Esta vez no se trata de una fantasía más de Nicolás Maduro. Aunque el presidente encargado de Venezuela ha alcanzado tal punto retórico para catapultar sus posibilidades de victoria en las elecciones presidenciales de Venezuela que ha declarado que Hugo Chávez se le presentó en el cuerpo de un pájaro, no miente cuando afirma que un argentino con figura de Mario Bros. fuera de forma ha llegado para impulsar su candidatura.
El visitante distinguido no es otro que un argentino que roba carteras y toca balones con la mano de Dios. Con certeza, vale decir que fue uno de los dos más grandes jugadores del mundo, o de los cuatro si es que se moderniza la discusión para incluir a Messi y a Cristiano. Entre comillas se le puede describir como estratega y asesor deportivo, además de ser activista cada que sus amigos o los amigos de sus amigos lo requieren como refuerzo en la cancha electoral.
Diego Armando Maradona no olvida la amistad que lo unió a Hugo Chávez. El argentino aterrizó en Venezuela para que el camino trazado por su "gran amigo" pueda prolongarse en la figura de Nicolás Maduro. El chavismo lo considera un "amigo de la patria", y desde el púlpito del poder se le da una trascendencia de representante de estado. El diez argentino es el visitante distinguido que pretender ser "protagonista de la gran victoria", según las palabras de Maduro.
La batalla es desigual. Henrique Capriles, el líder opositor, no tiene pájaros mensajeros ni a Pelé para mitigar los efectos populistas de Maradona, tampoco cuenta con los años de poder que volvieron costumbre que el chavismo mandara en automático. Y aún así, con los pronósticos en contra y Diego Armando vistiendo la camiseta rival para el frente a frente del domingo venidero, piensa en la victoria que silencie a Maduro y demuestre que la mano de Dios maradoniana se fue con Margaret Thatcher.
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