Carta a un ciudadano americano. El uso de la tortura.

La aparición reciente de la película de Kathryn Bigelow, Zero Dark Thirty, ha traído consigo un nuevo debate sobre el uso de la tortura, por parte de funcionarios de la CIA, en desarrollo de la lucha contra los terroristas. El debate resulta a mi juicio indispensable si los Estados Unidos quieren reclamar algún grado de liderazgo moral en el mundo, para acompañar su incuestionable liderazgo militar y económico.
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FILE - In this Sept. 2, 2006, file photo, an Iraqi army soldier closes the door of a cell, in Abu Ghraib prison after the Iraqi government took over control from U.S. forces, on the outskirts of Baghdad, Iraq. A defense contractor whose subsidiary was accused in a lawsuit of conspiring to engage in torture at the infamous Abu Ghraib prison in Iraq has paid $5.28 million to 71 former inmates held there and at other U.S.-run detention facilities between 2003 and 2007. The settlement in the case involving Engility Holdings Inc. of Chantilly, Va., marks the first successful effort by lawyers for former prisoners at Abu Ghraib and other detention centers to collect money from a U.S. defense contractor in lawsuits alleging torture. Another contractor, CACI, is expected to go to trial over similar allegations this summer. (AP Photo/Khalid Mohammed, File)
FILE - In this Sept. 2, 2006, file photo, an Iraqi army soldier closes the door of a cell, in Abu Ghraib prison after the Iraqi government took over control from U.S. forces, on the outskirts of Baghdad, Iraq. A defense contractor whose subsidiary was accused in a lawsuit of conspiring to engage in torture at the infamous Abu Ghraib prison in Iraq has paid $5.28 million to 71 former inmates held there and at other U.S.-run detention facilities between 2003 and 2007. The settlement in the case involving Engility Holdings Inc. of Chantilly, Va., marks the first successful effort by lawyers for former prisoners at Abu Ghraib and other detention centers to collect money from a U.S. defense contractor in lawsuits alleging torture. Another contractor, CACI, is expected to go to trial over similar allegations this summer. (AP Photo/Khalid Mohammed, File)

La aparición reciente de la película de Kathryn Bigelow, Zero Dark Thirty, ha traído consigo un nuevo debate sobre el uso de la tortura, por parte de funcionarios de la CIA, en desarrollo de la lucha contra los terroristas. El debate resulta a mi juicio indispensable si los Estados Unidos quieren reclamar algún grado de liderazgo moral en el mundo, para acompañar su incuestionable liderazgo militar y económico.

Para empezar, lo cierto es que hasta que no sean publicados los archivos secretos, debidamente "desclasificados", no sabremos qué tan importante fue el rol que jugó la tortura en la búsqueda y posterior muerte de Osama Bin Laden, el cerebro detrás del horror de septiembre 11.

El informe, preparado por el staff del Comité de Inteligencia del Senado de Estados Unidos, tiene cerca de seis mil páginas y analiza cerca de seis millones de documentos de la CIA, en especial documentos que salieron de lugares donde torturaban a miembros de Al Qaeda. El informe se conocerá este semestre en su totalidad, lo cual habla bien de la manera como los Estados Unidos miran sus propios errores para que tratar de evitar que se repitan.

Lo segundo que cabe argumentar, en favor del gobierno de EE.UU., es que en su segundo día de gobierno, el Presidente Obama prohibió lo que la CIA llamaba eufemísticamente las "técnicas mejoradas de interrogación" (enhanced interrogation techniques).

Estas incluían el "submarino" (waterboarding), que consiste en sumergir al interrogado en agua hasta que prácticamente se ahoga, acto que se repite varias veces; mantener los presos despiertos, sometidos a música a volúmenes insoportables, durante días; y tácticas de tortura de largo plazo que les permitieron a los agentes de la CIA convencer a los presos de que, en medio del delirio de la tortura, habían confesado, razón por la cual los estaban premiando con buena comida y mejores habitaciones, momento en el que realmente confesaban todo.

A eso se le pueden agregar las tácticas "no autorizadas", como los vejámenes físicos, sexuales, con perros (como en Abu Ghraib) y el sometimiento de los torturados a pasear llevados de una correa por los pasillos de las cárceles.

La película va lejos en asegurar que la tortura fue definitiva en lograr la captura y confesión del correo de Bin Laden y por ende, el dato del lugar de la residencia del cerebro terrorista. Defensores del sistema dirán que la tortura demostró su eficacia. ¿Por qué acabarla?, se preguntan.

Pero la verdad es que un estado que incurre en prácticas de tortura, un estado que rompe las leyes más elementales para buscar justicia, está logrando lo contrario de lo que busca.

Centenares de funcionarios de EE.UU. dedican su tiempo en las embajadas de su país en el mundo promulgando y defendiendo el respeto a los derechos humanos. ¿Con qué autoridad moral pueden esos funcionarios hoy mirar a los ojos a quienes torturan presos políticos en Cuba; o a quienes macartizan a la oposición venezolana y secuestran a quienes le prestan su apoyo; o a esos presidentes que torturan judicialmente a los medios que les son contrarios?

Todo eso que hacen Maduro, Ortega, Correa y Kirchner, parece un juego de niños al lado de lo que hicieron los agentes de la CIA en esos años contra los detenidos de Guantánamo y los sospechosos en cárceles en otros países. ¿Con qué autoridad moral podrá EE.UU. pararse a ofrecer lecciones de cultura y tolerancia a los demás?

Recomiendo la lectura de "Disturbing & Misleading" la reseña que publicara el New York Review of Books sobre Zero Dark Thirty, escrita por Steve Coll. Y, por supuesto, la del informe del Senado, el cual será sin duda fascinante para entender cuán lejos fue el país más poderoso del mundo para asegurarse de que su venganza fuera entendida por todos, con la consecuente multiplicación de sus enemigos en los países de influencia de Al Qaeda.


*Miguel Silva, colombiano, fue Secretario General de la Presidencia de Colombia y fundó la revista Gatopardo. Es periodista y consultor en comunicaciones estratégicas.

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