Historia de un iPhone robado, el desenlace

Andrea llegó al centro cultural con una decisión definitiva: si no encontraba al ladrón de su iPhone usaría el borrador remoto de 'Find My iPhone', sin embargo le sorprendía admitir que la esperanza por recuperar su teléfono con todo y contactos seguía viva.
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Andrea llegó al centro cultural con una decisión definitiva: si no encontraba al ladrón de su iPhone usaría el borrador remoto de 'Find My iPhone', sin embargo le sorprendía admitir que la esperanza por recuperar su teléfono con todo y contactos seguía viva. Además estaba intrigada con el hombre aquél. ¿Por qué usó una máscara de Guy Fawkes para esconderse? ¿Qué pretendía? -Molestar, pensó. No hay otra explicación.

El Centro de Cultural Casa Lamm es una hermosa casona de la Colonia Roma. Si Andrea no estuviera tan exaltada se habría detenido a apreciarla, caminaría despacio esperando encontrarse con historias empolvadas y tomaría fotografías para después subirlas a Instagram. Pero no era el caso. Corrió a ver de cerca el pizarrón donde se podían consultar los eventos del día y había dos opciones: una charla sobre la 'Insurgencia Magisterial y Popular contra las Reformas' (eso podría explicar la máscara de Guy Fawkes) o una 'Exposición Pictórica con motivo del Día Internacional de la Eliminación contra la Violencia a la Mujer.

Decidió echar un vistazo a la charla pero sólo estaban dos mujeres y un hombre de unos 70 años que no encajaba con la voz que ella recordaba. Decepcionada caminó hacia la exposición pictórica. La sala estaba llena de rostros de mujeres. Entre los marcos colgaban pergaminos donde se leían frases como 'discriminación', 'opresión', 'violencia emocional'... Justo abajo de ese letrero vio una imagen que la dejó helada. Era una mujer sentada en una banqueta, empapada por la lluvia y con la mirada perdida. Andrea tuvo un apagón instantáneo, sus ojos se clavaron en ese retrato de una manera tan intensa que parecían traspasarlo. Se acercó para ver el detalle, lo mojado del cabello, el rostro descompuesto, las lagrimas mezcladas con lluvia, los ojos irritados. No había duda. Miró la pintura que estaba hacia la izquierda y era la misma mujer pero ahora sentada frente a una laptop, parecía más tranquila, pero tenía la misma expresión de dolor que se vía en el primer cuadro. Al ver que el autor firmaba como 'Anonymous' no pudo más y se sentó en el piso de la sala tratando de recuperar su respiración.

Ni siquiera en el mundo interior de Andrea se hablada del día en el que lloró bajo la lluvia. Nadie, ni ella misma, había osado tocar los capítulos de dolor silente de su propia historia.

Sabía que no podía desaparecerlos, pero sí de tomar una decisión al respecto: no recordarlos, no hablar de ellos nunca y no considerarlos en su nueva vida que, a costa de todo, buscaría libertad. Pero esa mañana se sintió descubierta. Alguien robó su iPhone, pero antes se entrometió en su vida. La vio esa noche en la banqueta que fue también la última noche antes de su liberación. La vio frente a su laptop envuelta en sus textos y sus propios diálogos. La vio, la retrató y el resultado fue muy cruel para Andrea.
Salió corriendo. Esta vez no tomó un taxi. Corrió hasta su casa para luego activar el 'borrado remoto' y reportar el iPhone a la compañía telefónica.

No quiso saber más.

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Hasta el día siguiente Andrea se sintió capaz de retomar sus textos. Abrió su laptop, revisó su e-mail y atendió decenas de correos de clientes que no lograban localizarla. Uno de los mensajes incluía una solicitud de reunión en el edificio que había visitado hace un de días antes de que todo sucediera. Eso animó un poco a Andrea; no tenía ánimos de salir pero al menos vería al cliente que le hace peticiones inteligentes y le encarga los textos que más le apasionan. Además la hace sonreír.

Andrea llegó al lobby del edificio y la recepcionista le dio un mensaje.

-Mija, dejó dicho el señor Emiliano que lo busques en la cafetería de enfrente. Te atenderá allá.

Andrea se extrañó. Nunca había sido así. Caminó hacia la cafetería y entre más se acercaba un presentimiento la invadía.

Llegó, vio a Emiliano de espaldas sentado en la mesa menos soleada de la terraza y, cuando estuvo cerca notó que en la mesita estaba un té de menta humeante, la máscara de Fawkes y su iPhone robado.

Emiliano la recibió con la mirada de quien conoce profundamente los sentimientos del otro. Andrea, sin tratar de entender por qué, se sintió en puerto seguro. Tomó asiento y charlaron hasta el siguiente día.

Fin.

Vuelve a leer la historia completa:
Capítulo 1
Capítulo 2

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Reglas de la tecno-comunicación

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