La tierra que sacaron del kilométrico túnel por donde escapó Joaquín Guzmán Loera, alias "El Chapo", es la misma que cubre desde la noche del sábado la tumba del gobierno federal.
La fuga del penal de máxima seguridad del "Altiplano", y al ilógica decisión del presidente Enrique Peña Nieto y sus asesores de permanecer en Francia, representa además el banderazo de salida para la sucesión presidencial, prácticamente, por abandono de funciones del presente titular, pues éste, como "respuesta" al embarazoso caso, decidió mandar de regreso al secretario de Gobernación, aduciendo que la visita al país galo es un "histórica", ignorando sus palabras del año pasado, cuando en una entrevista afirmó que una segunda fuga de "El Chapo" sería "imperdonable".
La jugada del capo más buscado en México y Estados Unidos no evidencia más que la ignorancia y falta de tacto del equipo que se mueve en torno al presidente de la República Mexicana. La corrupción, complicidad e inverosimilidad del segundo gran escape del narcotraficante, que tanto sorprende a los medios de comunicación internacionales, no es sino el pan nuestro de cada día, una "raya más al tigre" de un gobierno colapsado desde hace mucho tiempo, y sobre el que los mexicanos nos hemos tenido más remedio de recurrir a la risa, los "memes" y los chistes, para tragarnos la píldora y seguir adelante con nuestras vidas.
La administración de Peña Nieto, el tan "sonado" regreso del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la presidencia, tiene un largo rosario de agravios e infortunios para los mexicanos, mismos que de una u otra forma el gobierno federal ha "sorteado", o en el mejor de los casos, llamado "casos aislados", y que le permiten, no sin protestas, viajar al extranjero con la bandera de las reformas estructurales logradas, para codearse con el primer mundo, y venderse como un estado en funciones.
Sin embargo, dentro y fuera de México, el "gran escape" de Guzmán Loera se ve como el último palazo de tierra del que no se podrá levantar la ya terrible imagen del país, y mucho menos, la credibilidad y capacidad de Enrique Peña Nieto para gobernar el país en los tres años que restan de su administración.
Esto, gracias no sólo a sus palabras en la mencionada entrevista tras la captura de "El Chapo", sino por su desafortunada decisión de quedarse en Europa a bailar, quizás, el último tango de su gobierno, pues en cuanto regrese, no habrá discurso que logre sacar de la mente de los mexicanos que el origen y causa de este agravio al Estado es la corrupción, misma que el presidente juró combatir, pero que en la realidad, sólo la ocultó debajo de la cama, como a la niña Paulette.
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