Donald Trump y su 'Caja de Pandora'

Nadie se ha quedado inerte ante los comentarios calificados de "racistas y xenófobos" del magnate y actual candidato presidencial Donald Trump.
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Republican presidential candidate businessman Donald Trump speaks during a campaign town hall Wednesday, Aug. 19, 2015, at Pinkerton Academy in Derry, N.H. (AP Photo/Mary Schwalm)
Republican presidential candidate businessman Donald Trump speaks during a campaign town hall Wednesday, Aug. 19, 2015, at Pinkerton Academy in Derry, N.H. (AP Photo/Mary Schwalm)

Nadie se ha quedado inerte ante los comentarios calificados de "racistas y xenófobos" del magnate y actual candidato presidencial Donald Trump en referencia a los inmigrantes indocumentados mexicanos. Los medios de comunicación hemos explotado hasta la saciedad sus palabras, y tras expandirlas como la pólvora, hemos logrado crear ante nuestros ojos un enorme espectáculo de fuegos artificiales que parece no desvanecerse en el cielo.

Que el señor Trump prendió la mecha, es cierto. Sus palabras no fueron las adecuadas al generalizar a la comunidad de inmigrantes mexicanos, metiendo en el bote tanto a honrados trabajadores que solo buscan o buscaron lo mejor para ellos y sus hijos con delincuentes y narcotraficantes. Durante todos estos años, y como también emigrante, sé de primera mano el dolor que provoca en el alma la separación de los nuestros. Dejar el hogar, la familia, los amigos, alcanzar un sueño o simplemente, trabajar de forma honrada para que los nuestros tengan mejores condiciones de vida. Aunque las situaciones para llegar sean radicalmente distintas, el dolor de la separación y el desarraigo siempre son los mismos

Durante muchos años de trabajo periodístico, he compartido el drama que viven millones de migrantes indocumentados en su esfuerzo por cruzar una frontera. Familias jugándose la vida en precarias yolas o balsas a disposición de las aguas... Pequeños de las manos de sus padres sorteando las vicisitudes del desierto o subidos a lomos de "la Bestia" aguantando los envites de las bandas organizadas, la policía corrupta, y los fierros de las vías. He recreado su viaje en las miradas de miedo y esperanza y también he escuchado de sus propias voces el vía crucis por el que han tenido que pasar hasta el momento en que como en una ruleta, se ven obligados a poner sus vidas a disposición de los dados.

Mr. Trump ha abierto su "Caja de Pandora" dejando al descubierto lo que debería ser el otro debate. Los migrantes ilegales, la mayoría de ellos, no desearía tener que abandonar su patria si pudieran vivir en paz, ser respetados y tener asegurado el pan de sus familias. Los arrastra la codicia y la corrupción de sus gobiernos, la desesperación porque sus hijos puedan tener la educación, la vivienda o ese plato de comida que su país les niega.

Están aquí por un gobierno irresponsables que no admite su culpa en el éxodo de su propia gente. Este es el debate que muchos medios de comunicación no están dispuestos a denunciar porque sus intereses económicos se lo impiden. El que ha despertado el lado oscuro de muchas conciencias que de forma abierta critican las palabras del candidato presidencial, pero que de forma consistente, le mantienen en el primer lugar del electorado republicano para sorpresa de todos.

El derecho a que se reconozca el aporte que los migrantes mexicanos hacen al motor económico y social de este país debería ser a mi punto de vista una obligación moral, pero no debería ser también moral atrevernos a decir que una cosa son los migrantes que se ven obligados a salir de su país y que son gente de bien, y otra los pillos que hacen de su sufrimiento un lucrativo y sucio negocio.

Y no me refiero solo a las bandas de Coyotes o polleros que trafican con la vida de seres inocentes, sino de un país que pone el dedo sobre otro, que lo señala de racista, que lo culpa de la situación de sus connacionales en Estados Unidos cuando para ellos, dentro de sus propias fronteras, jamás contaron. Las palabras de una familia de Querétaro mientras había una cobertura en vivo en Los Ángeles no pueden decir más con tan poco : "Señorita, por primera vez aquí, para nuestros paisanos que trabajan en la tele ahora si contamos, lastima que cuando vivíamos en México no contábamos pa' nadie". Y es una realidad.

Le guste al que le guste y le duela al que le duela, ya es hora de que dejen de poner el peso sobre los migrantes que solo quieren tener la oportunidad de vivir en paz y alcanzar su pedacito de cielo en esta tierra de oportunidades. Es muy fácil usar la palabra racista, arengar a las masas envolviéndolas en una bandera... es muy fácil ver la paja en el ojo ajeno... pero ¿se predica con el ejemplo o existe una doble moral que usa a estos migrantes como pantalla pero responde de forma unilateral a sus intereses?

Del Sr. Trump ya se ha hablado hasta la saciedad ,pero de su "Caja de Pandora", de este tema tan polémico, dudo que se escuche en un medio de comunicación hispano cuyos designios los firma Televisa o los decide el imperio mediático mexicano a golpe de talonario, contratos, frecuencias o programación.

Quizá sería interesante recordar que en el Banco Mundial, México ocupa el primer lugar del orbe en la expulsión de personas al extranjero en busca de trabajo y mejores oportunidades por encima de China, India o Pakistán. Después de los ingresos por petróleo, los envíos de dólares, ósea las famosas remesas, son la segunda fuente de divisas más importantes del país junto a la industria automotriz.

Tan representativas, que según el Banco de México, crecieron un seis por ciento este junio pasado en tasa interanual a 2,168 millones de dólares, acumulando cinco meses seguidos de expansión. Para ser claros, la suma de los migrantes a la economía mexicana con el dinero que envían desde Estados Unidos, ha llenado los vacíos dejados por el estado en educación, salud y vivienda.

Una situación que no pasa desapercibida ni al gobierno de Peña Nieto ni a los gobiernos anteriores que por encima de criticar a su vecino del norte, nada hacen para crear trabajos, luchar contra la corrupción y los abusos de los poderosos y defender en sus propias fronteras a esos "paisanos" que obligaron a salir de su tierra, y a los que ahora ven bajo el símbolo del dólar o el voto.

Quizá yendo un poco más lejos, tal vez deberíamos proponer instaurar en Estados Unidos la legislación mexicana en material de inmigración. Una de las más duras del mundo que castiga con cárcel y deportación a cualquier extranjero que de forma ilegal permanezca en su territorio o no aporte a las arcas del Estado y hasta aquellos que los ayuden, como recogen los artículos 116, 117, 118, 119, 120 y 121 por poner un ejemplo.

Y si no queremos leer, bastaría preguntarle a cualquier centroamericano su experiencia para atravesar México en su largo empeño por llegar a los Estados Unidos. Un viacrucis destacado en el informe de Amnistía Internacional titulado "Las víctimas invisibles: migrantes en movimiento en México" en el que nicaragüenses, hondureños, guatemaltecos o salvadoreños son perseguidos, abusados y despojados de lo poco que tienen, no solo por las bandas de criminales, si no por la peor calaña de asesinos y rateros que escondidos tras una placa de policía o autoridad migratoria imponen sin piedad su sucia autoridad con total impunidad sin que el gobierno central o las gubernaturas quieran quitarse la venda de los ojos y cerrar los bolsillos.

"Culpamos a otros sin mirar lo que hacemos de forma bastante más salvaje y grotesca. Les gritamos que discriminan, que son déspotas y exterminadores del multiculturalismo. Gritamos con la fuerza de nuestro pulmón para esconder cuán hipócritas somos, y lo infame de nuestra maniquea solidaridad".

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