Historia de un iPhone robado -- Capítulo 2: Cazando al ladrón

Historia de un iPhone robado: Cazando al ladrón
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Capítulo 2

Andrea irrumpió agitada en el lobby del edificio donde esperaba encontrarse de frente con el infame ratero de iPhones, pero sólo estaban la recepcionista y el vigilante. Ninguno de ellos tenía cara de haber robado un teléfono, es más; ambos reflejaban hartazgo por estar ahí desde las ocho de la mañana a pesar de lo lindo que era el lugar. El piso parecía siempre recién pulido, los ventanales de triple altura parecían un camino al cielo y, en temporadas de invierno, adornaban la salita de espera con ramos de nochebuenas gigantes. Todo era tan... tan corporativo. Andrea amaba su trabajo por no tener que hacer lo que aquellos dos trabajadores: estar siempre en el mismo lugar, ver pasar a las mismas personas y sentirse culpables si desatendían un solo minuto su puesto. Imaginaba que sólo esperaban su hora de salida para dejar de fingir sonrisas y amabilidad. Ella, en cambio, disfrutaba su mundo solitario donde sólo tenía que enfrentarse a largos textos especializados y, de vez en cuando, a clientes exigentes. El trato con las personas era una materia en la que nunca obtendría un 10, por eso estaba convencida y cómoda con su vida de pocos amigos, cortas conversaciones y largas lecturas. No más.

Después de saludar y despedirse con la mirada, Andrea salió del lobby. Pensó en volver a la cafetería para conectarse a Internet y comprobar, a través de 'Prey', que el ladrón se había alejado, pero prefirió caminar hacia su departamento que sólo estaba a 20 minutos de ahí. Durante el camino se sorprendió al reconocer que no había un ápice de resignación en su cabeza. Todo lo contrario; estaba segura de que recuperaría ese iPhone de algún modo.

Cuando llegó, tomó el teléfono fijo para marcar a su móvil. Nadie respondió. Pensó entonces en activar el 'borrado remoto' que incluía 'Find My iPhone', pero algo muy simple la detuvo: Andrea no tenía respaldo de sus contactos, además, eso anularía la posibilidad de seguir rastreando lo ubicación del teléfono. Tenía que hacer un último intento antes de dar todo por perdido. Revisó de nuevo 'Prey' y notó que el teléfono estaba a sólo 15 kilómetros de su casa, en la calle Cuernavaca de la Colonia Hipódromo Condesa para ser exactos. Su determinación de recuperar el iPhone no llegaba a tanto. No iría a esa calle a adivinar el edificio donde estuviera el departamento en el que vivía el truhán que hurtó su teléfono mientras ella trabajaba con absoluta concentración. No.

Decidió esperar al día siguiente. Para poder dormir y olvidarse un poco del tema, Andrea trabajó hasta el cansancio en un texto especializado de su cliente favorito, aquel que había ido a ver por la mañana a su oficina antes de que todo sucediera. Él era su 'ojalátodosmisclientesfueranasí'. Lo recordó, sonrió y se durmió.
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Amaneció muy pronto para Andrea. Estaba lista para marcar. Sabía que existía una posibilidad de que alguien contestara, así que se afanó muchísimo en preparar su primer diálogo que seguramente sería interrumpido. Buscó palabras precisas, frases irrebatibles y tonos de absoluta urbanidad. Casualmente acababa de trabajar en un reportaje sobre los 'Acuerdos de Ginebra', así que tenía muy presente el lenguaje diplomático con todo y sus aburridas reverencias.

-Buenas tardes, disculpe, usted tiene mi teléfono y sólo quiero decirle que me urge recuperarlo. No sé si sea usted quien lo tomó, no le he llamado por ninguna represalia. Sólo necesito recuperar mi teléfono y confío en que usted pueda comprenderlo. Doy recompensa por él.

Terminó su frase sin ser interrumpida.

-Hola. ¡Por fin! ¿Cómo estás?

-Emm... ¿Yo? Bueno, realmente no import...

-Tú debes ser Andrea. ¿Cómo estás? Todo el mundo te ha buscado en tu teléfono y yo he tomado recado de cada uno de ellos, aunque no lo creas.

Andrea quedó muda. Lo que dijo el hombre le parecía una insolencia. Ese ladrón ya había conversado con sus contactos. Al darse cuenta de eso un cólico la atacó como si se tratara de una reprimenda por no haber activado el borrador remoto a tiempo.

-¿Sigues ahí, Andrea?

-Sí. Yo... sólo quiero que me devuelvas mi teléfono por favor.

La voz del hombre sonaba joven, amable, muy sonriente y parecía no fingir al explicar que él lo había encontrado, no robado. Pero Andrea no confió.

-Como sea. Necesito que me lo devuelvas. Confío en que, si eres una persona razonable, podremos negociar.

-Tranquila. Te lo devolveré. ¿Por qué te ha llamado tanta gente estresada? ¿Qué les debes, eh? Traes loco a medio mundo.

Andrea no quería contestar, más bien quería colgar pero sentía que si lo hacía perdería la oportunidad de recuperar su móvil. Sólo guardó silencio esperando a que algo más pasara.

-Ok, Andrea. Suenas asustada. Me gustaría entregarte tu iPhone hoy pero tengo un evento todo el día y no podré verte, a menos que quieras que nos reunamos en la noche. No apagaré tu teléfono para que lo puedas seguir rastreando, sé que lo haces. No te preocupes, no escaparé con él.

El hombre sin nombre colgó y Andrea se lamentó por no haber dicho una palabra. Corrió a su laptop para pedir un nuevo reporte de ubicación a 'Prey'. Además activó la función de 'fotografía remota' para hacer que la cámara frontal captara una imagen del ladrón sin que él lo notara. Para que esto suceda, el sistema emite un sonido de mensaje que provoca que el usuario consulte el teléfono. En ese momento se hace la foto en modo camuflado. Parece ficción, pero 'Prey' hace esto de verdad y bien.

prey app

Al recibir el reporte de 'Prey' Andrea enfureció. El iPhone robado se estaba moviendo hacia la avenida Alvaro Obregón y se detuvo en el Centro de Cultura Casa Lamm, pero no fue eso lo que la enfadó, fue la foto. El hombre, sabiéndose fotografiado, apareció con una máscara de Guy Fawkes, la misma que usan los miembros de 'Anonymous'.

-¿Qué le pasa? Espero que no crea que me asustó con su fotografía; mucho menos que me ha parecido graciosa.

Sin más, Andrea se subió a un taxi y llegó al Centro de Cultura para encontrar al hombre sin nombre. Al ratero vil e insolente.

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