Venezuela: El régimen del silencio

La brutal agresión sufrida el martes por varios diputados opositores de Venezuela, en plena sesión parlamentaria, a manos de rivales y matones chavistas, muestra ya sin tapujos el rumbo deplorable que han adoptado los cachorros de Hugo Chávez tras las elecciones del 14 de abril.
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nicolas maduro

La brutal agresión sufrida el martes por varios diputados opositores de Venezuela, en plena sesión parlamentaria, a manos de rivales y matones chavistas, muestra ya sin tapujos el rumbo deplorable que han adoptado los cachorros de Hugo Chávez tras las elecciones del 14 de abril.

No contentos por alimentar las fricciones y avivar la división social, tras violar sus propias leyes y rechazar el legítimo recuento de votos que exige Henrique Capriles, el gobierno de Nicolás Maduro está escogiendo opciones mafiosas, matonianas y destructivas para tratar de imponer lo injustificable.

Actitudes tan destructivas, que sin querer hacer apología al mismísimo terrorismo de estado, el actual Caudillo bolivariano no es consciente del grave riesgo de alimentar y potenciar la pesadilla de una guerra civil en las calles venezolanas aún con la ausencia de las Fuerzas Armadas. O quizás el país se debate ya en una guerra civil sin declarar, como consecuencia de políticas y estamentos públicos y serviles, incapaces de contener la ola de violencia y división social reinante.

En el peor ejemplo de la definición de democracia, además de tolerar los ataques físicos en la asamblea, el presidente del hemiciclo, Diosdado Cabello, decidió de forma dictatorial prohibir el uso de la palabra a los representantes de la Mesa de Unidad Democrática hasta que no reconozcan públicamente la victoria de Maduro.

Un ejemplo más de la ausencia de libertad de expresión, la aplicación sistemática de la ley mordaza y el ataque constante a los medios o individuos que "se atrevan" a pensar diferente.

Actitudes que aceleran la marcha hacia el totalitarismo y que ya ha dado claras señales de acabar en una dictadura pura y dura aunque traten de disfrazarla como al lobo de oveja. No hace falta más que sentarse a observar como el presidente de la república y sus secuaces se frotan las manos con el mal llamado "dólar blue" pero las convierten en puños para tratar de acallar voces y someter conciencias.

Criticar lo que está ocurriendo en Venezuela es simplemente no cerrar los ojos a una evidencia que traspasa nacionalidades o fronteras. Y esto no tiene que ver con aliarse al capitalismo o defender el socialismo, es defender el derecho de millones de venezolanos a que se haga justicia y se les permita vivir en una patria donde impere la voluntad del pueblo y no la imposición de aquellos que se aferran al poder y alimentan la división y la violencia en pro de sus propios intereses.

Venezuela se ha convertido en la analogía perfecta del realismo mágico de Macondo de Gabriel García Márquez, donde "nada es como parece", una pseudo dictadura constitucional que pretende a golpe y galope legitimizar lo ilegítimo. Porque la democracia pierde su condición cuando uno o más de sus procesos es violado y en Venezuela eso se ha convertido en costumbre. Del ventajismo que muestra el gobierno sólo se salva la foto electoral porque ni antes ni durante ni después ha habido transparencia y todos los procesos están distorsionados.

En la calle, la persecución política también ha comenzado. El general retirado y opositor Antonio Rivero ha sido detenido bajo la acusación de estar vinculado a las protestas post-electorales. En las universidades, varios dirigentes también están en la mira por "preparar emboscadas contra el pueblo y la patria". De la persecución y el acoso no se libra el propio líder opositor Henrique Capriles, a quien la ministra del Servicio Penitenciario ha anunciado que ya tiene lista su celda.

La desfachatez llega hasta tal punto que el candidato ha denunciado que el gobierno acaba de suspender la entrega de los recursos que le corresponden al estado de Miranda, del que es gobernador. El líder opositor ha denunciado que el Gobierno acaba de suspender la entrega de los recursos que le corresponden al Estado de Miranda, del que es gobernador.

El régimen del pajarito, sigue haciendo, impertérrito, lo que desea hacer y no hay forma de negar las evidencias. En Venezuela hay prisioneros políticos, hay exiliados y, sobretodo, hay millones de venezolanos excluidos de sus derechos ciudadanos, a pesar de ser iguales ante la ley. Quizá alguien les contó que "lo que los malos necesitan para ganar es que los buenos permanezcan en silencio". Pero esta vez, la razón se impone al silencio.

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