El debate de las armas... las armas equivocadas

Esta mañana, estaba dando mis últimos retoques al que sería mi artículo de hoy día. El problema de la tenencia de armas en Estados Unidos y el implacable lobby que la omnipotente Asociación Nacional del Rifle cierne sobre Washington, ocupaban mi atención , convencida de que sería un buen tema de lectura, análisis, reflexión y debate. Sin embargo, algo tan simple como un mensaje de una amiga, me hizo cambiar el lenguaje de mi pluma y hasta reflexionar sobre algo tan banal pero a veces, tan necesario como aferrarnos al lado positivo de la vida. A los buenos deseos y sobre todo, a las mejores actitudes. A mirar desde la simplicidad para apreciar el verdadero regalo de nuestro presente.
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mujer feliz

Esta mañana, estaba dando mis últimos retoques al que sería mi artículo de hoy día. El problema de la tenencia de armas en Estados Unidos y el implacable lobby que la omnipotente Asociación Nacional del Rifle cierne sobre Washington, ocupaban mi atención , convencida de que sería un buen tema de lectura, análisis, reflexión y debate. Sin embargo, algo tan simple como un mensaje de una amiga, me hizo cambiar el lenguaje de mi pluma y hasta reflexionar sobre algo tan banal pero a veces, tan necesario como aferrarnos al lado positivo de la vida. A los buenos deseos y sobre todo, a las mejores actitudes. A mirar desde la simplicidad para apreciar el verdadero regalo de nuestro presente.

Hace solo unos días todos renacíamos con el año colmados de buenas energías, de bendiciones... pero hoy día, en la frenética carrera por la supervivencia diaria, sentí que además de esos profusos deseos de paz, salud y trabajo había algo que faltaba: vivir.

Quizá habría que desear de corazón como decía este mensaje , un año liviano, fácil, un año con fiestas, con celebraciones, con padres sanos y con hijos o sobrinos contentos. Quizá habría que desear tranquilidad, sosiego, noches bien dormidas. Mañanas soleadas, productivas y sin ansiedad.

Un año con menos discordia y más tolerancia. Muchos cafecitos conversados, libros bien leídos, abrazos sentidos y trabajos bien hechos. Desear por encima de todo, ser inmensamente feliz. Ser inmensamente amado, querido y respetado.

No ser nunca objeto de las mentiras, de las calumnias, de la manipulación de aquellos lobos con piel de cordero que solo persiguen sus propios intereses. Quizá deberíamos desear poder cantar bien fuerte cuando vamos solos en el coche. Un año con vacaciones, paseos y escapadas en el que no nos falte nada y no nos quiten nada.

Risas y carcajadas de esas que hacen llorar. Diarias, semanales, risas espontáneas, risas por tonterías. Risas que ahuyentan miedos y que nos llenan de benditas arrugas. Desear miel en la mesa, en las decisiones y miel en los desvelos para hacer más dulces los tragos amargos.

Porque sin estas pequeñas cosas no somos nada. Nos empeñamos en salir a diario a ganar nuestra mejor batalla con las armas equivocadas. Y este debería ser el debate paralelo. Muchas de las armas físicas que ahora están en la calle son un peligro porque las otras armas fallaron : El amor, el respeto, la tolerancia, la ilusión, la paz espiritual....las que habitualmente no son titulares de los diarios.

Hoy no quiero dar datos, ni cifras, ni exclusivas....solo recordar a través de estas líneas el verdadero sentido de cada paso que demos. Recordar que a veces una mirada encierra el universo, una caricia cura las heridas más profundas y un perdón nos hace libres. Nos empeñamos en ser más y nos olvidamos simplemente de ser.
Nuestro deseo de tener más debería reducirse a sentirnos ricos con las cosas que poseemos y no se compran con dinero. Deberíamos aprender que para volar, a veces, solo hace falta atreverse a desplegar las alas y renunciar a lo que nos ata. Que no podemos vivir anclados al pasado.

El mayor error de la vida es arruinar nuestro regalo diario, nuestro "presente" recordando un pasado que no tiene futuro. Quizá solo debamos aprender de él, de las lecciones que se hayan tatuado en nuestra piel porque las hemos disfrutado o sufrido. Si somos capaces de valorar cada pequeño detalle quizá seamos más felices, más únicos, más ricos.

No podemos culpar a un sistema si nosotros también fallamos, olvidando nuestros verdaderos valores. Si postergamos un "te quiero", o un minuto con los seres que amamos, arrastrados por la lucha por la supervivencia y no por la vida. Alguien dijo que la historia siempre está por escribirse, pero tenemos que ser conscientes que nosotros dictamos nuestro propio capítulo.

La madre Teresa dijo: " Detrás de cada línea de llegada hay una partida. Detrás de cada logro hay otro desafío. A pesar del dolor, mientras estés vivo, siéntete vivo. Si extrañas lo que hacías vuelve a hacerlo. No vivas de fotos amarillas, no dejes que se oxide el hierro que hay en ti. Haz que en vez de lástima, te tengan respeto. Cuando no puedas correr, trota. Cuando no puedas trotar, camina y cuando no puedas caminar ayúdate de un bastón pero no dejes de caminar".

Al final, todos los días quizá no sean buenos, pero si hay algo bueno en cada día. Eso es seguro. Por eso, dejando a un lado la investigación o la política o las llamadas "hard news", hoy, simplemente he querido observar la vida y que esta simple reflexión, sea ese momento bueno en la tuya que te recuerde vivir, que te haga vivir. Yo, apoyada en el bastón de mis sueños, ya he comenzado a hacerlo.

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