Carta a un ciudadano americano. Sin límites

Diariamente nos imponemos nuestros propios límites. La enseñanza de John Isidro, la luz detrás de Hikari y los gansos salvajes de Nils, nos muestra que no hay límites, que hay que abrir las alas de pájaro y volar, superar las limitaciones, ir más allá de los sueños, ser mejores todos los días, quejarnos menos, ayudar más a otros, emprender sin miedo pequeñas y grandes cruzadas que nos conviertan, otra vez, en seres humanos de verdad.
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El muchacho mira nervioso a la audiencia, respira y empieza a hablar. Un segundo antes parecía apenas un joven normal, con una mirada algo esquiva, tímido. Al hablar sus ojos se llenan de vida, pero se hace evidente que tiene algún nivel de discapacidad cognitiva:

Vivo con mi papá desde que nací, porque al año de nacido mi mamá nos dejó. Mi papá ha trabajado toda la vida en reciclaje de basura. Un día le dijeron, "señor, su hijo no puede aprender". Pero el "cuchito" no se da por vencido. Me dijo "mijo usted va a estudiar y usted va a aprender". Así que mi primer sueño fue el de estudiar. Y entré a un colegio en el que me ayudaron a estudiar y estudié y aprendí.

La audiencia no es muy numerosa pero está integrada por empresarios en una gran mayoría. Presidentes y gerentes de empresas. Son las 7 y 30 de la mañana en la ciudad de Bogotá y el día está soleado. La presentación se lleva a cabo en un restaurante que se llama Club Colombia. El muchacho, John Isidro Castañeda, sonríe. Hace una pausa y continúa.

Un día le dije a mi papá: "Cuchito, yo tengo un sueño. Quiero ser como un pájaro. Quiero volar. Quiero ser libre. Quiero trabajar". Y fue a los pocos días que conocí a los de Best Buddies, a los Amigos del Alma, y ellos me consiguieron un trabajo en Alkosto (un almacén de retail). Mi papá me dijo que durante un mes me acompañaría de la casa al bus, en el bus al trabajo, y en la tarde de regreso a casa; y que en ese mes yo tenía que aprender a contar el dinero y a moverme sólo por primera vez, a llegar al trabajo y regresar a la casa y a ponerme el uniforme todos los días. Al mes me dejó solo y lo pude hacer sin él. Hoy estoy a punto de lograr mi segundo sueño que es comprar una casa. Mi tercer sueño es llevar a mi papá a que conozca el mar.

Su padre, John Castañeda, es aún reciclador de basura. A pesar de su discapacidad cognitiva, fue John Isidro, su hijo, quien le enseñó a leer y a escribir. Hoy con su salario y con lo que logra conseguir su padre en el trabajo de las basuras, salieron del barrio en el que vivían, uno de los más "duros" de esta ciudad de más de ocho millones de habitantes y viven en uno considerablemente mejor, si bien aún en medio de una difícil condición económica.

Bernardo Vargas, quien con su esposa Olga Lucía Lacouture, fundó el capítulo colombiano de Amigos del Alma, fue quien presentó a John Isidro esa mañana:

Fuimos a Boston con John, a una reunión mundial de Best Buddies. Era la primera vez que se subía a un avión. Al terminar la carrera de bicicletas del Best Buddies Challenge entre Boston y Hyannis Port, John me pidió que tradujera al inglés una nota que había escrito para los anfitriones, que eran Anthony Kennedy Shriver, el fundador y Chairman de Best Buddies International; Tom Brady, el famoso quarterback de los New England Patriots; y el medallista olímpico Carl Lewis. Así lo hice. La traduje y la leí. ¡Quiero decirles que yo nunca había visto llorar tanto a unos hombres adultos como ese día!

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En su discurso en la ceremonia de entrega del Premio Nobel de Literatura, el japonés Kenzaburo Oé contó una historia con una imagen similar a la de John Isidro y los pájaros.

De niño, en la isla de Shikoku, donde vivía con su familia, Oé leyó Las maravillosas aventuras de Nils, cuyo protagonista es transformado en una criatura pequeña, que entiende el lenguaje de los pájaros y que lleva a cabo un largo viaje. A su regreso, tras atravesar Suecia ayudando a y luchando por una manada de gansos salvajes que está en peligro, llega a casa otra vez convertido en ser humano.

"Mamá, Papá", dice. "Soy un niño grande. Soy humano otra vez!"

La saga de Nils simboliza para Oé la inmensa libertad de haber vivido en el campo; el rito de paso, a través de una lucha desinteresada en favor de otros, de una criatura a un niño más grande, aún inocente; y, por último, esa conciencia de ser, de despertar al ser que se refleja en la frase al llegar de nuevo a casa. Dice Oé en su discurso:

"Hace medio siglo, mientras vivía en lo más profundo de ese bosque, leí ese libro y sentí en él dos profecías. Que un día quizás entendería el lenguaje de los pájaros. La otra era que quizá podría escapar volando con mis amados gansos salvajes, preferiblemente a Escandinavia".

"Después de casarme, nuestro primer hijo nació con una discapacidad cognitiva. Lo llamamos Hikari, que quiere decir "luz" en japonés. De bebé solo respondía a los trinos de los pájaros, nunca a las voces humanas. Un verano cuando tenía seis años estábamos quedándonos en nuestra casa en el campo. El escuchó un par de codornices gorjeando desde el lago tras una arboleda y dijo, imitando la voz de un locutor de una grabación de trinos de pájaros salvajes: "Estas son codornices". Ese fue el primer momento en que mi hijo pronunció palabras humanas. De ahí en adelante mi esposa y yo empezamos a tener comunicación verbal con nuestro hijo.

"Hikari ahora trabaja en un centro vocacional para discapacitados, una institución basada en las ideas que aprendimos de Suecia. En el entretanto ha compuesto obras musicales. Los pájaros fueron los originadores que ocasionaron y mediaron en su composición de música humana. A través de Hikari cumplí la profecía de que un día entendería el lenguaje de los pájaros. Debo decir también que mi vida habría sido imposible sin mi esposa con su fuerza femenina abundante y su sabiduría. Ella ha sido la perfecta encarnación de Akka, el líder de los gansos salvajes de Nils. Junto con ella he volado a Estocolmo y la segunda de mis profecías, para mi dicha absoluta, se ha cumplido."

Diariamente nos imponemos nuestros propios límites. La enseñanza de John Isidro, la luz detrás de Hikari y los gansos salvajes de Nils, nos muestra que no hay límites, que hay que abrir las alas de pájaro y volar, superar las limitaciones, ir más allá de los sueños, ser mejores todos los días, quejarnos menos, ayudar más a otros, emprender sin miedo pequeñas y grandes cruzadas que nos conviertan, otra vez, en seres humanos de verdad.

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