La mano de Dios: Francisco, el Papa de la esperanza

El humo blanco de la fumata y el repique incesante de las campanas de San Pedro del Vaticano anunciaron lo que sería la gran sorpresa para el mundo: "Habemus Papam" y además argentino y Jesuita.
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In this photo provided by the Vatican newspaper L'Osservatore Romano, Pope Francis celebrates his inaugural Mass with cardinals, inside the Sistine Chapel, at the Vatican, Thursday, March 14, 2013. (AP Photo/L'Osservatore Romano, ho)
In this photo provided by the Vatican newspaper L'Osservatore Romano, Pope Francis celebrates his inaugural Mass with cardinals, inside the Sistine Chapel, at the Vatican, Thursday, March 14, 2013. (AP Photo/L'Osservatore Romano, ho)

papa francisco

El humo blanco de la fumata y el repique incesante de las campanas de San Pedro del Vaticano anunciaron lo que sería la gran sorpresa para el mundo: "Habemus Papam" y además argentino y Jesuita.

En solo instantes el hasta entonces cardenal Jorge Bergoglio, se convertía no solo en el Papa de la iglesia de Roma, sino en el papá de millones de fieles que vieron en él, una esperanza para la anquilosada institución. Porque hasta este momento, ningún Papa había sido elegido en Latinoamérica, ni había tenido una trayectoria de humildad y servicio a los más necesitados como este miembro de la Compañía de Jesús.

Un centrista social y un conservador doctrinal que supone un cambio sustancial en la línea dinástica papal y frustra las expectativas de la curia en sus pretensiones de colocar a uno de los suyos en el trono de Pedro. Hay que tener en cuenta que desde el año 754, la figura del Papa no solo representa a la Iglesia Católica, sino también al gobernador del Estado Pontificio donde nunca ha existido un Papa que no fuese europeo.

El argentino, se convierte así en el Papa número 266, el primero americano al cabo de quinientos años desde la evangelización del Nuevo Mundo; el primero perteneciente a la orden de los Jesuitas, tan temidos en Roma; el primero no europeo desde la fundación de los estados Pontificios y el primero en adquirir el nombre de Francisco, a secas. Porque hasta rememorando a San Francisco de Asís, quiso marcar su cercanía con los más pobres y necesitados y su simpatía con la orden de los franciscanos.

Y es que aunque Bergoglio no figuraba en las "quinielas de los papables", sí estaba muy presente en el corazón de los electores, incluso desde el cónclave pasado donde dicen renunció para que Ratzinger fuese elegido el sucesor del pescador.

En un momento donde se señala a la institución de ser retrógrada, anquilosada y abrumada por los continuos escándalos de pedofilia y corrupción, tomar cercanía con el continente donde más fieles católicos hay en el mundo, no deja de ser un as en la manga.

Y sin duda, lo tomaron en cuenta, aunque no dejó de ser una sorpresa, no por las intenciones de los cardenales, pero sí para las especulaciones de la prensa que habían planteado el ceremonial como un duelo Scola-Scherer.

Pero ya lo dice el dicho: "El que entra como Papa en el cónclave sale como cardenal" y viceversa. Y Bergoglio que no era ni siquiera favorito, se impuso por goleada siendo una síntesis de ambos pero mejorada. Casi italiano como Scola por su origen y cultura y latinoaméricano como Sherer pero con una imagen mucho más afable y cercana y una visión de la iglesia colindante con el progresismo predicando el mensaje de justicia social de Juan Pablo II. "La deuda social es inmoral, injusta e ilegítima".

Nacido en el seno de una familia humilde en Argentina, hijo de un trabajador ferroviario de origen piamontés y de una ama de casa, asistió a la escuela pública y a los 22 años se unió a los Jesuitas y aunque forma parte de la Compañía de Jesús, reconoce que "algunas cosas me gustan y otras no".

Durante la dictadura salvó a algunos de sus hermanos jesuitas secuestrados por la Junta Militar y se ganó el respeto del pueblo argentino, cuando fue nombrado cardenal por Juan Pablo II, no quiso comprarse una nueva vestimenta sino que ordenó arreglar la de su antecesor como muestra de austeridad. Una señal que ha marcado toda su vida.

Aunque trabajaba en el palacio arzobispal, vivía solo con en un diminuto apartamento al lado de la catedral de Buenos Aires, desde cuya ventana atestiguó la violencia y revueltas de la Plaza de Mayo durante la crisis financiera que desembocó en el famoso "corralito". Su voz se impuso entonces con fuerza contra el gobierno para reclamar justicia.

Acostumbrado a vestir su sotana negra, la prefiere sobre la púrpura, y dirigente máximo ahora de los Jesuitas, muchos se aventuraron a asegurar que se trataba del Papa negro, el tan mencionado en la profecías de Nostradamus. Sin embargo, su luz se impuso sobre cualquier duda.

Su renuncia a los privilegios, su sencillez y su personalidad amable y conciliadora le hacen caer bien, muy bien. Y eso es lo que se necesita, alguien que lejos de las alturas predique con el ejemplo. No solo un erudito sino un practicante. La verdadera representación de Dios en la tierra. La profética "mano de Dios" a la que Maradona hiciera alusión en el mundial del '86 y que tanto mencionara el Santo Padre.

Y es que Francisco lleva en su corazón a San Lorenzo de Almagro, cuyo centenario se conmemoró con una misa oficiada por él. Se sabe que ha recibido camisetas y hasta el carné de socio del club.

Por eso, el mundo celebra un Papa de carne y hueso. Sensible pero implacable y sobre todo al servicio de los más necesitados. Un Papa que use zapatos viejos y no de Prada. Que se preocupe por los más necesitados y no por cómo engrosar las cuentas del banco ambrosiano. Alguien que no necesite la pompa y la ostentación para demostrar que es la representación de Dios en la tierra. Que se preocupe de la palabra y no del negocio hecho alrededor de la misma. Un hombre, un legado. Francisco.

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