El futuro aún no existe, el pasado ya fue, y sólo el presente permanece, aunque por un breve instante. Y lo que en esencia funciona, no por ser antiguo deja de ser útil, incluso llegando a ser base para moldear un futuro.
Tal vez eso tenía en mente Jeff Bezos cuando decidió comprar el Washington Post por 250 millones de dólares. El diario escrito más influyente de la capital de Estados Unidos está ahora en manos de uno de los hombres más ricos y visionarios del mundo y de la red. Curiosamente, la riqueza de Bezos se basa en la intangibilidad de su producto, misma quintaesencia que tiene a los medios de comunicación escritos nivel mundial en la antesala de la reinvención o de la desaparición.
Por lo que se ve, el Washington Post tomó la primera opción. La familia Graham así lo da a entender cuando afirma que la venta del grupo editorial no significa su panacea, sino el movimiento más firme y con mejores posibilidades para salir adelante y enfrentar el reto del periodismo actual: la oportunidad, omnipresencia y gratuidad de la red.
Informar sigue siendo un negocio, y uno que se basa grandemente en la imagen forjada con el esfuerzo periodístico y no en el engañoso atractivo de la oportunidad descontrolada. El Washington Post tenía serios problemas, no por su línea periodística y su "branding", sino por la publicidad que nada más no encontraba la forma de aumentar las ganancias en estos tiempos.
Sobre la misma línea, es harto conocido que los periódicos en papel están destinados a evolucionar hacia otras formas de difusión (para estos fines, la red). Sin embargo, este cambio no ocurrirá a menos que una historia de éxito informativo respalde al medio en cuestión, una imagen de marca creada con el trabajo periodístico que trascienda la tinta y pueda ser llevada a los medios electrónicos, ofreciendo algo más que "otro sitio" en la red que se hace llamar "medio de información"; o un medio que crea poder prosperar poniendo candados, creyendo erróneamente que una suscripción física puede aplicarse a la internet. Con la compra hecha por Bezos, si bien es un giro "inesperado", sí significa también un espaldarazo a la labor informativa del Washington Post que durante cuatro generaciones se ha dedicado a hacer periodismo.
¿Qué sigue para el diario? Eso sólo lo sabe su nuevo dueño. Pero podemos especular o incluso desear que será algo bueno. Bezos y Amazon son referencia en la red; su éxito no fue creado en dos, tres años, lleva una década formándose en la paciencia de una visión de negocio que ha funcionado sin dejarse llevar por el frenesí-fracaso financiero, como le pasa a Facebook en la bolsa; y a Twitter, que aún no haya la forma de hacer "rentable" la plataforma. La paciencia del creador del Kindle puede ser la clave que necesitan los medios para encontrar el modo de prosperar en internet sin perder la seriedad periodística creada a lo largo de su historia. Lo que también se puede esperar es que el Washington Post no dejará de ser "gratuito", ya que una de las filosofías de Bezos es que la información y la red no pueden estar constreñidas a una suscripción en línea, ya que va en contra de su naturaleza pública y de apertura masiva.
En este momento, sólo él sabe lo que hará para rescatar al diario. Pero es seguro que lo que Jeff Bezos decida realizar al mando del Washington Post será referencia obligada para el resto de los medios, porque todos estamos en el mismo barco... uno que hace mucho tiempo está haciendo agua.