En estos momentos, difícilmente puede haber alguien sobre la faz de la tierra que no haya seguido por las noticias , la web o en la cola de un mercado, los devastadores efectos del embate de la llamada "tormenta perfecta" Sandy sobre Nueva York, Nueva Jersey y otros estados del Noreste de EEUU.
Pero mientras lentamente se recuperan de lo que los expertos han calificado como el peor desastre natural de su historia reciente, el mundo parece olvidar que cuando fué huracán, Sandy se ensañó con el Caribe, especialmente Cuba y Haití. Países que desesperadamente tratan de alzar sus voces para gritar al mundo que no se olvide de ellos... que ellos, también existen.
Porque aunque los muertos, desaparecidos y daños materiales son dolorosos en ambos casos, mientras nuestro país tiene la posibilidad y los recursos de coordinar esfuerzos inmediatos para salir adelante, los países caribeños afectados por Sandy, se han quedado olvidados, sumergidos en las mismas aguas que hoy inundan muchas de sus calles.
Mientras en este lado, a pesar de la desolación, vemos con orgullo a una nación unida para ayudar a los miles de damnificados que hoy lloran un lugar vacio en sus mesas, la perdida de sus hogares o de sus pequeños negocios, al otro lado están solos, desenfocados del lente de los medios de comunicación internacionales y en condiciones deplorables, sabiendo que los daños serán permanentes.
En Haiti, el pais más pobre del hemisferio occidental, siguen sumidos en el estado de emergencia de 30 dias decretado por su presidente Michel Martelly tras el impacto de Sandy, convertida entonces en un huracán de categoría 1. Aún no recuperados del terremoto del 2010, que devastó el país dejando decenas de miles de viudos y huérfanos; de una severa epidemia de cólera y de la tormenta tropical Isaac, esta nueva tragedia ha sido la gota que faltaba para colmar el delicado vaso.
Las gravísimas inundaciones no solo están reviviendo el fantasma del Cólera sino que han anegado el 70% de las plantaciones de maíz y banano q son las principales Fuentes de alimento en el tercer país con más hambre del mundo. 55 personas muertas, mas de una veintena desaparecidas, 7100 familias afectadas y más de 15.000 casas destruidas o severamente dañadas conforman hoy la realidad de esta tierra de nadie que pide a gritos que la Comunidad Internacional no se olvide... que también existe.
Algo similar a lo que pasa en Cuba, donde también Sandy fue considerada una de las tormentas más letales de los últimos tiempos. 11 personas perdieron la vida, más de 75.000 casas resultaron destruidas y casi 133.000 gravemente dañadas. La provincia Oriental de Santiago de cuba se llevó la peor parte. Fue golpeada sin misericordia y los deslaves e inundaciones acabaron con las cosechas, interrumpiendo hasta hoy la electricidad y dañando severamente cientos de edificios. Las imágenes que llegan desde allí son desoladoras.
El grito ahogado de los damnificados no solo llora las pérdidas sino la desesperanza de saber que en su país nada ni nadie podrá reemplazarlas. Lo hacen mientras miran, además, hacia este lado y ven la solidaridad desatada por la tragedia y la respuesta de un líder que abandona la campaña política a tan solo días de las elecciones para coordinar de forma inmediata las ayudas gubernamentales y pedir que se suspendan las burocracias en el proceso de respuesta a los damnificados...
Y yo que estoy aquí, me siento en el medio, porque mientras miro a un lado y miro al otro, me vienen a la cabeza los versos de Benedetti : " Con su ritual de acero, sus grandes chimeneas, sus sabios clandestinos ,su canto de sirenas. Sus cielos de neón, sus ventas navideñas, su culto de dios padre y de las charreteras. Con sus llaves del reino, el norte es el que ordena. Pero aquí abajo, abajo, el hambre disponible recurre al fruto amargo de lo que otros deciden, mientras el tiempo pasa y pasan los desfiles, y se hacen otras cosas que el norte no prohíbe con su esperanza dura. El sur también existe".
Huracán Sandy (VIDEO)
Imágenes del paso del huracán Sandy
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