Democracia: el sueño inalcanzable

Desde que fuimos formados en el choque cultural entre los naturales de estas tierras y los europeos, el común denominador ha sido la diversidad de pensamiento, necesidades y conceptos sobre el bienestar.
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Cada elección en América Latina nos pone en evidencia lo que llamo el anhelo imposible. La democracia o el "gobierno de todos para todos" es un mito cuyo mismo origen se contradice y se evidencia como una idea oligárgica aún menos aplicable en una región con taras y atrasos sociales como lo es la nuestra.

La democracia y su origen griego -aunque en América Latina podría ser "gringo"- nunca fue una filosofía incluyente. El gobierno de las ciudades-estado en el Egeo estaba vinculado a los ciudadanos libres varones, sin considerar a mujeres y esclavos; ya ese grupo sí tomaba las decisiones por conceso y demostraba capacidad para gobernar, ya que para formar parte de las asambleas y elecciones se tomaba en cuenta los méritos y servicios prestados a la ciudad.

Muchos países de América Latina abrazaron el concepto de la democracia en emulación de la república estadounidense, ignorando las bases sociales, morales y de gobierno heredadas de la Monarquía Católica*. Particularmente en México, se intentó "copiar" el sistema de gobierno de las antiguas Trece Colonias británicas ignorando el hecho de que en aquella sociedad, la independencia se había logrado gracias a conceptos compartidos sobre el bienestar y a la ilustración de sus "Padres fundadores"; aunado a que los habitantes -similar a las democracias antiguas- elegían a sus representantes por el mérito en los hechos y no por la apariencia. Sin esta base social, el concepto democrático estadounidense no podría -y no lo logró- prosperar en los pueblos de la América española.

Los ciudadanos de América Latina parecen olvidar que somos una sociedad de sociedades. Desde que fuimos formados en el choque cultural entre los naturales de estas tierras y los europeos, el común denominador ha sido la diversidad de pensamiento, necesidades y conceptos sobre el bienestar. Perdidos en las marismas de la "uniculturalidad" de las Trece Colonias, nuestros antepasados trasplantaron su concepto de gobierno unitario a un conjunto social carente de cohesión más allá de la religión, misma que fue despreciada como punto de partida para crear un concepto democrático acorde con nuestra realidad histórica, presente y futura.

La democracia como un sueño inalcanzable tiene su origen en esa paradoja histórica: sociedad que buscaban la libertad atándose a un concepto inentendible para sus oligarquías y mucho menos el común de sus habitantes. El precio de revoluciones, golpes, revueltas e intervenciones en los siglos XIX y XX pasa factura aún el XXI, ya que América Latina busca aún el concepto del gobierno popular en las sobras del autoritarismo más ramplón: la democracia "a cómo yo lo digo" y "para quien yo quiera".

México, Argentina, Venezuela, Ecuador, Nicaragua... por donde se le vea, hay una sociedad y un gobierno incapaces de ponerse de acuerdo sobre qué es lo mejor para cada quien. A tal grado está la descomposición de las estructuras democráticas, que el proclamarse ganador de una elección ya no implica certeza; lo que antes significaba un inequívoco del triunfo de la democracia, ahora es un capítulo más en la constante incertidumbre y desconfianza de los pueblos para con quienes se han abrogado el derecho a gobernar. Y digo "abrogar", porque la falta de certeza pone en entredicho el poder del "voto popular".

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