'Morir para Vivir'

Éste es un extracto de la emotiva carta póstuma de Keren Shtalrid, una joven israelí de 33 años, que vivía, o mejor dicho, soñaba con morir en el pueblito de Nir, cerca de Ashkelón. Desde hacía cuatro años sufría un cancer terminal. Ocho operaciones e interminables noches de dolor, llevaron a su padre, de 66 años y un prestigioso doctor a acabar con su sufrimiento. Tras planearlo juntos, entró por la noche en su cuarto mientras dormía y le inyectó una sustancia letal . Tras comprobar que su hija había hecho realidad su deseo, quiso acompañarla y se suicidó ahorcándose. Sarah, la esposa del Doctor y madre de Karen , ajena este trágico plan, encontraron los cadáveres al despertarse en la mañana. Perdió todo en solo una noche pero ganó la paz de saber que su hija había acabado con su terrible sufrimiento.
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eutanasia

"No puedo más. Estoy harta de la vida debido a mi tremenda enfermedad. Ya no me quedan fuerzas para luchar contra este sufrimiento. Merezco una vida mejor y más agradable y por eso he perdido la voluntad y el sentido de vivir aunque tenga todo vuestro apoyo y amor. No estoy preparada para esta vida de sufrimiento. No quiero que lo lamentéis demasiado y sólo os pido que hagáis cosas interesantes. Me voy sin tristeza. Gracias por todo".

Éste es un extracto de la emotiva carta póstuma de Keren Shtalrid, una joven israelí de 33 años, que vivía, o mejor dicho, soñaba con morir en el pueblito de Nir, cerca de Ashkelón. Desde hacía cuatro años sufría un cancer terminal. Ocho operaciones e interminables noches de dolor, llevaron a su padre, de 66 años y un prestigioso doctor a acabar con su sufrimiento. Tras planearlo juntos, entró por la noche en su cuarto mientras dormía y le inyectó una sustancia letal . Tras comprobar que su hija había hecho realidad su deseo, quiso acompañarla y se suicidó ahorcándose. Sarah, la esposa del Doctor y madre de Karen , ajena este trágico plan, encontraron los cadáveres al despertarse en la mañana. Perdió todo en solo una noche pero ganó la paz de saber que su hija había acabado con su terrible sufrimiento.

La noticia, aparecida ayer en la mayoria de los diarios del mundo, lejos de centrarse en la macabre escena, vuelve a poner en la palestra pública, el polémico tema de la eutanasia. el derecho de disponer del final de la vida de aquellas personas que sufren enfermedades terminales y quieren poner fin a sus días sin más dolor para ellos y sus familias.

Se nos prepara para vivir en las mejores condiciones, pero nadie nos enseña a iniciar el último viaje, ni a gestionar el duelo ni mucho menos a decidir cuando poner fin a nuestra vida. Se nos enseña a apegarnos a la vida, pero que hacer cuando esa vida está sujeta a un cuerpo inerte que carece de ella? Cuando ves pasar los años apegado a una cama, testigo y conciencia de un sufrimiento que lejos de remitir ahoga nuestros sentidos?

La historia de Karen es solo una de miles, la vida le había condenado a morir y ella decidió morir para vivir libre de sufrimiento. Y a nosotros solo nos queda jugar a ser testigos. Desde la comodidad de nuestros hogares no podemos juzgar sus desesperadas razones, ni siquiera anteponiendo nuestras creencias religiosas que disponen que Dios designa cuando llega el momento de iniciar ese viaje. Porque ese Dios misericordioso y Padre no puede juzgar y menos castigar que el dolor y el sufrimiento lleven a uno de sus hijos a querer vivir en la eternidad libre de agonia. Quizá si estuviesemos en ese cuerpo muerto viviendo con todos nuestros sentidos o tuviesemos a alguien que amamos en esa situación, reforzariamos nuestra posición a fafor o cambiariamos radicalmente si estuviesemos en contra.

Aún recuerdo la carta de Ramón Sampedro. El tetrapléjico gallego al que diera vida Javier Bardem en "Mar Adentro". Tras pasar 26 años pegado a una cama sin poder mover más que sus ojos, decidió poner fin a su agonía. Esa entrevista a Ramón dias antes de que alguien le ayudara a morir, nunca abandonará mi memoria:

"Hay días que no haces nada, porque no estás de humor. Tienen que estar constantemente limpiándote y cambiándote sondas. Si me las quitasen, moriría de necrosis renal. Defecar es una humillación perpetua, porque casi tienen que sacarte los excrementos con sacacorchos. Hay que excitar el esfínter. A un niño no le importa, porque no tiene conciencia, pero para un adulto, es humillante. La familia te ayuda, pero no puede devolverte el movimiento. Y eres una carga. El sufrimiento crea sufrimiento, y tienes a tu familia un poco atada a tu propia tetraplejía. Ellos tratan de no verlo así, pero tú sabes que los tienes esclavizados. Mi propia madre murió de pena
Yo quedé tetrapléjico con 25 años, al golpearme contra una roca cuando me bañaba.. A esa edad tienes de todo: amigo, amor, sexo... Salía con una chica, pero a raíz del accidente dejé todo eso. El tema del amor es muy doloroso. Tener que arrinconar el amor y el sexo es una de las cosas que más te desequilibra psicológicamente. Yo estoy convertido en un ermitaño a la fuerza...No me resigno a llevar esta vida miserable.

Al reclamar la eutanasia no pides la muerte, sino liberarte del dolor. Pero el Estado, los jueces y las religiones te prohíben liberarte de tu propio dolor, de tu esclavitud...

Aprendes a reír llorando para no agobiar aún más a la gente que está a tu alrededor. En realidad, la única ilusión que tengo es que el Tribunal de Estrasburgo declare que no se me puede imponer el sufrimiento, que tengo derecho a una muerte digna".

Esa entrevista cambió mi forma de ver la vida, y tambien la muerte. Hoy dos tercios de los estadounidenses consideran que existen circunstancias que justifican la eutanasia, pero discrepan en cuanto a si los médicos deberían contar con un permiso para ayudar a morir a pacientes terminales. Ya hay estados como Oregón donde se aprobó la eutanasia en 1997 que permiten que pacientes terminales, mentalmente competentes puedan recibir drogas letales recetadas por un médido. En Europa, Suiza, Bélgica y Holanda tambien se permite la medida.

Pero tambien hay estados que han recibido grandes derrotas al respecto.Al finál, si un paciente condenado a morir por una enfermedad terminal o por la atrofia paulatina y sistematica de sus organos al estar atado de por vida a una cama decide poner fin a su vida, quizá sea más ético, más humano, poner a su disposición las herramientas para que lo haga dignamente. Debe prevalecer su decision de morir o su derecho a la vida? Tenemos nosotros el derecho moral de obligarlos a vivir muertos en vida o permitirles morir para vivir libres de sufrimiento? ..he aqui el dilema

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