas sociales, son ellos mismos y los dejan ser por una sencilla razón: ponen a la sexualidad en donde corresponde, por detrás de las cualidades y capacidades de la persona.

Sin embargo, esto no significa que tengamos que actuar como en un capítulo de Queer as Folk, donde todo gira respecto al momento de saber con quién te vas a acostar en la sala de copiado. Lo primero es el ser humano como ente completo, y eso queda claro en la mentalidad colectiva cuando se conoce a un homosexual seguro de sí mismo.

Hacer amigos no es realmente complicado para los homosexuales declarados, sin embargo sí es un asunto de cuidado, ya que no todas las mentes están preparadas para lidiar con un ser humano de sexualidad diferente. Por más que se ponga sobre la mesa el hecho de que las relaciones que se buscan son amistosas, nunca falta el "hetero" que crea algo diferente, vea satisfacción en su ego y piense que uno quiere con él sólo porque se es hombre

Aunque pareciera que el mundo del siglo XXI tiene una apertura mental para comprender que todos somos diferentes y que "por cual lado bateemos" no define las relaciones interpersonales, siempre se topa uno con los seres humanos de mente semi-cerrada que decepcionan nuestras intenciones amistosas por no saber diferenciar entre "amigo" y "objeto sexual".

Esta situación crea el momento que titular este escrito "Hombre contra Hombre": ¿quién puede más? Por un lado tenemos la mente heterosexual cerrada que cree que un homosexual está pensando siempre en sexo; por el otro las intenciones realmente amistosas de un miembro de la comunidad LGBT que desea llevarse bien con X o Y persona.

La mar de veces funciona para ambos lados: el heterosexual se da cuenta que no se quiere más que su amistad sincera por afinidad intelectual o laboral y listo, amigos y compañeros de antro hasta que la situación los separe.

Sin embargo, esto no está siempre supeditado al albedrío "independiente" del ser humano: podrá ser un heterosexual abierto a media y se dejará llevar por los comentarios de los no-abiertos, creerá el rumor más fácil de entender y pondrá barrera ante el "peligro" que le supondría tener como amigo a un homosexual. Acá es cuando nosotros -los homos- tenemos que poner mucho de nuestra parte y usar la cabeza: si la persona vale la pena es buena idea trata de quitar esas telarañas de su mente y ser uno mismo.

Por el contrario, cuando caemos en cuenta que por creer en esos chismes el prospecto de amigo demuestra su falta de capacidad y libertad de pensamiento, no nos queda más que alejarnos, poner la barrera de cristal y seguir nuestro camino.

El orgullo de ser homosexuales crea un filtro entre quienes podemos llamar "amigos": ¿vale la pena conseguir una amistad que primero escucha los chismes en lugar a nosotros? No, realmente no lo vale. La homosexualidad es una simple cuestión de sexo, que no define nuestra personalidad como conjunto, parte conformante pero nunca determinante de todo nuestro ser. Si no les es posible verlo como realmente es, es que no vale la pena considerarles como un amigo.

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